Con ese triste bagaje llegábamos a Celtic Park, y para más inri van y te dicen que el equipo local lleva nosecuantos partidos sin perder como local y comparas sus estadísticas con las tuyas como local y te dan ganas de filtrarte por la taza del váter. En fin, que por más campeón de Europa que sea el Celtic y por más de cuarenta ligas que tenga ganadas, ha este zorro no solamente le han quitado los dientes si no, también, las ganas de morder. Y comprobado que la fiera no era tan fiera como la podríamos haber imaginado, y superados esos minutos, que suelen ser muchos, en los que el equipo no juega ni a la taba, llegaron un par de ocasiones y un disparo lejano, casi al tun tún, de Arda, que terminó en las redes del equipo local.
¿Coser y cantar? Para el Atleti no ha retos fáciles porque ellos mismos se empeñan en complicarse la vida. Con Mario y Gabi en tierra de nadie y con Diego muchos metros más atrás de su lugar de influencia, al equipo le quedó aguantar los lamidos de peluche del Celtic y esperar al último cuarto de hora para desplegar tres o cuatro buenos contraataques. Demasiado poco para tanta exigencia. Al menos se ganó, sí, dirán los más optimistas, si es que eres un cenizo, Pablo, me dicen mirándome a los ojitos como exigiría don Luis, no te conformas con nada. Puede ser. Debe ser que sueño demasiado en voz alta y que sigo esperando a ese equipo que un día vi de pequeño y que gobernaba los partidos desde el sentimiento. Aún jugando en casa de un extinto campeón de Europa.
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