miércoles, 21 de febrero de 2024

Podría haber sido peor

El Atleti tiene un problema serio con la pelota. Juega, o intenta jugar mejor que nunca, pero sus futbolistas carecen tanto de la precisión suficiente que, a menudo, suelen entregarla al rival para desesperación del aficionado y para gloria del rival que suele aprovechar los regalos con la felicidad de un niño que se despierta en la mañana de Reyes Magos.

Y no hablo sólo de Reinildo, me refiero a entregas peligrosas de De Paul, a centros a nadie de Saúl o a esas veces que Koke o Hermoso pecan de soberbia y parecen querer centrar con los cerrados. Lo de Reinildo es esperable, por más que un equipo de élite no debería permitirse tener en su plantilla a un jugador con los pies cambiados, pero se lo terminamos perdonando porque siempre lo da todo y no se deja un gramo de sudor.

Ayer nos metieron uno por un error, igual que ante el Athletic, pero casi nos caen otros dos por otros sendos errores. Que no digo yo que el partido del Inter no fuese meritorio porque juegan muy rápido y muy de memoria, pero si además les facilitas el trabajo, pues lo normal es que te terminen matando. Si el Atleti está hoy vivo es más por errores de cara a puerta que por su partido con la pelota y eso que no fue de los peores. Me lo esperaba peor. Y podría haber sido peor.

lunes, 12 de febrero de 2024

Un desastre fuera de casa

No puede ser un problema futbolístico pues de lo contrario, los números en casa serían malos y, sin embargo, somos el mejor local de la categoría con treinta y cuatro puntos sobre treinta y seis posibles; una media de campeón. Sin embargo, como visitante, de esos treinta y seis posibles hemos sumado catorce; una media de equipo que lucha por sobrevivir en Primera. Y si no es de fútbol ¿Cuál es el problema?

Resulta cuanto menos curioso que el año en el que el equipo mejor está jugando sea el que peor está compitiendo. Durante toda la temporada se repiten los titulares: "El mejor Valencia en  mucho tiempo", "Las Palmas culmina su mejor partido", "El mejor Barça de la temporada", "Hacía más de un año que el Sevilla no hacía un partido tan completo", y todos contra el mismo rival ¿Casualidad? Imposible.

Y es que si te acogotas, el rival huele la sangre y termina por devorarte. Competir no es solamente jugar bien la pelota, que también, competir es ir al cruce, meter la pierna, agobiar al receptor, luchar por los balones divididos e ir a por las disputas aéreas. Si te olvidas de que en fútbol también cuenta la defensa (y no hablo de la línea defensiva), entonces lo más normal es que cada vez que salgas fuera te vayan a pintar la cara.

lunes, 5 de febrero de 2024

Nos odian

Nos odian porque les competimos, porque les cuesta un horror ganarnos, porque ellos gastan la pólvora e su rey y contratan los mejores mercenarios para la guerra mientras nosotros hemos de conformarnos con nuestros soldados de fortuna, y aún así les llevamos al extremos, les hacemos echar el bofe, provocamos que canten olés con uno a cero y quince minutos por delante, nos odian porque nos creen acomplejados y el complejo es suyo por más Champions que decoren la vitrina de sus ensoñaciones.

Nos odian porque somos lo que somos, porque celebramos ser lo que somos, porque adoramos a nuestro padre Diego, porque estamos en las duras, en las maduras y en las que perduran, nos odian porque durante mucho tiempo fuimos mofa, chiste fácil y recurso perfecto para los lunes de consternación, nos odian porque plantamos cara, ponemos la frente, metemos la pierna y sacamos el pecho, nos odian porque, aunque nos roben a cara descubierta, seguimos peleando con el cuchillo entre los dientes y no dejamos que el ruido nos aísle de la verdad.

Nos odian porque somos lo que no tienen, porque tenemos lo que han perdido, porque pierden la dignidad cuando no son capaces de ganar y, aunque nos volverán a ganar muchas veces, saben que, mientras Simeone siga en el banquillo, seremos su china en el zapato y su dolor de muelas, porque, más allá del fútbol, de la vida y de la muerte, perdurará un sentimiento que en su caso cabe en una cajita de zapatos, porque nunca fueron seguidores de un club de fútbol sino de una sala de trofeos. Nos odian mucho y a mí, qué quieren que les diga, me encanta que nos odien.