martes, 5 de marzo de 2024

El Atleti saca lo peor de mí

Me da igual Saúl, que De Paul o que Koke. Me da igual Barrios, que Molina o que Correa. Igual me da que sea Witsel o que sea Hermoso. Que sea Llorente, Morata o Depay. Pueden ser también Riquelme, Lino o incluso Giménez. O Savic. O Paulista. O Reinildo. Me da igual incluso que sea Griezmann.

Si tienes a un compañero a dos metros y se la das a un rival que está a tres, si un compañero te la pide al pie y se la das larga al espacio, si el compañero corre al espacio y se la tiras al pie del centrocampista del otro equipo, si en lugar de despejar moneas, sin en lugar de monear despejas sin sentido, sino ganas un duelo, un salto o una pelota dividida, me voy a enfadar siempre.

Y como últimamente Saúl, Da Paul, Koke, Barrios, Molina, Correa, Witsel, Hermoso, Llorente, Morata, Depay, Riquelme, Lino, Giménez, Savic, Paulista, Reinildo, Griezmann y los que me olvido no saben dar un pase a dos metros, no saben meter una pelota al espacio, no saben conducir sin que les atropellen y no saben quitarle ni una puñetera pelota al equipo rival, pues me paso el partido y el postpartido muy enfadado.

miércoles, 21 de febrero de 2024

Podría haber sido peor

El Atleti tiene un problema serio con la pelota. Juega, o intenta jugar mejor que nunca, pero sus futbolistas carecen tanto de la precisión suficiente que, a menudo, suelen entregarla al rival para desesperación del aficionado y para gloria del rival que suele aprovechar los regalos con la felicidad de un niño que se despierta en la mañana de Reyes Magos.

Y no hablo sólo de Reinildo, me refiero a entregas peligrosas de De Paul, a centros a nadie de Saúl o a esas veces que Koke o Hermoso pecan de soberbia y parecen querer centrar con los cerrados. Lo de Reinildo es esperable, por más que un equipo de élite no debería permitirse tener en su plantilla a un jugador con los pies cambiados, pero se lo terminamos perdonando porque siempre lo da todo y no se deja un gramo de sudor.

Ayer nos metieron uno por un error, igual que ante el Athletic, pero casi nos caen otros dos por otros sendos errores. Que no digo yo que el partido del Inter no fuese meritorio porque juegan muy rápido y muy de memoria, pero si además les facilitas el trabajo, pues lo normal es que te terminen matando. Si el Atleti está hoy vivo es más por errores de cara a puerta que por su partido con la pelota y eso que no fue de los peores. Me lo esperaba peor. Y podría haber sido peor.

lunes, 12 de febrero de 2024

Un desastre fuera de casa

No puede ser un problema futbolístico pues de lo contrario, los números en casa serían malos y, sin embargo, somos el mejor local de la categoría con treinta y cuatro puntos sobre treinta y seis posibles; una media de campeón. Sin embargo, como visitante, de esos treinta y seis posibles hemos sumado catorce; una media de equipo que lucha por sobrevivir en Primera. Y si no es de fútbol ¿Cuál es el problema?

Resulta cuanto menos curioso que el año en el que el equipo mejor está jugando sea el que peor está compitiendo. Durante toda la temporada se repiten los titulares: "El mejor Valencia en  mucho tiempo", "Las Palmas culmina su mejor partido", "El mejor Barça de la temporada", "Hacía más de un año que el Sevilla no hacía un partido tan completo", y todos contra el mismo rival ¿Casualidad? Imposible.

Y es que si te acogotas, el rival huele la sangre y termina por devorarte. Competir no es solamente jugar bien la pelota, que también, competir es ir al cruce, meter la pierna, agobiar al receptor, luchar por los balones divididos e ir a por las disputas aéreas. Si te olvidas de que en fútbol también cuenta la defensa (y no hablo de la línea defensiva), entonces lo más normal es que cada vez que salgas fuera te vayan a pintar la cara.

lunes, 5 de febrero de 2024

Nos odian

Nos odian porque les competimos, porque les cuesta un horror ganarnos, porque ellos gastan la pólvora e su rey y contratan los mejores mercenarios para la guerra mientras nosotros hemos de conformarnos con nuestros soldados de fortuna, y aún así les llevamos al extremos, les hacemos echar el bofe, provocamos que canten olés con uno a cero y quince minutos por delante, nos odian porque nos creen acomplejados y el complejo es suyo por más Champions que decoren la vitrina de sus ensoñaciones.

Nos odian porque somos lo que somos, porque celebramos ser lo que somos, porque adoramos a nuestro padre Diego, porque estamos en las duras, en las maduras y en las que perduran, nos odian porque durante mucho tiempo fuimos mofa, chiste fácil y recurso perfecto para los lunes de consternación, nos odian porque plantamos cara, ponemos la frente, metemos la pierna y sacamos el pecho, nos odian porque, aunque nos roben a cara descubierta, seguimos peleando con el cuchillo entre los dientes y no dejamos que el ruido nos aísle de la verdad.

Nos odian porque somos lo que no tienen, porque tenemos lo que han perdido, porque pierden la dignidad cuando no son capaces de ganar y, aunque nos volverán a ganar muchas veces, saben que, mientras Simeone siga en el banquillo, seremos su china en el zapato y su dolor de muelas, porque, más allá del fútbol, de la vida y de la muerte, perdurará un sentimiento que en su caso cabe en una cajita de zapatos, porque nunca fueron seguidores de un club de fútbol sino de una sala de trofeos. Nos odian mucho y a mí, qué quieren que les diga, me encanta que nos odien.

lunes, 29 de enero de 2024

Febrero

El mes más corto será un conglomerado de partidos, la mayoría tan importantes, que dictarán el devenir de un equipo que se divierte por momentos y sufre en los finales como ese caballo que lo da todo en las primeras vueltas y se las ve y las desea para llegar a meta el primero mientras su jinete, a lomos, aguanta desesperado el envite tratando de mantener los nervios en un lugar que no existe.

Empezaremos de nuevo contra el Madrid, otro puñetero derbi que me quitará las ganas de vivir y que nos pondrá de cara a la realidad que llegará en el partido crucial contra el Athletic en casa, ese en el que hay que sacar ventaja como sea. Después, con toda la asfixia reflejándose en nuestra lengua fuera, deberemos rendir visita a un Sevilla que siempre nos espera con ganas y nos exige más de la cuenta para seguir en liga contra una Las Palmas que es un equipo tan bien entrenado que en la ida nos sacó las cuentas y los colores. Y después de ellos, el Inter, el equipo más en forma de Europa y el menos goleado de las grandes ligas, como para no tener un poquito de miedo. Y sin parón de continuidad, un molesto viaje a Almería con la consabida experiencia ante los equipos colistas para terminar la montaña rusa de nuevo en San Mamés jugándonos la vida y el futuro.

Y antes de todo ello, el Rayo, ese equipo al que metimos siete en su casa pero que cuando juega como visitante se transforma en una china en el zapato que nos va a impedir caminar cómodamente. Y es que no hay que desviarse del partido a partido y pensar en el próximo, claro que sí, pero mientras el jugador se concentra en su misión, nosotros no podemos evitar mirar hacia adelante y tenerle mucho miedo al vacío que nos puede estar esperando.

lunes, 22 de enero de 2024

Mi equipo

Este es mi equipo. No el de la victoria, ni el de la euforia, ni siquiera el del puño cerrado en la celebración y el baile constante en el fondo. Ese también es mi equipo, sí, porque, qué coño, nadie tiene que decirnos qué celebrar y cuánto, y mucho menos cómo. Pero mi equipo, sobre todo, es ese que durante noventa minutos fue perro de presa, lobo herido, león hambriento y oso incómodo capaz de resarcirse de las heridas de bala y repartir zarpazos mortales en los momentos más oportunos.

Porque yo aquí vengo muchas veces enfadado, lo reconozco. Vengo aquí a pagar mi frustración con palabras y la mayoría de las veces en las que el equipo no compite no soy capaz de regalar elogios porque me duele en el alma la indolencia por encima del resultado. Pero el Atlético de Madrid es mi equipo desde que tengo conciencia y eso me hace merecedor del orgullo al igual que me convierte en merecedor del dolor cuando las cosas no salen como se pretenden.

Y este es mi equipo, sí, joder. El de la pierna fuerte, la cabeza fría, el pie certero, el disparo a puerta, la búsqueda de la profundidad, el del contragolpe del libro y, sobre todo, el equipo que sabe buscar la revancha cuando el rival se burla de ti en tus propias narices. Nosotros no somos de hacer memes ni de buscar la sonrisa fácil, porque lo nuestro, cuando se nos busca, es apretar los dientes y esperar nuestra oportunidad. Y aquí estamos, de nuevo, siendo ese grano en el puto culo que tanto placer nos ofrece.

El Atleti es mi puto equipo.

miércoles, 10 de enero de 2024

Sólo te pido

Sólo te pido que pienses en nosotros, en nuestros nervios, en nuestros sufrimientos, en nuestras ilusiones, en todos esos lunes en blanco que tantas arrugas en el alma nos han fabricado, en todos esos domingos de asueto en los que los sueños se rompían en pedazos y los añicos se clavaban en nuestro corazón. Tan sólo te pido que te pongas en nuestro lugar y después sepas lo que siente un corazón pintado en rojiblanco.

Sólo te pido que olvides el miedo, que aprietes los dientes, que vuelvas al pasado, que recuerdes aquellos primeros años del cholismo en el que éramos un dolor de cabeza, una constante impresión de pesadilla, una visita al dentista, un entierro cotidiano en casa ajena. Tan sólo te pido que regreses y te vuelvas a vestir de martillo, que golpees, que percutas, que insistas y que no te canses, que sepas que la vida es un cúmulo de esfuerzos y que la muerte no es tal si el orgullo se queda intacto.

Sólo te pido que conozcas bien la historia, que sepas a quien tienes enfrente, que sepas, en fin, que ellos llevan una vida tratando de pisotearnos el cuello y que somos nosotros la resistencia feroz que se niega a caer en el yugo de sus políticas de mando y distracción. Tan sólo te pido que sepas quien eres, Atleti, que compitas, que luches, que aprietes los dientes y no te dejes una sola gota de sudor en la recámara. Después, si pierdes, nos dará más o menos igual porque sabremos que, aun en la derrota hemos sabido reconocer, de una puta vez, a nuestro equipo de fútbol.