viernes, 26 de febrero de 2021

Muy tocado

Cuando se trata de involucionar, cuando se trata de tirar atrás un trabajo, una premisa y unos conceptos, lo normal es que tu equipo se termine volviendo loco y acorralado por las dudas. Este Atleti de 2021 no puede ser como el de 2014 porque ni tiene los mimbres, ni tiene el pulso, ni tiene el mismo poder de concentración. Con bloque alto se habían ganado diecinueve partidos, con bloque bajo hemos vuelto a recibir gol de igual manera y, lo que es peor, se nos ha quedado cara de tontos.

Hay que partir de una premisa: el mejor Atleti ya ha pasado y probablemente no va a volver. El error no vino por el planteamiento en sí sino por el intento de involución con jugadores que cumplen un rol completamente distinto. En cualquier comparación con aquel equipo, todos los jugadores actuales, uno a uno, salen perdiendo. Entonces, si has de morir, hazlo en base a tus recuerdos. 

Lo que me temo es que Simeone sabe que el equipo se le está cayendo y prefería capear el temporal antes que arriesgarse a un drama sin remedio. El problema de obligar a tus jugadores a hacer algo en lo que pueden pensar que ya no crees, es que ellos mismos terminan a medio camino entre nadar y guardar la ropa. Se defendió bien porque el Chelsea no generó peligro, pero se atacó tan poco y tan mal que el cero a uno deja la sensación de que el equipo está muy tocado y muy lleno de dudas.

lunes, 22 de febrero de 2021

Tocado

Nos han dado un cañonazo importante en la línea de flotación. No estamos hundidos, pero estamos tocados, porque vemos de cerca al barco enemigo, porque hemos fallado cuando nadie lo esperaba y porque hemos tirado tres cuartas partes del colchón que habíamos fabricado con esfuerzo y goles en dos partidos en los que no ha salido nada contra el rival menos esperado.

Porque uno puede pensar en pinchar ante el Villarreal, quizá en el Camp Nou o a lo mejor en Sevilla o San Mamés, pero cuando uno echa cálculos, jamás llegas a pensar que te vas a dejar cinco puntos en cuatro días contra el Levante, porque contra esos equipos se ganan las ligas y porque estas derrotas son las que te terminan minando por dentro hasta convertirte en vulnerable.

Y ahora miramos de reojo el derbi de dentro de dos semanas con el miedo terrible de que el Madrid salga líder del mismo, de vernos arrojados al pozo de la inmundicia por haber perdido una renta inmejorable en el menor tiempo posible. Lo vemos todo mal porque nos hemos acostumbrado a fustigarnos históricamente, yo el primero, con mi tendencia al pesimismo y a ponerme la venda sin haber tenido la herida. Pero aún queda un motivo de esperanza y se llama Cholo Simeone. Con él en el banquillo el equipo puede perder, puede empatar, puede no ganar un título, pero seguro no va a dejar de pelear por alcanzar el objetivo.

lunes, 15 de febrero de 2021

La liga de los desahuciados

Carrasco se marchó a China por intereses del dúo prescrito y la gente lo interpretó como una pataleta de Simeone. Pero lo cierto es que al Cholo siempre le gustó el belga y al belga siempre le gustó el Atleti, por ello, tras dos años lejos de su lugar, regresó como el hijo pródigo que debía redimirse de aquel cambio a cámara lenta ante el Qarabag y de aquellos últimos partidos, en los que ya sabía su futuro, pegado a una línea de cal pero sin desborde ni ambición. Cuando regresó, el entrenador le dobló la apuesta; yo te doy toda la banda y tú te conviertes en el jugador más importante del equipo. Y en ello están. El desahuciado Carrasco se recorre el carril de arriba abajo y produce contragolpes aprovechando los espacios y su enorme calidad.

Llorente cruzó la acera para ponerse la camiseta del equipo bueno de la capital. Durante años había mamado otra cultura, otra forma de mirar la vida, otra manera de jugar. Porque, aunque llevaba un todocampista dentro, le hicieron crecer creyendo que era un mediocentro cuando tenía buenos conceptos pero los criterios equivocados. Simeone le vio trabajar, le vio el potencial y le dobló la apuesta; yo te adelanto la posición y tú me respondes con jugadas decisivas. A día de hoy es el centrocampista con mejores cifras de la liga con siete goles y siete asistencias. El desahuciado Llorente gana la línea de fondo con poder y celebra sus goles con pasión.

Suárez pagó el pato de la peor derrota en la historia moderna del Fútbol Club Barcelona. Cuando el ínclito Bartomeu puso en la picota a los jugadores con los que no quería contar más, el bueno de Simeone miró a ambos lados y, viendo que nadie se iba a cruzar en su camino, solicitó el fichaje de un delantero al que le sobraban años y kilos. Lo cierto es que es incapaz de ganar una carrera o de terminar un regate, pero ha marcado dieciséis goles en dieciocho partidos porque tiene algo que sólo tienen los grandes delanteros: instinto. Simeone abrazó su llegada y le dobló la apuesta: este año queremos ganar la liga y para ello tú debes hacerme mejor entrenador, de paso, yo intentaré hacerte mejor jugador. Y como los tipos ambiciosos se entienden sólo con mirarse, el uruguayo se puso manos a la obra y se ha convertido en la pieza clave para que el Atleti esté a tres meses del final con aspiración de ganarlo todo. Y es que el desahuciado Suárez gana partidos por sí mismo sólo con saber manejar los espacios y la velocidad de la jugada.

miércoles, 3 de febrero de 2021

Esperando nuestra caída

Al principio no creían que lucharíamos por la liga porque llegaron crecidos de su victoria en la temporada pasada y creyeron que eran capaces de iniciar una dinastía. Luego siguieron sin creer en nosotros porque, tras sus accidentes, nos ganaron el derbi y nos empataron a puntos. Dio igual que llevásemos algún partido menos y que la carrera, por ser de fondo, fuese más larga de lo que ellos esperaban, siguieron sin creer en nuestras posibilidades y fueron rascando puntos mientras miraban como nosotros ganábamos una vez tras otra. Y lo que era una igualada tras el derbi, se ha convertido en diez puntos de distancia.

Ahora que lo ven más lejano, están empezado a anticipar nuestra caída, porque, claro, la temporada es larga, está el factor Covid, la Champions a la vuelta de la esquina y nuestra racha no puede durar todo el tiempo. El Atleti ya caerá, dicen. Pronostican que perderemos dos partidos, ellos los ganarán y entonces llegarán el miedo y las dudas. Y claro que puede ocurrir, esto es largo, tal y como ellos dicen, pero si creen que el Atleti no se va a dejar el alma por sujetar este campeonato, es que siguen despreciando el trabajo de un entrenador que, más que a ganar, nos ha enseñado a competir.

Y competir, en clave cholista es no consumir, no hacerles caso, trabajar y seguir a lo nuestro. Cuando nos hablen de liga, contestaremos "Celta de Vigo", porque ese es nuestro próximo rival, porque del partido a partido hemos hecho una máxima e igual, si no caemos en el cuento de la lechera en el que nos quieren meter y dejamos de hacernos sus cuentas y dejar de disfrutar este momento, llegará el día en el que quizá nos veamos de nuevo abrazándonos, aunque sea virtualmente. Pero mejor no pensarlo y seguir a lo nuestro. Ya sabemos "Celta de Vigo".