lunes, 23 de mayo de 2022

Aprobado

Si hace doce, trece o catorce años, nos dicen que hemos quedado terceros en la clasificación final, todos nos daríamos abrazos, nos repartiríamos albricias y nos daríamos por satisfechos viendo como nuestros pequeños sueños de ínfima grandeza se hacían un poquito realidad. Porque hace doce, trece o catorce años, cuando no le ganábamos al vecino ni a las chapas y cuando ser sexto era poco más que un logro, no podíamos imaginar terminar en el podio de la liga y creer que podríamos aspirar aún a más.

Pero este equipo ha crecido. Hasta el punto de que nuestras expectativas se han superado y nuestras exigencias se han puesto en el listón histórico de la institución. Simeone ha hecho un trabajo extraordinario llevando su vehículo a meta mientras sus propios dirigentes le ponen palos en las ruedas y el ruido mediático trata de desconcentrarle sin demasiado éxito. No tenemos la mejor plantilla de nuestra historia y por ello no podemos exigir todo, pero venimos de ser campeones y ha resultado demasiado frustrante verse fuera de casi todo a varios meses del final de la temporada.

Por eso la nota no puede pasar del aprobado. Aprobado porque se ha conseguido el objetivo mínimo y se ha competido bien en Champions pese a caer en cuartos de final, pero no más de un aprobado porque hemos perdido contra los tres equipos descendidos, porque no le hemos sacado ningún punto al Mallorca, porque nunca estuvimos cerca de competir la liga, porque otro año más, no avanzamos apenas en la Copa del Rey y porque de cinco partidos en Champions como local, no se ganó ninguno. Así que vamos a ser sensatos y exigentes y vamos a aprobar al equipo, pero sólo por los pelos. Suficiente, sí, pero queremos volver a rozar el sobresaliente o al menos volver a tener un notable.

lunes, 9 de mayo de 2022

A tres puntos

Con la victoria de ayer, el Atleti se situó a tan sólo tres puntos del objetivo. Siempre y cuando Betis o, en su caso, Real Sociedad ganen todos sus partido, al Atleti le bastará una victoria para poner en liza su próximo proyecto con la seguridad de que seguirá en la élite y la economía, supuestamente, más reforzada, aunque este Atleti de giles nunca sepamos dónde y en qué se invierte verdaderamente el dinero.

Si soy sincero, confío más en los pinchazos ajenos que en los aciertos propios. Lo digo porque, cuando no hay partido de máxima exigencia como el de anoche, el equipo tiende a la inoperancia, la dejadez y la inacción como ya hizo en estadios de más baja estopa como fueron Mendizorroza, Los Cármenes o Son Moix. Jugamos contra el Elche al que, al igual que nosotros, solo le faltan tres puntos para cerrar su objetivo y, sinceramente, veo más cerca que ellos consigan el suyo por su propia actitud a que lo hagamos nosotros después de dejarnos el pellejo en un derbi que terminó con todos exhaustos.

Porque ayer el Atleti hizo lo que debía hacer. Hay veces que, como contra el City, el balón no entra y, aún así, no puedes reprochar nada a tus jugadores porque sabes que lo han dejado todo en el terreno de juego. El Atleti salió a por el Madrid y si no ganó de manera más holgada es porque falta gol y falta cierta categoría en los metros finales, por ello, la victoria estuvo a punto de irse al traste en los minutos finales, pero, de haber sido así, sólo podíamos haber aplaudido a los nuestros, porque hicieron, simplemente, lo que tantas veces les hemos pedido y tan pocas veces nos ha ofrecido: dejarse el alma por la camiseta del Atleti.

martes, 3 de mayo de 2022

El pasillo

El primer pasillo dentro de la competición española data de 1970 y se lo hicieron al Atlético de Madrid. Antes de que el Athletic nos eliminara de la Copa y después de haber quedado segundos en liga a tan sólo un punto, los bilbaínos, en buena lid y cargados de respeto y honor, se cuadraron ante los nuestros y honraron un campeonato que costó mucho sudor y esfuerzo. Porque ese es el principal motivo que debe tener el tan citado pasillo: el de honrar al campeón, aplaudirle, reconocerle su logro y, después, ponerse a jugar al fútbol como siempre se ha hecho.

El Madrid y por ende, el madridismo, tiene un problema endémico y es que necesita ser alabado hasta cuando no lo merece. Un narcisismo exacerbado que ha cruzado generaciones. Es como ese niño abusón del patio del colegio al que todos rinden pleitesía pero que, cuando sale un niño que no le tiene miedo y le replica, su respuesta es patalear y chivarse al profesor quien, como además le tiene por su alumno preferido, termina por defenderle y castigar al valiente que se ha atrevido a replicarle.

Tras aquel primer pasillo, era tan sólo cuestión de tiempo que ellos también tuviesen el suyo. Y como ganaban más que nadie, se sentían colmados de felicidad y de honores al verse casi siempre en el centro de atención. Tan plácidamente se encontraban en el halago contínuo que, una vez que siguieron ganando, pasaron de obtener un pasillo siempre improvisado a exigirlo como cuota a pagar por su abono a la victoria. De esta manera sacaron portadas y exigieron escarnio público a sus rivales quienes ya no debían honrarle sino humillarse y postrarse ante su majestad.

Todo el cuento de la pleitesía ante el rey cambió el día en el que a ellos les tocó hacer pasillo al Barcelona. Estaba claro que había un problema de celos, de envidia y de rabia y el alumno abusón se chivó al profesor y el circo mediático montó un debate insustancial donde simplemente debería haber habido una tradición que respetar. Salió el entrenador y el capitán a decir que eso del pasillo nada, que ellos pueden humillar pero que nunca pueden ser humillados, faltaría más. Y ahora, después de dejar esos polvos en el camino, se encuentran con un fango en el que quieren que se revuelquen los demás y piden, por lo civil y lo criminal que el Atleti pague las deudas adquiridas y se humille ante ellos para poder presumir de foto y de unos valores que ellos mismos perdieron el día que pisotearon la tradición.

Así que, resumiendo el comunicado del Atleti de ayer: Ahora les va a hacer el pasillo su puñetera madre.