martes, 20 de diciembre de 2011

Los lunes al sol

Se puede ser un graciosillo de poca monta, un pelota mediático en busca de gloria y un ingenioso imitador de nada en concreto; una cosa es ser un chancero y otra un sinvergüenza. Vale que Manzano haya cometido errores, que el equipo tampoco le ha ayudado y que entre todos le han ayudado a cavar su propia fosa. Una cosa es decirle a un tipo que no cuentas con él y otra cosa es reirse en su puñetera cara.

Todo el mundo tiene un precio, y está claro que Manzano está dispuesto a ser humillado y vilipendiado para tasar el suyo. Cualquier chascarrillo de mal gusto, cualquier insulto y cualquier humillación es aceptada porque al final de la escalera, tras los tumultuosos e inclinados escalones, espera un finiquito con el que olvidar esquirlas y resetear la memoria en busca de una nueva felicidad.

La dignidad de un hombre vale tanto como la conciencia y el orgullo estén dispuestos a permitir. La dignidad de Cerezo debe ser muy costosa puesto que interpreta con orgullo su papel y no tiene heridas en la conciencia después de arruinar una entidad histórica. La dignidad de Manzano debe estar por lo suelos pues ha perdido el orgullo que le ayude a reaccionar con rabia y en su conciencia palpitan las rozaduras de cientos de interpretaciones ajenas. La última le invitó a pasar "los lunes al sol". A la cola del paro, Goyo. Sin dignidad, pero con finiquito.

lunes, 19 de diciembre de 2011

Silencio

El partido no fue muy diferente del que hemos visto durante todos estos años de bicefalia; sin juego, sin un patrón en el que basar el ataque, con una defensa de chiste y fallando las dos o tres ocasiones medio claras de las que dispusimos. Nada nuevo bajo el sol, vamos. La diferencia estuvo arriba, donde puede estar el germen del cambio y donde se respiró una resignación tan preocupante como hiriente. Cierto que durante unos minutos se invitó al Consejero Delegado a abandonar el estadio que ya ha vendido sin pedir permiso, cierto que durante más tiempo se rogó al inquilino del banquillo que se fuese a su casa a freir un manojo de espárragos, pero no es menos cierto que cuando más hubo de rugir la platea se hizo el silencio más absoluto. Terminó el partido, el Betis había marcado su segundo gol mientras los futbolistas miraban, se consumó la primera derrota en casa de la temporada, se inclinó la tabla hacia abajo y nos situó a cuatro puntos del descenso y el Calderón no dijo nada. Reinó el silencio más absoluto.

Esta es la herencia del Atlético reinventado del gilismo, cacareado por los delamorenas de turno y ridiculizado en manoletes de poca monta. Al atleti le persiguen los árbitros y la mala suerte, perder mola porque el Atleti es así, el Atleti es capaz de lo peor y de lo ¿mejor? y con el Atleti nunca se sabe ¿Nunca se sabe qué? Hace tiempo que sabemos que no va a pasar nada y que en cada temporada nos sentimos como aquel Bill Murray que despertaba una y otra vez en el día de la marmota. Hace tiempo que venimos comprobando que ya no somos capaz de hacer lo mejor porque no tenemos jugadores acordes a nuestra historia ¿Dónde está la historia? Acaso es un bonito recuerdo manchado de imágenes con una camiseta vestida por un tal José Eulogio Gárate.

¿Saben las nuevas generaciones quién fue José Eulogio Gárate? ¿Acaso vieron a Futre en un Atleti que ya apuntaba a la decadencia? ¿Saben quién fue el hombre que dio nombre al estadio? Los atléticos de verdad se alejan del Manzanares y las gradas se pueblan de niños que nunca vieron celebrar a sus padres y padres que se acuestan cada noche adormecidos por el discurso de los programas nocturnos. Aquí no pasa nada, señores. Y si pasa, se le saluda ¿Si se pierde prestigio? ¿Si se pierde identidad? ¿Si se pierde contra un recién ascendido? Silencio. No sea que se vean obligados a contarnos la verdad.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

Sin dinero, sin vergüenza, sin dignidad

Que el Atlético es un equipo en quiebra técnica es algo que sabemos todos los que nos preocupamos por su salud. Durante años, la familia Gil anduvo gestionando el club a su manera, reportándose beneficios propios e inflando cuentas y falseando balances para hacer brillar la fachada mientras dejaban que se pudriese el interior del edificio. Los abusos de la familia contra el Atleti cesaron cuando el juez García Castellón intervino el club y demostró todas las fechorías realizadas, incluso la adquisición del mismo por cero pesetas tras una contabilización de gastos que nunca existieron. Huelga decir que el club fue embargado, administrado judicialmente y que su dueño terminó en prisión. Pero aquí no cambió nada; la familia volvió al poder, la Hacienda Pública le puso bajo su supervisión y los aficionados pagamos el pato. No hay dinero para gastar en buenos jugadores y para, según cuentan, sanear las cuentas, se han de vender las figuras, pero, en cambio, sí hay dinero en caja para abonar más de un millón de euros anuales al ínclito Miguel Ángel Gil Marín.

Aquí es donde llega el asunto de la vergüenza. Decía mi abuela que, quien tiene vergüenza ni come ni almuerza. Haciendo caso al refrán, queda claro que tanto Gil Marín como Cerezo comen y almuerzan gratamente a costa de nuestra salud, e incluso ríen y cuentan chascarrillos. Todo mientras nosotros seguimos llorando. Muestra más que evidente de la ausencia de vergüenza. Si la tuvieran, quizá sopesaran los daños colaterales e hicieran repaso a su propia conciencia, quizá cogieran el petate y buscasen comprador para un club que ellos mismos no compraron. Pero para reconocer errores hace falta valor, un punto de autocrítico y, sobre todo, mucha dignidad.

La dignidad la perdieron el día que mintieron por vez primera. Hablaron de recuperación de la grandeza y el equipo se marchó a la segunda división. Abanderaron a Kiko y lo tiraron a los leones. Prometieron a Antic y engañaron a técnico y afición. Dijeron que habíamos vuelto y, desde entonces no hemos parado de dar pasitos de cangrejo. Siempre hacia atrás. Torres, Kun y De Gea en Inglaterra porque "los jugadores juegan donde quieren". Mendes y Quilón con los bolsillos llenos porque los representantes negocian con quién quieren. El Calderón al suelo porque aquí se hace lo que ellos quieren. Y un nuevo entrenador al limbo porque en materia deportiva, ni ellos saben lo que quieren. Una cosa tienen clara; millón de euros para mí y aquí que no pase nada. Y si pasa, se le saluda.

martes, 13 de diciembre de 2011

Otro cambio de inquilino

Es lo que ocurre cuando empiezas a hacer mal las cosas. Que, generalmente, acaban mal. Y en el Atleti, de hacer las cosas mal andan más que experimentados porque llevan la friolera de veinticuatro años y medio matando a un club que un día fue un equipo señor y hoy es el pito del sereno. Pero aquí no pasa nada, y si pasa, se le saluda con un gesto de chanza y un qué tal está usted señor presidente, hagamos un trato, yo no lo dedico ninguna portada ofensiva y usted me cede los derechos de esa bonita maqueta de ese campo que van a tirar.

Y es que aquí, además del estadio, también van a tirar por los suelos toda nuestra historia. De nada vale el sudor que un día derramaron cientos de hombres que lloraron como niños sus derrotas y celebraron orgullosamente sus victorias. El Atleti de las nueve ligas y las nueve copas es hoy una comparsa que llena los campos ajenos porque todos tienen la seguridad que a ese equipo con tanto nombre y tan poco futuro le van a meter mano de lo lindo. Lo hizo el Espanyol, lo hizo el Getafe y lo hicieron en anteriores ocasiones equipos como el Racing, el Hércules y hasta el Albacete; estadios en los que antes viajaba un equipo señor y ahora ponen la carpa para disfrutar del circo más esperpéntico.

Se irá Manzano, sí, con sus rotaciones incomprensibles, su falta de carácter y su cara de derrota perpétua. Pero seguirán Miranda, Godín, Mario Suárez, Salvio, Assunçao, Pepi, Luci, Bom y otros chicos del montón, y el próximo pagafantas terminará con cara de derrota perpétua porque no sabrá como se hace aquello de convertir el agua en vino. Y a él le convertirán en polvo y le tirarán al siguiente contenedor de escombros. Es lo que ocurrió con los cuarenta y nueve inquilinos anteriores. Veinticuatro años y medio, cincuenta cambios en el banquillo y ninguno en la directiva. Y todavía hay más de uno que no se atreve a decir la verdad.

miércoles, 7 de diciembre de 2011

No me fío

Conste, en principio, que no soy tan tremendista como el resto de atlético que, removidos por una comprensible nostalgia, se aferran al pasado y se agarran a su asiento para proclamar que ellos, de su casa, no se mueven. No soy tan tremendista porque no vería con malos ojos un cambio a un nuevo estadio más moderno, más cómodo y en una zona con mejores accesos. No lo vería mal porque lo entendería como un síntoma de crecimiento, igual que ya lo hicimos el día que dejamos el viejo Metropolitano y nos embarcamos a nuestra nueva y brillante aventura al lado del río.

El problema es que no me fío. No me fío porque no puedo creerme que un equipo endeudado hasta en el escudo, embargado hasta los bolígrafos y en plena cuesta abajo, sea capaz de sostener la construcción de un nuevo estadio tal y como lo presentaron. No me fío porque no puedo creerme que ese alcalde tan propenso a hacer favores al vecino se le haya caído ahora una lagrimilla desde la conciencia y haya decidido ayudarnos así, porque sí. No me fío porque desde hace dos décadas ese par de delincuentes prescritos se hicieron con el club sin poner un duro y, para más inri, lo utilizaron para engordar su propio lucro ¿Quién me dice que no harán aquello de "coge el dinero y corre" y nos dejaran sin casa? Conozco a un amigo que compró un piso sin vender el anterior y al final se quedó sin ninguno de los dos.

Gil Marín y Cerezo no se quedarán sin casa, nos quedaremos los atléticos. Muertos de frío y de hambre miraremos al cielo y nos preguntaremos porque no les paramos antes los pies. De estos polvos vendrán aquellos lodos ¿Nuevo estadio? Yo, de estos, no me creo nada.

lunes, 5 de diciembre de 2011

Cínicos

- Cínicos. - Masculló el padre mientras fijaba la mirada en el césped y veía trotar al jugador que se marchaba ovacionado.
-¿Qué es un cínico? - Preguntó el hijo, anestesiado por el ambiente y encendido aún por el segundo gol que había tenido la suerte de celebrar.
- Aquel que actúa con desvergüenza. - Contestó el padre aún con la mirada perdida en el césped y la palabra flotando en el aire.
- ¿Y qué es la desvergüenza?
- Pues hacer las cosas con insolencia. - Respondió el padre armado de paciencia sabiendo que el niño estaba en esa edad en la que lo quieren saber todo.
- ¿Y qué es la insolencia? - Anticipó el hijo antes de obviar el incómodo resoplido de su padre.
- Pues un dicho ofensivo e insultante. - Obviamente, su hijo tendría una pronta curiosidad por saber qué era aquello a lo que el se refería como ofensio o insultante. Efectivamente, no falló en su predicción.
- ¿Y qué es insultante?
- Un insulto es un acometimiento verbal violento.
- ¿Y qué es un acometimiento?
- Emprender una acción acosadora contra alguien.
- ¿Y qué es emprender? - A todo esto, el partido ya había regresado a su tónica de equipo local, supuestamente grande, que se amilana, contra equipo visitante, supuestamente pequeño, que se come el campo.
- Reprender a alguien para importunarlo. Justo lo que está haciendo la gente ahora mismo.
- ¿Manzano vete ya? - Pregunto el hijo.
- Sí. - Contestó el padre, demasiado serio como para encontrar resignación en su voz.
- ¿Eso es reprender?
- Si. - Volvió a murmurar. - Desaprobar la acción de quien han elegido como víctima.

Y el partido continuó sin mucho que contar a parte de un par de goles y muchos balones rozando el palo de la portería propia. Y el padre observó a su hijo, con la rojiblanca bien planchada, el bocadillo por la mitad y el pelo rubio alborotado por el abrazo posterior a aquel cabezazo impenitente que había supuesto el segundo gol. Y le agarró del hombro y le dijo:
- Te voy a contar una historia. Había hace tiempo un jugador a quien desaprobaban cada acción porque habían decidio escogerle como víctima. Reprendían cada regate mal ejecutado y la emprendían con él en cada sustitución porque había decidido apostar por el vecino cuando ya había coqueteado con nosotros. Acometieron su campaña contra él cuando no hacía nada distinto de lo que haría años después, le insultaban por tirarse al suelo y se mostraban insolentes porque no les gustaba escuchar su nombre en la megafonía. Su desvergüenza llegó a tal punto que años después, ejecutando mal los regates y tirándose al suelo en cada entrada del rival, llegaron al cinismo de ovacionarle solamente para poner en la picota a su nueva víctima.

El niño miró al banquillo y observó a Reyes con la chaqueta del chándal a medio abrochar y la sonrisa a medio despuntar. Desvió la mirada hacia la línea de cal y observó al entrenador con la chaqueta bien abrochada y la sonrisa completamente apagada.
- Ahora lo entiendo todo. - Dijo, casi en silencio, mientras daba otro mordisco al bocadillo de chorizo.

jueves, 1 de diciembre de 2011

Por fin

Dicen que las rachas, las buenas y las malas, terminan siempre rompiéndose. La nuestra, de mala, estaba ya enquistada. Se trataba de un ejercicio casi vano de predigistación el adivinar cuando sería la próxima vez que ganaríamos fuera de casa. Había quienes achacaban la maldición a que nos habíamos enfrentado a los tres mejores equipos del campeonato en su feudo; Valencia, Barcelona y Real Madrid, oiga, que no es moco de pavo. Y, sí, prodrian responder otros, pero alternativamente hemos rendido visita a Rennes, Granada y Getafe y la cosa no nos ha ido mucho mejor. Un par de empates y todo lo demás, derrotas, algunas de ellas hasta humillantes.

Con ese triste bagaje llegábamos a Celtic Park, y para más inri van y te dicen que el equipo local lleva nosecuantos partidos sin perder como local y comparas sus estadísticas con las tuyas como local y te dan ganas de filtrarte por la taza del váter. En fin, que por más campeón de Europa que sea el Celtic y por más de cuarenta ligas que tenga ganadas, ha este zorro no solamente le han quitado los dientes si no, también, las ganas de morder. Y comprobado que la fiera no era tan fiera como la podríamos haber imaginado, y superados esos minutos, que suelen ser muchos, en los que el equipo no juega ni a la taba, llegaron un par de ocasiones y un disparo lejano, casi al tun tún, de Arda, que terminó en las redes del equipo local.

¿Coser y cantar? Para el Atleti no ha retos fáciles porque ellos mismos se empeñan en complicarse la vida. Con Mario y Gabi en tierra de nadie y con Diego muchos metros más atrás de su lugar de influencia, al equipo le quedó aguantar los lamidos de peluche del Celtic y esperar al último cuarto de hora para desplegar tres o cuatro buenos contraataques. Demasiado poco para tanta exigencia. Al menos se ganó, sí, dirán los más optimistas, si es que eres un cenizo, Pablo, me dicen mirándome a los ojitos como exigiría don Luis, no te conformas con nada. Puede ser. Debe ser que sueño demasiado en voz alta y que sigo esperando a ese equipo que un día vi de pequeño y que gobernaba los partidos desde el sentimiento. Aún jugando en casa de un extinto campeón de Europa.