jueves, 24 de septiembre de 2015

No entienden nada

Se empeñan en dibujar un sentimiento que nunca han entendido, en dibujar un camino que difiere de su unilateralidad, en dictar normas morales que no caben en su código ético, en ensombrecer nuestros logros porque no saben lo que cuesta pelear desde abajo, en manchar nuestras victorias porque no conocen el precio del sudor, en moralizar nuestras derrotas porque creen que atentamos contra sus intereses.

Lo que realmente les pasa es que no han sabido digerir los cambios de dirección. Hace años, cuando el rival ciudadano era comparsa y ellos dueños de la galaxia, la palabra derrota les sonaba a chiste facilón. No contentos con ello, nos veían pasar con chufla cada vez que, sorpresa mediante, le quitábamos dos o tres puntos a su máximo rival. "Nos regaláis doce puntos cada temporada", nos decían. Y teníamos que soportar su sonrisa chulesca, su gesto de chufla y sus ademanes de prepotencia.

Todo el mundo sabe lo difícil que es lidiar contra el mejor futbolista del mundo. Ellos, que se pavonean de haber descubierto la fórmula mágica, aún no han sabido explicar como ese tipo al que, según ellos, no damos patadas, les ha enchufado más de veinte goles en los últimos ocho años. Ellos, que enjuician por resultado antes que por pronóstico, ya que el fantochismo lo guardan para su propios minutos de gloria, no han sabido comprender que en fútbol, más allá de las propuestas, suele ganar el que mejores futbolistas tienen. Nos hacen querer creer que no somos exigentes y no entienden que la exigencia es una premisa que no espera tras las esquinas. Partido a partido y si hay que contar las cosas como son se cuentan. Lo peor es inventar un argumento sin haber visto la película.

martes, 15 de septiembre de 2015

Alternativas

El mejor atlético de Simeone fue aquel que tuvo varias alternativas en ataque. Cimentado el centro del campo por Arda, Tiago o Mario y Gabi, con Diego primero y Koke después, el equipo supo ejecutar un juego de ataque certero porque contaba con los futbolistas precisos para concretar el plan predefinido.

Pero la verdadera distinción del equipo se dio en la zona de ataque. Durante el primer año, Adrián y Falcao formaron una pareja excelente porque de la generosidad de uno se aprovechaba la voracidad del otro. Después llegó Diego Costa y Falcao pudo jugar aún más cómodo porque el brasileño le habría todos los huecos del mundo en su camino hacia el área. Tanta movilidad le ayudó a Costa a aprender el oficio y, cuando Falcao voló al mundo de los euros, fue él quien se echó a la espalda la responsabilidad goleadora y sus goles, decisivos como pocos, nos pusieron de cara para completar el mejor año, probablemente, de nuestra historia.

El problema de adquirir vicios es que, cuando te acostumbras a una forma de vida y la vida te funciona mejor que nunca, cuesta reconocer que, ante la falta de un elemento, el estilo puede continuar siendo el mismo. Con el cambio de cromos de Costa por Mandzukic, el equipo perdió presencia porque perdió velocidad, resistencia y habilidad. Fue cambiar a un legionario por un rematador. Y sin embargo, el equipo quiso seguir jugando a lo mismo. Cuando varió el plan y alcanzó el ataque desde la banda, Mandzukic obró milagros porque en el remate es un tipo solvente, pero cuando había que buscar el juego directo, el equipo se desquebrajó y perdió el norte cuando más lo necesitaba. Ni encontró el juego, ni encontró la resolución. Había adquirido un vicio y no fue consciente de que habría de haberse reconducido. A pesar de tener a Griezmann como estilete, el centro del campo, en incluso la defensa, adquirió la fea costumbre de buscar siempre al punta y el punta no supo corresponder como su antecesor.

La primera premisa para este año ha sido la de variar el estilo. Con un centro del campo reinventado con la presencia de Oliver y la jerarquía de Koke, Simeone puede buscar varias alternativas en el ataque, para ello contará con Griezmann como fijo porque Griezmann es un tesoro de valor incalculable. Para acompañarle tiene la potencia de Jackson, probablemente el futbolista de la plantilla más parecido a Costa, la fe indestructible de Torres y la pillería y canchería de Vietto y Correa. Para revolucionar los partidos, además, cuenta con la habilidad a mil por hora de Yannick Ferreira Carrasco. Viendo como funcionó la defensa en Sevilla, si el engranaje en ataque termina de completarse, este reloj puede volver a funcionar muy bien.