jueves, 29 de noviembre de 2018

En octavos

Los objetivos se cumplen con trabajo y abnegación. Hace falta, claro está, una gran dosis de talento para saber aspirar a las más altas cotas. Si el equipo se ha puesto como objetivo estar en la final de la Champions disputada en su propio estadio, no somos nosotros nadie para intentar corregir el exceso de fe. Desde que llegó Simeone, si algo tenemos claro, es que la comunión entre ellos y nosotros es tan perfecta que no necesitamos más que una palabra para seguir su camino.

El Atleti está en octavos una vez más. Olvidando el tropiezo del año pasado, que nos terminó conduciendo a un título, el equipo ha vuelto a hacer los deberes y está otro año más entre los dieciséis mejores. Desde que empezó autoexigirse, las metas se van cumpliendo y los grandes sueños se siguen rozando. Simeone tiene la Champions entre ceja y ceja y algunos, los que sólo ven cuatro partidos del Atleti al año, le exigen que sea más ambicioso. Como si a los anteriores entrenadores les hubiesen exigido algo más que no fuese salvar la categoría.

Fue un mal partido, no lo vamos a negar. Un partido que se resolvió rápido y sirvió para que los jugadores sestearan de cara a los próximos compromisos. Tal y como se ha puesto la liga, no está de más guardar fuerzas para saber gastarlas en envites de mayor envergadura. El Mónaco ofreció poco y sólo se estiró cuando apareció Falcao, aquel tigre del área que nos hizo tan felices y que hoy busca un lugar en el desierto. Allí no hay oasis. Entre la gloria y la fortuna escogió lo segundo. Imagino que hoy se seguirá preguntando por qué.

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