Aquí es donde llega el asunto de la vergüenza. Decía mi abuela que, quien tiene vergüenza ni come ni almuerza. Haciendo caso al refrán, queda claro que tanto Gil Marín como Cerezo comen y almuerzan gratamente a costa de nuestra salud, e incluso ríen y cuentan chascarrillos. Todo mientras nosotros seguimos llorando. Muestra más que evidente de la ausencia de vergüenza. Si la tuvieran, quizá sopesaran los daños colaterales e hicieran repaso a su propia conciencia, quizá cogieran el petate y buscasen comprador para un club que ellos mismos no compraron. Pero para reconocer errores hace falta valor, un punto de autocrítico y, sobre todo, mucha dignidad.
La dignidad la perdieron el día que mintieron por vez primera. Hablaron de recuperación de la grandeza y el equipo se marchó a la segunda división. Abanderaron a Kiko y lo tiraron a los leones. Prometieron a Antic y engañaron a técnico y afición. Dijeron que habíamos vuelto y, desde entonces no hemos parado de dar pasitos de cangrejo. Siempre hacia atrás. Torres, Kun y De Gea en Inglaterra porque "los jugadores juegan donde quieren". Mendes y Quilón con los bolsillos llenos porque los representantes negocian con quién quieren. El Calderón al suelo porque aquí se hace lo que ellos quieren. Y un nuevo entrenador al limbo porque en materia deportiva, ni ellos saben lo que quieren. Una cosa tienen clara; millón de euros para mí y aquí que no pase nada. Y si pasa, se le saluda.
1 comentario:
Estoy enteramente contigo. Ni tienen vergüenza ni la conocen.
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