lunes, 23 de enero de 2023

El peor partido en el peor momento

Lo he dicho mil veces y lo repito; odio jugar contra el Real Madrid. Las semanas de derbi, para mí, son un tormento en el que florecen las sonrisas socarronas y las palmaditas condolescientes en la espalda que durante años me han recibido cada lunes y tras las que sólo me quedaban dos opciones; o no hacerles ni puto caso o mandarles a la puta mierda. Y mientras mascullo qué es lo que haré el viernes, hago parte de asistencia conmigo mismo y preveo que no les vamos a ganar porque ellos no están tan mal como dicen y nosotros no estamos tan bien como nos venden.

Además, jugamos en su puta casa y allí vamos a jugar, como siempre, contra trece. Y no soy yo de esos a los que les gusta llorar ni poner vendas innecesarias, pero me juego un meñique a que el árbitro del partido sale de la terna de los Munueras, González Fuertes, Gil Manzano o Cuadra Fernández. Porque siempre son los mismos los encargados de darnos el estoque y siempre son los mismos los que miran para otro lado cuando deben mirar al frente en esas jugaditas que parecen tontas pero que poco a poco te van minando la moral.

Y sin Llorente, que no es que sea de los mejores jugadores del mundo, pero sabe lo que tiene que hacer y había empezado el año como una moto, y con Koke en proceso de autodestrucción física y con menos gol que el Cádiz y dos centrales que distan mucho de ser la pareja ideal que nos prometieron. Y, aún, así, vamos a competir, lo sé, pero no les vamos a poder ganar por una cuestión de lógica deportiva y es que si durante años estuvimos a su altura gracias a nuestra capacidad y talento, ahora estamos igual que hace doce años, antes de que llegara el Cholo y es que ellos son mucho mejor que nosotros. Es así. Tanto trabajo para terminar involucionando. Esto es el Atleti de los Gil.

lunes, 16 de enero de 2023

Todas las culpas al mismo

Lucas es indiscutible en el Bayern Munich, Rodri es capital en el Manchester City y Thomas es el jugador fundamental del Arsenal, cuyo único partido perdido coincide con el único partido en el que Arteta no pudo contar con él. Estos tres jugadores, hoy en día, nos los imaginamos de rojiblanco y se nos caen las lágrimas. Y el caso es que los tuvimos. Uno fue vendido por ochenta, otro por setenta y el último por cincuenta. En sustitución de ellos, el club fichó a Mario Hermoso, Héctor Herrera y Geoffrey Kondogbia. Y aún así, con estos y sin aquellos, Diego Pablo ganó una liga.

Una liga en la que fueron capitales Trippier y Luis Suárez. Al primero lo regalaron al que hoy va tercer clasificado en la Premier, donde es pieza fundamental y el segundo se vino abajo por la edad y las lesiones, pero decidieron que sus piezas sustitutivas fuesen Nahuel Molina y Álvaro Morata. Ante la marcha de Joao y Cunha en invierno, no se ha fichado nada, ha aparecido Barrios como un soplo de aire fresco y no nos podemos agarrar a nada más porque no tenemos nada más.

Los centrales titulares son dos golfos que se pasan la temporada en la grada y los suplentes son de un nivel tan bajo que llega un Almería cualquiera y de un balón cruzado te saca un gol. El medio campo es un parcheado sin tensión ni comunión con jugadores poco inteligentes que no saben ni cuando están en fuera de juego y los delanteros tienen el gol apuntado en el último lugar de la lista de tareas pendientes. El equipo es cada vez peor y, por ende, juega cada vez peor. Y, aviso de spoiler: va a jugar todavía cada vez peor. Pero nosotros vamos a pelearnos y, sobre todo, vamos a echarle todos todas las culpas al mismo. Justo al que menos culpa tiene.

lunes, 9 de enero de 2023

Veinte minutos mirando

Llevo horas escuchando un análisis demasiado sesudo pero no muy cierto porque es verdad que el Atleti mereció más pero no es menos verdad que encontró lo que salió a buscar porque si no nos meten gol no somos capaces de ofrecer un planteamiento mínimamente ofensivo, si no nos vemos por detrás no entran las urgencias, porque dio la impresión de que el empate era un mal menor desde el principio y que la ambición, al menos la inicial, se había quedado descansando dentro del vestuario.

Y es que el Atleti se pasó veinte minutos mirando como el Barcelona se pasaba la pelota, veinte minutos en los que nos vino a decir, aquí estamos, si pillamos una la intentamos aprovechar y mientras tanto damos la impresión de que ganar nos importa más bien poco, porque en esos veinte minutos el Atleti apenas fue capaz de encadenar tres pases mientras Pedri se hacía dueño de la situación y nuestro centro del campo miraba esperando que fuesen los defensores quienes actuasen como apagafuegos.

Y claro, a los veinte minutos llegó el gol, y luego todo fueron prisas. Y llegaron setenta minutos restantes en los que el Atleti apretó, insistió, llegó y no fue capaz de marcar, pero dejó la impresión de que si nos marcan en el treinta, en el cuarenta o incluso en el ochenta, el equipo hubiese estado mirando todo ese tiempo como el Barça se pasaba el balón sin ser capaces de hacernos saber lo que ahora creemos y es que si se hubiese ido a por el partido desde el principio se podría haber ganado.