jueves, 22 de junio de 2023

Vuelve la ilusión

Cada verano, los aficionados del Atleti viven una auténtica aventura de emociones con todos esos rumores que se van al limbo y todos esos fichajes a coste cero que el club termina regalando a su entrenador para que este haga su milagro de cada día. Cuando las operaciones de saldo estén cerradas y alguno de los titulares hayan volado a tierras más prósperas, los triperos de la información, dirán aquello de que el Atleti tiene la mejor plantilla de la historia y a correr. Si no se gana la Liga, como si antes de que llegar el de negro la hubiésemos ganado con mucha frecuencia, las culpas irán siempre a sus espaldas y los invictos de la pluma y la mano hueca sonreirán para sus adentros después que sus profecías hayan calado en la memoria colectiva.

Nos hemos acostumbrado tanto a los jugadores veteranos rebotados y sin contrato que incluso hemos de abrazarnos sabiendo que, de no haber sido descartado por el Barça, Griezmann jamás hubiese regresado al calor del hogar. Y es que dese que el francés, Rodri y Lucas, dejaron el club hace ahora cuatro años, más la baja de Thomas el año siguiente, el club solamente ha buscado en el mercado de oportunidades a sus sustitutos más preciados. De esta manera llegaron al club Herrera, Felipe, Kondogbia o Torreira. Incluso Witsel y Reguilón fueron nuestros regalos de verano el año pasado. Y si acaso pudimos festejar algo en algún momento fue la llegada de un Suárez pateado por el Barça y a cuyos goles nos agarramos para volver a ser muy felices el año en el que los campos estaban vacíos y nuestros corazones llenos de dicha.

Y aún así, el equipo sigue cumpliendo objetivos y sigue compitiendo en momentos puntuales. Se cae, claro que se cae, porque al final el talento es tan importante como el esfuerzo y aunque este raramente se negocia, si no tienes ese punto de calidad necesario en los lugares más imprescindibles, terminas por mirar hacia arriba y ver como son otros los que levantan las copas, pero si seguimos soñando es por una única y certera concreción y es que, hasta que se canse de que le bailen en la fiesta ajena, seguimos teniendo al mejor entrenador del mundo.