martes, 26 de noviembre de 2013

Ese espacio molesto en la portada

Son muchos los que pronostican la caída, aunque son pocos los que arriesgan para asegurar el cuándo por encima del cómo. Son muchos los que creen que la flor de un día terminará marchitándose y, sin embargo, el árbol ha crecido tanto que la raíz supura sus traseros y el tronco es fuerte y ancho como el de un roble maduro. A cada zarpazo mediático, el Atleti responde como los guerreros en primera línea de batalla; espada en alto, mandoble cruzado, dientes apretados.

Debe resultar molesto que la mosca cojonera se cuele por la ventana justo después de terminar de airear la habitación. Los grandes, apresurados por la artillería que les proporciona el privilegiado acceso al lujo, golearon sin piedad a equipos de poca estima y desdeñada credibilidad. Las portadas ya estaban concebidas para dibujar un duelo al sol, dos gigantes por sistema en lo más alto mientras los demás se ven aplastados como un David inoperante sin una honda con la que hundir el cráneo de Goliat.

Pero la mosca cojonera se coló por la ventana y a los cuatro y cinco respectivos goles añadió otros siete y la sensación de que este David si está dispuesto a calzar la honda para derribar a los Goliats. La manada mediática, dada al baño y masaje de sus mejores clientes, tuvo que buscar un hueco para recalcar que el Atleti sigue en el lugar incómodo al que regresó tras años de ignominia. Ese espacio molesto en la portada que ocupa a día de hoy es la chinita en el zapato de todos aquellos que llevan meses pronosticando una caída mientras ven como el equipo sube y sube peldaños mientras busca un techo que aún no encuentra.

lunes, 28 de octubre de 2013

La oportunidad

La víspera trajo un preludio y, de repente, las redes sociales, tan dadas a medir el calor de la opinión pública, empezaron a llenarse de dudas y a pronosticar caídas atemperantes. El nombre de Óliver Torres aparecía ligado al equipo titular y muchos fueron los que pusieron la red antes de que el chaval supiese que lo suyo iba a ser un salto al vacío.

Resulta curiosa la medida de medir las oportunidades que tienen algunos. Bastaron un par de malos ratos ante Barcelona y Celta para aprimar la caída y seducir a la audiencia con premisas que ligan al equipo a la intensidad por encima del juego; el eslógan ya había catalogado al chaval antes de que el chaval supiera cuál era su lugar en esta película de acción. Decían que Oliver no había aprovechado sus oportunidades.

¿Cómo se miden las oportunidades? ¿Cuál ha sido la oportunidad? Releía las previas y pestañeaba para cerciorarme de que la realidad y la opinión confrontaban en el mismo punto; era la primera vez que el chico jugaba como titular en el Atlético de Madrid. Ahí sí estaba la oportunidad. Más allá del rendimiento, se le medirían las aptitudes y, sobre todo, las actitudes. En ambos casos estuvo sobrado. Jugó al fútbol y cubrió muy bien su zona. Arrancó desde la izquierda y todos vimos que Filipe hizo el mejor partido del año. Colaboracionismo. Eso que tanto gusta al Cholo. Eso que tanto aprecia el aficionado. Oportunidad aprovechada y, de nuevo, la lupa sobre el chico enclenque que nació con ese estigma que señala a los que saben qué hacer con la pelota. No tardarán en decir que es irregular. Aunque tenga aptitud, aunque le sobre actitud. La oportunidad será un examen de evaluación contínua durante varios partidos más. Le exigirán sobresaliente. Aunque siga aprobando con notable.

martes, 7 de mayo de 2013

Fútbol para ricos

Ayer me dio por pensar en esos pobres soñadores que imaginan un día de gloria, bandera en mano, bufanda al cuello y garganta afilada. Me dio por pensar en sus esperanzas de regresar al cielo, de volver a sentirse grandes y presenciar algo histórico. Me dio por consolar porque me consolé a mi mismo, me dio por patalear con el alma porque supe que el alma de muchos atléticos estaba presa de la impotencia.

Ayer me dio por llorar con el corazón porque vi frustradas mis opciones, porque caí al suelo desde la cama, porque el sueño del precario no alcanza la cota de la fortuna. Ayer me ofrecieron dos entradas para la final de copa y quien piense que soy un afortunado sin conciencia, un desarraigado o un desagradecido, es porque no sabe que soy uno de esos millones de españoles a los que doscientos euros les arregla un mes y le puede suponer un mes sin hablarse con la parienta.

Imagino a ese niño que sueña ir de la mano de su padre, imagino a ese joven que aún cree que todos sus sueños se cumplen con un gol en el último minuto, imagino a ese abuelo que rememora sus sueños en blanco y negro, imagino a ese aficionado que busca en el fútbol su lugar en el mundo. La mayoría de ellos no podrán dar rienda a sus ilusiones porque este fútbol para ricos les ha privado de la ocasión de ser cómplices de un hecho histórico. Los precios de la final de copa oscilan entre los cincuenta y los doscientos cincuenta euros. Ver el fútbol con prismáticos o verlo en el salón de casa. Ya que no nos dejan imaginarlo, al menos que nos dejen celebrarlo.

lunes, 8 de abril de 2013

Carencias y desnudos

El Atleti de Simeone es un milagro en manos del tiempo. No hay juez más certero que los resultados y no hay mejor abogado defensor que el esfuerzo. En su frase de presentación, el Cholo dejó claras premisas e intenciones: "el esfuerzo no se negocia". Y así ha sido. Cuando el equipo ha relajado la motivación, le han roto la cara, cuando ha puesto cara de perro, ha sido, siempre, muy difícill de ganar.

Pero el esfuerzo, por sí sólo, no cumple objetivos. Ayuda a conseguirlos, eso sí, pero en el deporte de élite no basta con ser el mejor preparado, también se necesita ser el más talentoso. Y es ahí donde radica el milagro de Simeone. El equipo ha aguantado el tirón con dignidad y mucha categoría, y lo ha aguantado sin un jugador que plante pies en tres cuartos, detenga el ímpetu, levante la cabeza, y distribuya un par de pases con criterio; uno para desatascar el juego y otro para dejar a los delanteros en posición franca para marcar.

En partidos como el de ayer, las verdades del equipo se desnudan de forma sistemática. No sirve de mucho ser más intenso si no se puede ser más profundo. La conciencia queda tranquila porque el equipo compite, pero queda un amargo regusto a lo que hubiese podido pasar cada vez que uno se acuerda del turco que está en la enfermería o del brasileño que está en Alemania. Estar tercero, a estas alturas, y sin ese futbolista especial, tiene un mérito casi hasta emotivo. El Atleti está a cuatro partidos del objetivo y el calendario no es muy halagüeño. La Real Sociedad viene apretando y el equipo empieza a demostrar sus costuras. Solo esperamos que la liga no se nos haga demasiado larga y que, pese a tener que sacar la lengua, el último hálito nos permita completar el milagro.