lunes, 26 de septiembre de 2022

Dos semanas sin Atleti

Tradicionalmente, los parones de selecciones me han dado mucha rabia, porque generalmente, en este país, no nos interesa el equipo nacional si no juega una fase final y porque, generalmente, siendo este un país de clubes, estamos deseosos de una nueva jornada de liga antes que un partido contra Suiza en un torneo random ideado por la UEFA.

Y como ello nos impide disfrutar de nuestro equipo, frucimos el ceño cada vez que hay un parón de estos y rezamos al cielo para que ninguno de nuestros futbolistas vuelva lesionado, algo que, estando el Atleti por medio es prácticamente imposible. Sin embargo, este último parón lo he disfrutado con la calma de quien sabe que no se va a llevar ningún berrinche, con la tranquilidad de quien sabe que, durante una semana, no estará rumiando una puta derrota en un partido que volvió a salir rana.

Y es que esto es el Atleti de hoy; un equipo que no apetece ver, que nos tortura y que, cuando no juega, en lugar de provocarnos abstinencia, nos provoca tranquilidad. Dos semanas sin Atleti, qué alivio y qué bien hemos dormido. Tan sólo quedan cinco días para volver a sufrir.

viernes, 16 de septiembre de 2022

Miedo

Por primera vez en mucho tiempo siento auténtico pavor ante un partido de fútbol, y es porque, por primera vez en mucho tiempo el equipo vuelve a recordarme al de los años de plomo: inseguro, frágil y con una falta de carácter tan grande que le impide dominar el juego y fortalecerse en defensa. Al primer golpe, como ya se vio en Leverkusen, el equipo se marcha al suelo y es incapaz de levantarse.

Y si te pasa eso contra un peso medio vulgar, imagina si tienes que enfrentarte al campeón del mundo de los pesos pesados y no tú no pasas de peso mosca con complejos. Hubo un tiempo, hace mucho, en el que los derbis se perdían antes de jugar porque éramos un equipo acomplejado y falto de talento. Y hubo un tiempo, no hace tanto, en el que los derbis eran un dolor de muelas para el Madrid porque íbamos con pierna fuerte, cabeza alta y pecho erguido. Y ahora mismo, estamos más cerca de aquello que de esto.

La derrota ante el penúltimo clasificado de la Bundesliga no hizo sino ponernos de cara contra la realidad y es que este equipo no tiene los recursos suficientes para imponerse en ninguno de los partidos. Puede ganar por talento ofensivo algún partido como hizo ante el Celta, pero no tiene jugadores de jerarquía en el medio y, sobre todo, no tiene una buena pareja de centrales porque los dos titulares están más tiempo en la enfermería que en el campo y los dos suplentes son un esperpento digno de espectáculo circense.

Y el lunes a volver a aguantarlos en la oficina, la obra, el bar, el tren, la fábrica y la universidad.

Como para no tener miedo. 

viernes, 9 de septiembre de 2022

Un mal equipo de fútbol

Hay victorias que sanan, sobre todo porque otorgan moral y cierta dosis de optimismo, pero también, al mismo tiempo, son tramposas porque esconden, tras el resultado, el devenir de unos minutos caóticos y el desempeño de un equipo falto de fuerzas y carente de ideas. Si algo deberíamos aprender del partido ante el Oporto es que se puede ganar siendo inferior pero que siendo inferior lo normal no es ganar.

Porque el equipo no logró superar al rival en ninguno de los aspectos del juego. Salvo unos primeros minutos en los que el Oporto anduvo situándose en el campo, el resto del partido fue un dolor de muelas porque ni supimos manejar los repliegues, ni supimos saltar su presión con balón, ni fuimos capaces de imponernos en el medio a pesar de jugar con tres centrocampistas físicos y dos laterales metidos en la línea media.

Pero lo realmente preocupante es que no es un problema puntual sino una constante en lo que hemos visto, ya no sólo esta temporada, sino en buena parte de la temporada anterior. Sin un Trippier que potenciase a Llorente, el equipo perdió su capacidad para sorprender y parece que, con ello, perdió su capacidad para jugar. Y es que ahora mismo ni somos capaces de hacer circular el balón, ni somos capaces de robar una pelota al equipo rival, ni somos capaces de dar, que menos, un buen pase a más de tres metros. Porque en lo que se ha convertido el Atleti, ahora mismo, es en un mal equipo de fútbol.

lunes, 5 de septiembre de 2022

Sin análisis

No se puede hacer un análisis futbolístico del partido en cuanto el mismo estuvo marcado, desde el minuto uno, por la nefasta actuación arbitral por parte de Soto Grado. Un concierto que pitidos y no pitidos que terminó por desquiciar a los nuestros y lograr que la Real no sólo se impusiese por fútbol sino también por permisividad.

Porque la Real Sociedad hizo su partido; pierna fuerte, cortar cualquier conato de contra del Atleti e intentar acogotarnos con juego entre líneas y pases directos a sus extremos. No le salió mal en plan, en gran parte, porque el árbitro dejó de pitar faltas clamorosas al tiempo que repartía las tarjetas en un sólo lado y dejaba ver que, en cualquier momento, nos iba a liar una grande.

Resulta que este año, además, es mucho más barato equivocarse porque las retransmisiones televisivas se han convertido en cómplices del árbitro ¿Que le hacen un penalti a Giménez y otro a Morata? Pasamos a publicidad ¿Que la Real marca con la mano? Esperen sentados ¿Que el árbitro omite la ley de la ventaja en una ocasión clara de gol? Conectamos con nuestros estudios. Y así con todo; faltas flagrantes a Morata, golpes en el tobillo de Joao y agarrones en el área por doquier ¿Ustedes lo han visto? Pues nosotros tampoco. Que pase el siguiente.