jueves, 25 de noviembre de 2021

Hundido

No sé cuando voy a morir, probablemente más temprano que tarde, lo que sí tengo claro es que voy a morir de Atleti. Porque partidos como el de anoche no sólo quitan ilusión, sino que quitan vida. Un equipo plano, sin mordiente, sin chispa, casi sin ganas de competir, a merced de un equipo que demostró todo lo contrario: vitalidad, hambre, fútbol y ambición.

Vamos a ser conscientes cuanto antes; estamos eliminados de la Champions. No vamos a ganar en Oporto y es probable que el Milan puntúe en casa ante un Liverpool que ya lo tiene todo hecho y necesita pensar en otros menesteres, por lo que no sólo estaremos fuera de Champions sino también fuera de Europa. Y, pensándolo bien, casi que mejor, porque la Europa League ya no motiva y además es un desgaste innecesario teniendo objetivos más consolidados como deberíamos tener.

El equipo está muerto, roto y desorientado. Se fichó más calidad arriba y resulta que han sido los de abajo los que han bajado el nivel, con un Giménez hecho un trapo, un Savic que no se basta solo y un Hermoso que aún no sabe a qué tiene que jugar. Koke está mal y sin Koke el equipo no tiene corazón y, lo que es más importante, no tiene cabeza. Si añadimos que hemos perdido a Llorente, Suárez y Correa como armas ofensivas, nos sale un equipo destrozado cuyos pedazos tiene que recoger con urgencia si no quiere que toda la temporada se le vaya por el desagüe.

viernes, 19 de noviembre de 2021

Semana crucial

Suele ocurrir que los parones de selecciones no sientan fatal, que tras ellos el equipo suele entrar desenchufado, con varios jugadores de baja y con el recuerdo disperso respecto al último resultado. Como quiera que el último resultado no fue positivo y el liderato empieza a quedar lejos, no nos podemos permitir ningún asueto ni ningún despiste más por lo que entramos, y me da miedo pensar en qué condiciones, en una semana crucial para afrontar la temporada con más o menos aspiraciones.

Primero vendrá Osasuna, con el recuerdo aún latente de la remontada de la penúltima jornada, pero con la dificultad de haberse convertido en un hueso fuera de casa y en un pilón a balón parado. El Atleti, que concede más de lo que debería, se va a encontrar con un partido en el que tendrá que picar piedra en un momento en el que las dudas acechan más que las certezas. Miedo y expectativa, porque lo que llegará después será el momento clave de la temporada.

Porque ante el Milan nos jugamos la vida y el ser o no ser, y llegar a ese partido después de haber tropezado ante Osasuna sería desastroso para la moral. La UEFA que no nos tiene en demasiada estima le ha metido un partido más a Griezmann de sanción por lo que tendremos que jugarnos la vida con Correa y Suárez en punta, dos delanteros que, entre ambos, suman la escalofriante cifra de dos goles en Champions con la camiseta del Atleti, uno por cabeza. Como para no tener miedo.


lunes, 15 de noviembre de 2021

Rumiando el último enfado

Suelo ver todos los partidos del Atleti, pero hay momentos y ocasiones que, por planes familiares u otros asuntos de fuerza mayor, me veo obligado a perdérmelos y estar atento a un móvil o una radio para irme enterando del resultado con toda la rabia del mundo por no poder estar sufriendo el juego, porque yo los partidos del Atleti no los disfruto, los sufro como un bellaco.

Durante el fin de semana anterior teníamos programado pasar un par de días en una ciudad a unas cuatro horas de Madrid. Como mi mujer trabaja de noche, esperar a que terminase el partido para poder salir era inviable por lo que salimos después de comer y me aboqué a escucharlo por la radio con la frustración que ello provoca. El caso es que yo a las seis de la tarde era un hombre feliz que tenía que echar gasolina mientras su equipo ganaba por un gol a tres en el descuento. Lo que sucedió después fue algo que, por inesperado, me crispó los nervios hasta el punto de llevarme sin hablar durante el resto del viaje.

Me detuve en la gasolinera con uno a tres y minuto noventa y uno. Reposté, pagué, regresé al coche y cuando vi que el locutor cantaba un gol del Valencia nunca pude esperar que se tratase del gol del empate. Y yo me pregunté ¿Qué demonios pudo pasar en esos cuatro minutos que estuve fuera del coche? ¿Cómo puede ser que a un equipo que se supone aspirante a todo le ocurre algo así? La respuesta es que el equipo se deshace porque no sabe jugar sin futbolistas con personalidad y porque por encajar a Griezmann está trastocando un sistema que parecía perfecto.

Llevo ya semana y pico rumiando el enfado y no consigo que se me pase.

martes, 2 de noviembre de 2021

Enchufar a todos

No es Simeone hombre de rotar en exceso, pero sabe que, de una manera u otra, necesita tener enchufados a todos los jugadores de la plantilla, más aún si tienen ascendencia sobre los demás. Por ello, aunque fui el primero en criticar la insistencia po r poner a Griezmann en un partido donde nos jugábamos el no descolgarnos del vagón de cabeza, estaba claro que había que volver a enchufar a Correa porque le necesitamos y porque, probablemente, sea cabeza de cartel en Anfield dentro de este nuevo sistema de tres delanteros que el gran ideólogo del fútbol defensivo (nótese la ironía) ha establecido para el Atlético de Madrid.

Fue el del Betis un partido de reencuentros y reconciliaciones. La primera, la del Atleti con el fútbol, después de la desidia mostrada ante el Levante y, después, la de Correa y Carrasco con la definición. Los dos futbolistas más importantes en el tramo final de la última liga, volvieron por sus fueros y se convirtieron en dos puñales casi imposibles de frenar por parte del Betis. Pero si el Atleti cuajó un gran partido fue gracias, sobre todo, al aporte de Rodrigo de Paul, un futbolista descomunal que pisa toda la cancha, se sacrifica en defensa y siempre juega la pelota con criterio.

Aquí se dudó de De Paul a principios de verano, no lo voy a negar. Me parecía dudosa la aportación de un jugador que había destacado en un equipo de media tabla de la Serie A. Pero como aquí estamos para envainarla y pedir perdón cuantas veces hagan falta, valga este tachón para dármelas de escribano y poder decir que De Paul es, ahora mismo, un futbolista imprescindible en el equipo. Es el jugador que rompe líneas, el que ve el fútbol con más claridad y el que tiene todas las papeletas para convertirse en capitán general, porque no sólo tiene fútbol sino que tiene jerarquía. Puesto a enchufarlos a todos, Simeone ha conseguido que De Paul sea el termómetro del equipo. No es poco.