martes, 31 de julio de 2012

El Toto que no consiguió enganchar

Llegó como una promesa de futuro, nos hablaron de un chico hábil, que encaraba, frenaba y volvía a encarar para salir por afuera. Nos enseñaron algún vídeo, algún cántido entusiasmado de la hinchada de Lanús y algún gol esporádico celebrado con alegría. Vimos su cara de pillo, de niño que salta la valla del colegio para ir a patear al potrero, de gambeteador insaciable junto a la línea de cal. Y todos, una vez más, nos ilusionamos.

Pero lo cierto es que Salvio fue sólo un poquito de todo eso y mucho de nada más. Siempre fue un futbolista indefinido, a veces interior y otras delantero, a veces inspirado y muchas otras ofuscado, a veces haciendo la imposible y muchas otras errando la posible. Llegó como el Toto, el socio del Kun que nos alegraba la vida, el nuevo niño mimado de nuestro futuro y se marcha como Salvio, la enésima operación fallida de una dirección deportiva que no se cansa de fracasar. Ni el Toto, ni Salvio, consiguieron jamás enganchar a la grada.

Vuelve al lugar donde un día le dimos de prestado. Allí lo hizo bien, es cierto. Puede que le agrade más aquel fútbol, que su entrenador le entendiese mejor, o que fuesen menos exigentes que nosotros. Quien sabe. Lo cierto es que allí fue, durante muchos ratos, el Toto de Lanús, el niño que saltaba la valla del colegio para ir a patear al potrero. Deja, como ya lo hicieron otros, las arcas llenas y los bolsillos de los dirigentes bien colmados. Y deja, como ya lo hicieron otros, un hueco en la plantilla que no se piensa reponer. O si no, basta recordar los casos de Heitinga y el de Jurado. El dinero para mí y el que Cholo se las componga.

lunes, 16 de julio de 2012

La función mediática y Oliver Torres

La función mediática se centra en el nombre, aparca a los hombres a un costado y dirige sus flashes hacia el lugar donde el usuario gastará sus monedas. La función mediática no cuenta verdades sino mentiras muy bien disfrazadas. A la función mediática no le interesan los secundarios porque ellos ya han elegido a su actor principal, a la función mediática le interesa un escudo, un color, un titular preconcebido, aunque la realidad, la mayoría de las veces, sea distinta a como ellos la ven.

El brillo del fogonazo, el detalle del regate, la aceleración y las botas de oro que solamente interesan cuando se quiere, viven hoy sobre el nombre de dos jovenzuelos talentosos que cuentan con la fortuna mediática de pertenecer a la cantera del Real Madrid y el Barcelona. Jesé y Deulofeu son rápidos, brillantes, vistosos, plásticamente admirables, y por ello la función mediática se ha volcado en ellos porque, a una orilla o a otra de las líneas enemigas, a la prensa de ambas trincheras les interesa vender papel con dos nombres que dan esplendor a sus canteras.

Pero la verdad futbolística es otra. La verdad, la que habla de fútbol, nos cuenta que junto al balón siempre había un chico, que todas las jugadas nacían del número dieciséis, que todos los pases correctos salían de las botas de ese chaval moreno que flota en el campo con la elegancia de los centrocampistas buenos de toda la vida. Nadie habla de Oliver porque su camiseta no es completamente blanca, o porque junto a las rayas rojas, no tiene otras azules que le hagan parecer más divino. Pero aunque el rojiblanco ya no venda, aunque los goles vistan de otro color y aunque los flashes solamente se centren en el corazón del área, la verdad, cuando hablamos de fútbol, solamente tiene un color y es que para esto de jugar al fútbol, anoche no había un chico más dotado en el campo que Oliver Torres.

martes, 10 de julio de 2012

Mirando a Levante

Dice nuestro querido presidente que empezamos la liga en Levante. Él, que es así de genérico y no se anda deteniendo en las especificaciones, imagina al Atleti recorriendo el litoral e imaginándose en duelo al sol contra el Nástic de Tarragona, contra el Castellón o contra el Cartagena. Pero la realidad, aunque él no la sepa, algo que dudo seriamente, es que empezamos la liga en Valencia y ante el Levante, ese hueso duro de roer que ya nos pintó la cara la temporada pasada en uno de los partidos más infames que le recuerdo al Atleti.

Ya sabemos todos como empezó la temporada el Levante el año pasado. Ganó sus primeros siete partidos, desesperó al clan de los portugueses, se hizo amo del calendario y fue Atila cabalgando a lomos de Othar durante dos meses. Y ya sabemos todos como suele empezar las ligas el Atleti, aunque en realidad las empieza igual que las termina, alternando las de cal con las de arena, las puertas grandes con los almohadillazos, la ilusión y la desgana.

Imagino al Atleti dentro de un mes. Las noticias que deberían hablarnos de un equipo concentrado en un objetivo y preparando el envite contra el Levante, nos despertarán con los rumores sobre la venta de Falcao, sobre las negociaciones de Adrián con algún equipo del noroeste y con la venta de humo acerca de ese centrocampista guapo y elegante que nunca llegará a vestir la rojiblanca. Al final, sin delantera, sin centro del campo y sin concentración, saltaremos al campo del Levante y nos volverán a pintar la cara. Espero equivocarme.

lunes, 9 de julio de 2012

Café con nada

Se acerca Pepe a la barra. Los lunes son puñeteros, el bar huele a lejía y desinfectante, la barra de chapa, que por la noche lucirá desajada y llena de huellas de codos solitarios, brilla ante la luz del fluorescente que parpadea en el techo. El camarero, amigo de sus clientes, enemigo de los sobrios y mal fajador para las discusiones en rojo y en blanco, se acerca a Pepe son la simpatía que solo se puede tener un lunes por la mañana cuando te encuentras con uno de los tuyos.

Y le habla de ese suizo inmortal que es capaz de recitar poesía con una raqueta y ganar un Wimbledon tras otro sin necesidad de sudar, y le habla de esos españolitos esforzados de la ruta que se ven perseguidos por la mala suerte y se dejan los huesos en las carreteras francesas, y le habla de esos jóvenes locos que se montan a una moto cada fin de semana para hacer sonar el himno español en cada circuito del mundo, y le habla de ese asturiano al que siempre le falla una rueda o un mecánico en el momento clave.

Y Pepe se bebe el café de un trago porque hoy es lunes y sabe que el jefe le espera en la oficina de mal humor con la mesa llena de informes y con el diario deportivo abierto encima de la mesa con la información de ese equipo blanco en letras grandes y a color. Y saca una moneda de un euro del bolsillo, la aprieta bajo el puño cerrado y le pregunta al camaero "¿Y del Atleti, qué?". Y el camarero le observa taciturno, la garganta carraspeante y la mirada de reojo en el cliente que acaba de entrar por la puerta. "¿Del Atleti? Nada". Y Pepe deja la moneda sobre la barra, se despide con cortesía y da media vuelta para un lunes más, igual que todos los lunes de los últimos veinticinco años de su vida.

jueves, 5 de julio de 2012

Vuelve el Atleti

Las promesas incumplidas, las que quedan pendientes de incumplir, los viejos recortes de periódico junto a las cartas del primer amor, recuerdos de un álbum de cromos incompletos, nostalgia de aquellos veranos en el pueblo, las fantas de naranja hojeando el as en blanco y negro, siestas interminables soñando con los goles de ese nuevo delantero, tristes realidades cuando el invierno dice la verdad, ligas lejanas, dobletes efímeros, palabras huecas, fichajes fallidos.

Una sala de prensa llena de flashes, tres tipos que desconocen la historia, una historia prostituída, un recuerdo muy lejano, una añoranza perdida, un deseo imposible. Dos docenas de futbolistas trotando sobre un césped recién cortado, barrigas incipientes, papadas delatoras, sonrisas obligadas, ojos desacostumbrados a madrugar. Un entrenador en pantalón corto, las mismas caras, los mismos gestos, amigos mudos.

Portadas confusas, titulares inconclusos, la felicidad conservada en formol, la tristeza apartada en algún lugar de la cuneta, una carretera con curvas, un camino largo, un destino llamado incertidumbre. Sueños, apuestas, valor y al toro, apretones de manos, pronósticos inciertos, rayas rojas y blancas sobre una vieja camiseta con un escudo cosido en el lado del corazón. Nuevos jugadores, nuevas promesas que nos hacen soñar, viejas realidades que nos hacen bostezar y, en el trono, los mismos dueños que sesgan nuestras esperanzas. Vuelve el fútbol. Vuelve la verdad. Vuelve la mentira. Vuelve el Atleti.

martes, 3 de julio de 2012

Regreso a la cotidianidad

Se apagan los focos, vuelve a salir el sol, el rojo derrite con el calor, el gualda refleja su luz tormentosa, las banderas dejan huérfanos a los balcones, las bufandas buscan un hombro en el que apoyarse, las bocinas no volverán a molestar a horas intempestivas. España guarda silencio, las gargantas vuelven a su ser, la gente vuelve a desayunar café con porras y en el bocadillo de media mañana ya no quedan promesas sino buenos recuerdos. Vuelve el fútbol cotidiano, el de carajillo a media tarde, el del palillo en los labios, el de aquella servilleta grasienta pegada a la suela del zapato. Vuelve el Atleti y nosotros, pobres ilusos acostumbrados a un tiquitaca nacional, volvemos a soñar con lo imposible.

Lo imposible será que al Cholo le regalen un equipo a medida de sus ambiciones, lo imposible será ver a Diego, o a cualquier otro centrocampista competente, regalar los ojos de la hinchada, lo imposible será escuchar un grito definitivo en contra de la directiva, lo imposible será que el Atleti se meta entre los dos colosos que, un año más, se repartirán el pastel de la liga y la copa a su antojo. Porque en el fútbol de hoy, nuestro Atleti, el que soñamos, el que evocamos, el que algunos todavía recuerdan, es un Atleti imposible.

Llegarán las agonías del solsticio de invierno, sonarán los cantares de navidad que se mezclarán con los villancicos de la pesadumbre y alguno saldrá a presumir de que eso ya lo sabía él porque aquí no hay un proyecto estable desde hace veinticinco años. Un cuarto de siglo vagando por el desierto, un desierto que no tiene fin, un fin que nos hace vomitar desidia. Pero eso será más tarde, cuando nos demos cuenta de que a Simeone, como a los demás, le han vuelto a dar gato por liebre, y entonces diremos que el entrenador no vale, diremos que los jugadores son unos mercenarios y diremos que la liga está adulterada y que los poderes fácticos nos persiguen. Pero eso será más tarde, ahora toca volver a la cotidianidad, toca volver a soñar, toca volver a ilusionarse porque para eso están los veranos. Las lágrimas, cuando lleguen, que nos pillen desprevenidos.