martes, 16 de febrero de 2016

Largo recorrido

Me sigue doliendo la derrota en el Camp Nou, lo admito. Me cuesta pasar página. Cada derrota del Atleti se me clava como un puñal dentro del corazón. No sé como se toma el resto del mundo las derrotas de su equipo, pero yo no soy mucho de exteriorizar. Sin embargo, interiorizar me supone un castigo demasiado cruel sobre mí mismo. Durante un tiempo soy capaz de autodestruir todas las ilusiones, creer que la temporada será un desastre y concebir la derrota como el preámbulo de una catástrofe que solamente es cuestión de tiempo que se establezca sobre el equipo.

Toda derrota es un mundo y todo mundo es un camino incierto por recorrer. Me dijeron que nos queda el orgullo, pero, tras una derrota, y a corto plazo, el orgullo es limosna para quien no la necesita. Me dijeron que hemos demostrado que le podemos mirar a la cara a cualquiera y que nos hemos ganado el derecho a soñar porque supimos competirle al más grande. Pero para mí lo más cierto es que llevamos siete ligas sin ganarle al gigante y que, hagamos lo que hagamos, siempre terminamos mordiendo el polvo ante su arsenal incomparable.

Se puede hacer demasiado largo el recorrido teniendo en cuenta que, a cuatro meses vista, quedan pocos objetivos de verdad al alcance y que, el único que aún nos puede hacer soñar, es una quimera casi irreal teniendo en cuenta las bestias que hay en el camino. Alcanzar la tercera plaza está muy bien; sería cumplir el objetivo y asegurarse, un año más, el escuchar la musiquita de la Champions en el Vicente Calderón. Pero aceptar el mínimo es claudicar ante la realidad y reconocer que nos resulta imposible luchar codo con codo contra los dos transatlánticos más poderosos del océano. Y eso, en el fondo, duele bastante.