Cuando un equipo de fútbol tiene las señas de identidad bien definida se puede afirmar que sí, que el trabajo ha dado su fruto y que el grupo es reconocible a la hora de ejecutar el juego y redefinir su objetivo. Las señas de identidad del Atleti son presión alta, intensidad, juego rápido en ataque y una firmeza defensiva que le convierte en una roca. Sumen competitividad estajanovista y encontrarán a uno de los equipos más difíciles de ganar en el fútbol actual.
Dicen que todo equipo es un reflejo de su entrenador, o al menos, debería funcionar instrumentalmente como lo habría hecho su director una vez hubo sido músico. Para hacer de Simeone, jugador en su tiempo de empuje, llegada y pierna fuerte, el entrenador eligió a Gabi. Mismo dorsal, mucho sentimiento, un buen entendimiento de las necesidades del equipo y una cabeza amueblada para entender el discurso a la perfección. Mientras Gabi sobrevivió como un héroe en la jungla de cristal, los aficionados lo admiraron como su John McLein particular. Un tipo duro, sensato, a ratos irónico y que no hacía amigos a la hora de trabajar.
"Me preocupa mucho Gabi", fue el mensaje que hice llegar a mi hermano después de que el Atleti empatase a cero contra el Rayo tras no jugar a nada. El equipo venía de una borrachera de ánimo después de ganarle al Madrid la Supercopa y en aquel mismo partido, pese a la apoteosis final, ya se percibió a un Gabi lento e insustancial. El tipo que dirige al séptimo de caballería ha perdido físico y con ello, dotes de mando. Simeone lo intuye y, por ello, intenta cuidarlo. Ya le ha sustituido más veces que en todo el año pasado y ayer mismo no fue de la partida. Urge recuperar al capitán porque en su deriva el barco se tambalea. Y se aproximan tormentas en el horizonte. Sevilla, Juventus y Valencia. Nada menos.
Dicen que todo equipo es un reflejo de su entrenador, o al menos, debería funcionar instrumentalmente como lo habría hecho su director una vez hubo sido músico. Para hacer de Simeone, jugador en su tiempo de empuje, llegada y pierna fuerte, el entrenador eligió a Gabi. Mismo dorsal, mucho sentimiento, un buen entendimiento de las necesidades del equipo y una cabeza amueblada para entender el discurso a la perfección. Mientras Gabi sobrevivió como un héroe en la jungla de cristal, los aficionados lo admiraron como su John McLein particular. Un tipo duro, sensato, a ratos irónico y que no hacía amigos a la hora de trabajar.
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1 comentario:
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Mary,
Un saludo
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