domingo, 26 de septiembre de 2021

Pésimas sensaciones

Entendería que el bajón puede ser físico sino fuese porque hace menos de un mes, ante el Villarreal, y durante una hora de presión intensa, hicimos uno de los mejores partidos en los que va de campeonato ¿Qué habría cambiado entonces? ¿Por qué el equipo que reaccionó de manera magistral en Cornellá no es capaz de dar un pase a dos metros contra los dos últimos de la liga? Si es físico, es problemático pero solucionable, basta esperar y que el equipo se ponga a tono y vuelva a recuperar la velocidad de crucero.

El problema es verte fuera de todo cuando te recuperes, porque esto no para y mañana hay un partido en Milán que es más importante de lo que imaginamos. Probablemente el partido más importante en años porque, de perder, correríamos el riesgo de quedar fuera de la Champions demasiado pronto con la secuela psicológica que ello debe conllevar. Secuela que puede arrastrase hasta el fin de semana en el que nos enfrentaremos a un Barça que va recuperando vigor y juventud.

Otra cosa es que sea un problema de vestuario, y eso ya sería un asunto de mayor preocupación. Porque el equipo, que venía de ser campeón, se ha reforzado de manera amorfa y ha llenado el vestuario de tipos de mucho ego y misma posición. Si los Correa, Carrasco, Lemar y Llorente, que remaron como campeones cuando el equipo les necesitó, comienzan a ver que su legado es puesto en duda y su titularidad es puesta en solfa, es posible que las malas caras sean polvos de lodos posteriores. Y las sensaciones, para que nos vamos a engañar, son demasiado pésimas como para ser optimistas.

jueves, 16 de septiembre de 2021

Las clásicas dudas

Comienza la Champions y vuelven las dudas de siempre. Un año más, volvemos a pinchar en el primer partido y comienzan a asolarnos las desilusiones, porque vemos que el equipo no combina, que se atasca, que se pierde en centros imposibles y no pone la voluntad de fuego que le caracteriza para recuperar la pelota con agresividad. Anoche el Oporto nos anuló por completo y si no terminamos perdiendo es porque el VAR aplicó con rigurosidad una norma que alcanzó el absurdo.

Si analizamos la situación con respecto a lo que ocurría la temporada pasada a estas alturas, vemos que el equipo tiene dos puntos más en liga y uno más en Champions. Entonces nos derrotó contundentemente el Bayern tras empatar a cero contra el Huesca, entonces las dudas eran las mismas y entonces los miedos eran los mismos. Queda por ver si el equipo se levantará de igual manera o se dejará atrapar por la disyuntiva mientras trata de encontrar un estilo que se adecúe a la actual plantilla.

La diferencia respecto al año pasado es que este año el grupo de Champions es durísimo. Si el año pasado nos permitimos empatar dos partidos ante la cenicienta Lokomotiv y aún así pasamos, es porque, Atleti y Bayern aparte, los otros dos equipos no tenían demasiada calidad y pudimos agarrarnos a la clasificación gracias a un cabezazo certero de Hermoso en Austria. Este año será diferente; Oporto y Milan van a exigir muchísimo y el Liverpool, si vuelve por sus fueros, será un equipo casi inabordable, con la puntualidad, peligrosa, de que nuestro doble enfrentamiento es contra los reds, lo que significa que jugarán contra nosotros para cerrar la clasificación y puede que cuando jueguen contra Oporto y Milan en las dos últimas jornadas, ya esté clasificados. Basta recordar como el año pasado el Bayern jugó gran parte del partido en el Metropolitano con el carrito del pescado.

lunes, 13 de septiembre de 2021

El enésimo milagro

La primera venida tuvo dos docenas de milagros, exactamente las de una plantilla que parecía una feria ambulante y que, de repente, no sólo fue capaz de sobreponerse a sí misma sino que fue capaz de alcanzar las más altas cotas en la historia del club. Antes de Simeone, muchos de ellos eran almas en pena, tras él, hubo algunos como Gabi, Godín, Tiago, Juanfran o Filipe, que se despidieron como verdaderas leyendas y otros, como Costa o Raúl García, sobreviven en el imaginario colectivo como auténticos adalides de las mejores batallas que disputamos en aquella gloriosa etapa.

Acabada aquella primera gran hornada, Simeone se dedicó a pulir futbolistas hasta conseguir auténticos entregados a la causa. Así, Lucas se convirtió en campeón del mundo, Griezmann en balón de bronce, Savic en un seguro de vida, Correa en el tipo más incisivo del equipo y Llorente en una máquina de matar. Quedaba un tema pendiente, un asunto que le carcomía el cerebro y que no podía dejar sin arreglarlo, porque Simeone sabía que Lemar tenía tanta calidad como el que más y que lo importante era saber devolverle la confianza.

El Lemar que estamos viendo, después de las dudas, los pitos e incluso los abucheos, es un futbolista de una pieza, un jugador al que no le quema la pelota, un jugador que conduce con la elegancia de los artistas, que tiene un guante en la zurda y que busca las paredes con la incisividad de los guerreros. Y además llega a puerta con peligro. Ahora mismo, quien nos lo iba a decir, es el jugador más importante del equipo. El engranaje, el distinto.

Otro milagro del Cholo.

jueves, 2 de septiembre de 2021

Sentimientos encontrados

Duele mucho lo de Saúl. Porque es uno de los nuestros, porque es parte del escudo, porque todos le tuvimos fe hasta el último día y porque cuando un chico de la cantera nos deja, no sólo se va un futbolista, sino que se va un reguero de esencia. Ahora bien, todos estábamos convencidos de que, llegados a esta altura y con veintiséis años, Saúl sería una estrella del fútbol mundial, un centrocampista descomunal que haría del Atleti un gigante y de su calidad un garante ¿Qué ha ocurrido para que no haya sido así? Entre todos le mataron y él solito se murió. No quiere jugar de lateral y la realidad es que ahora mismo no estaba para ser titular en el centro del campo del Atlético, las cosas como son.

Ahora bien, si no está para ser titular en el Atleti ¿Lo está para serlo en el Chelsea? Permítanme que dude. Aquel equipo es campeón de Europa, juega con Jorginho, Kante, Mount y Havertz y es tan difícil entrar en ese cuadrado que tendrá que entrenar duro y demostrar que su bajón ha sido más anímico que futbolístico, porque si algún día vuelve a ser lo que intuyó que iba a ser, Saúl tiene sitio en cualquier equipo del mundo. Si lo consigue, y yo le deseo que sí, nos alegraremos por él pero moriremos de rabia por nosotros, porque nos sigue quedando ese poso de haber perdido a un futbolista que nos podía haber puesto en otra dimensión.

Y luego está el gran dolor. No vamos a negar que Griezmann ha sido uno de los futbolistas más importantes de nuestra historia, pero aquella forma de irse, aquella manera de negociar y aquella despedida tan fría no hace sino restallar las llagas pasadas de quienes le cantaron en su día y hoy supuran en carne viva. Deportivamente es un gran fichaje aunque sentimentalmente sea un disparo en el corazón. Aunque, en su descargo, voy a hacer un inciso: si yo renuevo un contrato y mi cláusula baja a la mitad estoy entendiendo perfectamente el mensaje. Y es que a buen conocedor pocas palabras bastan.