La trampa estaba en un cuerpo de cristal de bohemia. Que si el puvis, que si la rodilla, que si el cuadriceps..., siempre había un motivo para verse incluído en la lista de individuos que ocupaban la enfermería. Fue cuando comprendimos el por qué el Braga se había desecho de un futbolista con tan buena pinta sin percibir un solo euro. El chico era de cristal.
Cuando parecía que Silvio iba a volver a incorporarse a las sesiones de trabajo del grupo, nos levantamos con la noticia de una nueva operación. Esta vez en Oporto (debe desconfiar ya hasta de su sombra) y esta vez del ligamento interno de la rodilla (debe tener susceptible de lesión hasta el lóbulo de las orejas). Y esta vez la baja puede copar lo que resta de temporada. Apenas ha jugado diez partidos de cuarenta. Ahora entendemos el regalo.
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