Y aún queda un último asalto. Sinceramente, no sé si voy a ser capaz de resistirlo. Ahora mismo Weissman me parece Christian Vieri y Óscar Plano me parece Donadoni. Tengo más miedo que nadando con pirañas. Jugamos contra un equipo que se juega la vida y no ha ganado ninguno de sus últimos once partidos y aún así sigo pensando que algo malo nos espera, que el destino va a ser cruel y, de alguna manera, nos tiene preparada una última treta para que terminemos muertos en vida y sin ganas de vivir.
Al Atleti no le queda otra opción que volver a salir a por todas, que no reservar ni un gramo de sudor, que no negociar ni un esfuerzo, que creer, que trabajar y tratar de poder. Si lo da todo, si gana cada palmo del terreno, si lo intenta, si domina, si somete y si hace todo lo posible por ganar y no gana, entraremos en depresión y nos querremos morir, pero no podremos reprocharle nada al equipo porque la victoria es, generalmente, una consecuencia aunque a veces llegue por la vía de la causalidad.
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