martes, 25 de febrero de 2025

La etapa reina

Los momentos clave de nuestra vida se fijan mayoritariamente en nuestra infancia, ese lugar temporal que deja un poso en la memoria y nos moldea de una manera que será difícil de virar durante el resto de nuestro camino vital. Un gol de Cabrera, una traición de Hugo, una canasta de Pinone o un ataque salvaje de Pedro Delgado en aquellas tardes de julio en las que el momento de la siesta se convirtió en una hora mágica. Aquellos tipos, ligeros como plumas, esperaban ansiosos la llegada de la etapa reina para dirimir sus poderes y nosotros, ávidos soñadores de un momento mágico, nos incorporábamos ante el televisor esperando que, desde la radio, Ares o Ucelay, nos narrara el ataque salvaje de nuestro corredor favorito.

Como aquellos esforzados de la ruta, el Atleti y, por ende, nosotros, que nos incorporaremos ante el televisor cuando Samuel Lino gane una línea de fondo, afrontamos una etapa reina sin precedentes. Y lo hacemos a cara descubierta, con un cierto miedo, sí, pero con la ilusión de quien sabe que, antes de que nuestro Mesías llegara al banquillo, soñábamos con semanas como esta y lo único que encontrábamos eran empates agónicos en casa contra equipos de media tabla mientras los gigantes del campeonato paseaban su gallardía intersemanal por los estadios de Europa.

Así que, para que nos vamos a echar a atrás ahora, para que vamos a pronosticar ese posible desastre que nos espera si en realidad estamos afrontando las primeras rampas del Tourmalet como ese escalador fino que espera poder lanzar su ataque y demostrarle al mundo de qué pasta está hecho. Porque lo importante, ahora es el valor, y si llega la pájara o los rivales son más fuertes, pues habrá que asumir la decepción, pero no vamos a quedarnos colgados antes de tiempo. El primer puerto, durísimo, se afrontará esta noche y de cómo lleguemos a esta cima dependerá, en gran medida, nuestro pedalear en futuras montañas de categoría especial.

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