martes, 29 de enero de 2019

Atléticos somos todos

Podemos ser más altos, más bajos, más rubios, más morenos, hombres, mujeres, sentimentales, pragmáticos, soñadores o irreverentes. Podemos ser de aquí, o de allí, podemos permitirnos viajes o no podemos permitirnos un abono, podemos gritar un gol o guardar silencio en una derrota, podemos sacar pecho con orgullo o dejar volar la ensoñación mientras entonamos el irreversible "otra vez será". Podemos asimilar la derrota, aprender de la victoria, pavonear, sumar, restar, dividir, multiplicar. Podemos perder y podemos ganar.

Nos puede gustar Morata más o menos, nos puede doler en el alma su pasado o nos puede dar absolutamente igual, podemos admirar al Real Madrid y sentir indeferencia o podemos cambiar nuestro ánimo cada vez que le vemos ganar, podemos odiarlo profundamente o podemos ningunearlo en la palabra, podemos amar al Cholo, podemos criticarlo o podemos endiosarlo, podemos repetir mantras o resucitar fantasmas. Podemos hablar y podemos callar.

No me gustan los repartidores de carnets. Estoy seguro de que a muchos de ellos no les gusto yo. Da igual, mi afición al Atleti no es por ellos sino por el equipo. Cada uno tenemos nuestra situación y cada uno tenemos nuestro sentimiento. No voy a entrar en valoraciones personales; aquí, cada uno, es capaz de hacer renacer sus propios espectros. A mí Morata me parece un jugdor válido como a otros les parece una ofensa. Bien, les entiendo. Pero, más allá de valoraciones en caliente y análisis sectarios, hay una cosa en común que nos une a todos y es que todos queremos que gane el Atleti. Porque aquí, de una manera u otra, cabemos todos, porque Atléticos somos todos. No existe una única manera válida de ser de un equipo.

viernes, 25 de enero de 2019

La plaga

Nos acecha una plaga. Nos encontramos en una situación crítica en la que empezamos a jugarnos las castañas y los futbolistas van cayendo como moscas. Primero atacaron a la zaga, después la operación de Diego Costa y ahora es el centro del campo el que se ve mermado. Será un once de circunstancias y enfrente estará el Getafe, un equipo que no regala caramelos.

Las circunstancias, a veces, son una auténtica putada. Acabamos enero vivos en liga y fuera de copa y lo terminamos, además, de la peor manera. Simeone se verá obligado a echar mano del magnífico filial que tenemos pero estos chavales, apuestas de un futuro halagador, son sólo promesas a las que no se puede exigir que carguen sobre sus hombros la responsabilidad de pelear una liga.

Volverá Lucas al lateral, volverá Juanfran al interior y volverá, problemente, Borja Garcés a la delantera. Un equipo casi de circunstancias, un equipo, seguramente, competitivo, porque en este Atleti, como en la mili, el valor se presupone. Y habrá que rezar para que no se lesione nadie más, porque llega febrero y llegan curvas; Villamarín, derbi, Juve... Nos acecha una plaga y no paramos de buscar un antídoto ante la adversidad.

martes, 22 de enero de 2019

No nos gusta Morata

Partamos de la premisa de que lo que hay es Kalinic. Que el tipo es voluntarioso e insistente, pero no da la talla. No podemos criticarle por bajo rendimiento porque no ha parado de tirar desmarques, ni de pelear balones aéreos, ni de buscar un remate siempre infructuoso. Podemos decir que no tiene gol y eso, en un delantero, desidia aparte, es el peor pecado que puede cometer.

Llevamos semanas, casi meses, debatiendo sobre la conveniencia de haber fichado un buen delantero suplente para suplir las ausencias de Diego Costa. Se barajaron nombres de lo más variopinto; Stuani, Borja, Gerard, Maxi... tipos que no han conocido la élite, que han dado un rendimiento espectacular en equipos de media tabla pero cuyo rendimiento en un equipo exigente aún es una incógnita. Y después de soltar todos esos nombres resulta que ahora no nos gusta Morata.

Tengo los mejores recuerdos de Morata de su estancia en la Juve y su segunda etapa en el Madrid. Juega en su contra, claro está, que nunca se terminó de consolidar como delantero titular, y que fue por ello por lo que fue buscando salidas a sus suculentos contratos. Pero con la Juve eliminó al Madrid, fue decisivo en partidos importantes y rindió a gran nivel. En el Madrid, cuando tuvo que suplir a Benzema, lo hizo con garantías y goles ¿Por qué no va a valer, pues, para suplir a Diego Costa? El chico ha jugado finales de Champions, ha ganado ligas y ha estado siempre en la pomada. La de verdad. El problema, claro está, es que visitó unos colores y llegó a renegar de los nuestros. Lo extradeportivo siempre por delante de la sensatez.

jueves, 17 de enero de 2019

Imperfecciones

Fue un palo durísimo, no lo vamos a negar. Yo, que soy un nostálgico empedernido, tengo a la Copa como una competición preciosa. Tengo los mejores y los peores recuerdos asociados a finales de Copa. He vivido las suficientes como para saber rememorar las victorias y recrearme en el dolor de las derrotas. Lo de ayer fue un palo porque tenía, siempre las tengo, esperanzas en ganar la Copa del Rey.

Pero no va a poder ser. Y ya serán seis años sin poder ser. Desde aquella final en el Bernabéu, en el mismo día de mi cumpleaños, en el que yo estaba allí, en la grada, sufriendo como un cosaco el acoso de los otros y celebrando como un niño el gol de Miranda. Allí hemos cantado a lo grande cuando hemos sido grandes de verdad. Por eso, ver al equipo apeado después de dejarse el alma en remontar un partido que mereció ganar, te llena de una tristeza casi irreparable. Costó dormir, cuesta, hoy, aguantar a los de siempre.

Llevamos semanas achacando la falta de gol y el día que marcamos tres no somos capaces de ganar el partido. Fallaron cosas, está claro, esas pequeñas imperfecciones que, cuando no se pulen, terminan castigándote. Al Atleti le falló cerrar las bandas y por ahí llegaron los tres goles; no hubo ayudas y no se cuidaron bien las espaldas. Y falló, aunque no se le pueda achacar culpa, el portero. En días como ayer es cuando valoras la seguridad que implica jugar, domingo a domingo, con el mejor portero del mundo.

martes, 15 de enero de 2019

Sin gol

El kilo de nueve se paga caro. Es, extrapolado al fútbol, la angula de la mesa de los gourmets, el Ferrari de los conductores apasionados, el Rólex de los coleccionistas más ávidos. Un buen nueve te arregla una mala temporada y, por supuesto, de dispara en una buena, porque en el gol vive la majestuosidad del fútbol.

El Atleti lleva unos partidos decendes, alternando ratos regulares con otros buenos e incluso muy buenos. Sufrió en Sevilla aunque supo recomponerse en el segundo tiempo, igual le pasó en Girona después de veinte minutos deplorables y fraguó ante el Levante uno de los partidos más completos de la temporada. Aún así, dos empates agónicos y una victoria por la mínima con un penalti más que dudoso.

¿Qué ocurre? Pues que falta gol. El equipo sabe de memoria a qué jugar; todos juntitos, salida intensa, regulación del partido y, en temporadas anteriores, saber guardar la ropa. Porque generalmente sabía adelantarse e ir gestionando la ventaja de manera magistral. Como ahora le cuesta un mundo adelantarse, se ve obligado a remar y remar durante los noventa minutos y, en más de una ocasión, a tener que levantar, o empatar, resultados adversos. Es que sin gol, sólo queda el sufrimiento.

jueves, 10 de enero de 2019

Esos ratos de desidia

Esos ratos de desidia matan al Atleti y nos matan a nosotros. Porque creemos estar viendo un partido y, de repente, vemos otro distinto. Y nos quedamos sin uñas, sin voz y sin ganas. Esos ratos de apatía en los que el rival toca y toca, llega y llega y el Atleti se empeña en regalar balones, en tirar pelotazos absurdos y en abocarse a la fe que suele profesar en su portero.

Sólo que ayer el portero era otro y se terminó notando. Un disparo colocado pero, en apariencia sencillo y que requería palomita y córner, terminó dentro de la portería. A esas alturas el Girona ya merecía su premio porque el Atleti se había desconectado. Y es que ocurrió lo siempre; arranque sólido, gol tempranero y guardar la ropa, porque para nadar, mejor aprovechar la corriente.

Y ayer el viento estaba en contra. Retórica y físicamente. La segunda parte, cholina mediante y viento a favor, el equipo creció en actitud. No fue poco. Pero no sirvió de mucho porque falta lucidez arriba y, sobre todo, falta remate. Adán, esta vez sí, vestido de Oblak, salvó una ocasión clarísima en la únicia llegada del Girona con peligro real. El resto fue un quiero y no puedo y la sensación de que oportunidades así no hay que dejarlas escapar. No es mal resultado, pero si tememos otro momento de desidia, es posible que terminemos por no fiarnos del todo.

martes, 8 de enero de 2019

No hay febrero sin enero

Pasan las jornadas y, aunque las sensaciones siguen sin ser las correctas, el equipo sigue sin perder. Más allá de la mácula de Balaídos, en los albores de una temporada que, por exceso de ilusión, recibió su golpe de realidad, el equipo ha ido a trompicones, empate a empate y victoria agónica a victoria agónica hasta asentarse en el segundo lugar a tan sólo un partido de la finalización de la primera vuelta.

Debemos tener en cuenta que, en las últimas temporadas, el equipo ha empezado a tomarle el pulso a la competición a partir de febrero. Cuatro últimos meses a tope en los que suele cimentar los objetivos. Es por ello que siempre le ha costado tanto alcanzar las últimas rondas de Copa y es por ello que, generalmente, ha llegado al último tramo ligeramente descolgado en liga aunque nunca haya dejado de pelearla hasta el final.

Teniendo en cuenta que el mes de enero no será excesivamente complicado en cuanto a rivales en liga (con el condicionante de que el Atleti no le gana fácil a nadie), deberíamos tener en cuenta las opciones de copa e intentar llegar a febrero con el carburador a tope. Allí llegarán Betis, Real Madrid y Juventus por partida doble. Comenzará el show. Esperemos, por favor, que empiece a llegar el juego.

viernes, 4 de enero de 2019

Difícil

Las ilusiones están en todo lo alto, el Metropolitano llenó un fondo, los jugadores posaron para la galería y se entonaron cánticos de ánimo. Toda una soflama de energía y todo un compromiso de acción. Pero la realidad, más allá de las euforias, es que jugamos en Sevilla y la defensa es un cuadro.

Lo tenemos difícil, vamos a ser francos. Porque el Sevilla aprieta, porque en su campo son aviones, porque nos tienen ganas y, sobre todo, porque estamos mermados. Pero si algo nos inquieta más aún es la trayectoria del equipo; tan sólo dos victorias fuera de casa y la sensación de que hace mucho tiempo que no gobierna un partido, aunque sea a su manera.

Nos preocupa que el Atleti pierda la base de su identidad, que se convierta en un equipo meramente italiano en el concepto clásico de la palabra, que sólo confíe en la suerte y que renuncie a los códigos que le han llevado hasta aquí. Nos preocupan muchas cosas porque empezamos el año en el peor escenario posible. Existen tragos amargos que hay que digerirlos con naturalidad; la derrota es plausible, la victoria, de llegar, sería reanimante.

miércoles, 2 de enero de 2019

En la primera línea de parrilla

Empieza un año de expectativas, de ilusiones, de incertidumbre y de realidades. Porque el Atleti cuenta con una plantilla de primer nivel, porque está en condición de disputarlo todo, porque el juego, pese a todo, no invita al optimismo y porque los rivales, a la hora de la verdad, serán pura contundencia.

Habrá que hacer frente a la plaga de lesiones y tratar de recuperar a los futbolistas importantes para los momentos clave, negociar con aquellos que tienen la cabeza fuera del equipo y hacer mejorar el rendimiento ofensivo. El problema de juego se arregla con optimismo y el optimismo se gana con buenos resultados.

Pese a los agoreros, que los hay, pese a que muchas veces yo mismo he caído en el pesimismo más absoluto, hemos de reconocer que en este año que empieza hay muchas ilusiones porque el equipo sólo puede ir a más, porque la defensa se debe recomponer, porque los recursos son muy variados y porque, pese a todo, el Atleti sigue en primera línea de parrilla.