Los borregos son aquellos que desconocen el valor de la identidad, la educación y los preceptos de la afiliación hacia un club. Los borregos son aquellos que, aferrados al populismo barato, le dan una patada al sentido común y se sientan con la tripa llena a relamer sus decisiones mientras tres rastreros le regalan los oídos y le aplauden la borregada. Los borregos son los que ayer se sentaron en su poltrona y decidieron que nadie podía acudir a las localidades de afición local del Arcángel con la camiseta del Atleti. La decisión, bilaterlamente analizada, tiene una doble connotación; alientas a tu afición y encabronas a la afición rival. Aún sigo sin entender en qué han convertido el fútbol aquellos iluminados que jamás han dado una patada a un mísero bote. El deporte es tan universal que prohibiendo un sentimiento lo único que haces es provocar un efecto llamada. A ver si aprenden los borregos que el fútbol es de nosotros, de quien lo amamos, y no de ellos, de quienes lo prostituyen.
miércoles, 25 de marzo de 2015
Entre palmeros y borregos
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