viernes, 28 de febrero de 2020

Vamos a lo que vamos

Como bien dijo nuestro gurú, el mantra debe ser el de ir partido a partido. Sin descentrarse, sin mirar más allá, sin preocuparse por lo que ocurrirá el lunes porque nuestra cabeza sólo vive en el domigo. Porque hay que aprovechar la buena dinámica, hay que seguir en el optimismo y es necesario que el equipo se encuentre de una vez por todas porque hasta ahora sólo ha encontrado un reguero de dudas con pocas certezas.

Porque nos espera un campo de esos que se nos da mal de narices, porque el rival tiene muchas necesidades y sabe que jugar con nuestros nervios puede ser una buena manera de afrontar el juego, porque si dejamos que se metan en el partido, que nos empujen al área, que nos corten el juego en el medio, los nuestros tienen tendencia a la desconexión y es posible que el partido se convierta en la misma desidia de siempre.

Por eso vamos a tener la cabeza en el Espanyol, porque nuestra verdadera misión no es la de pasar de ronda en esta edición de la Champions sino la de disputar la edición del año que viene, porque Sevilla, Getafe y Real Sociedad están apretando la disputa y no podemos permitirnos despistes. Porque el buen juego contra el Villarreal necesita ser refrendado. Porque la liga, como todos sabemos, es la vida. Así que vamos a lo que vamos.

jueves, 20 de febrero de 2020

Pido perdón

Pido perdón por ser hincha de mi equipo, por alegrarme cuando gana, por sentirme orgulloso cuando compite, por darme igual los títulos porque me importan más los colores, porque celebrar un triunfo sea una consecuencia y nunca una causa, por haberme acostado feliz tras el partidazo del Atleti el martes frente al Liverpool.

Pido perdón por no menospreciar al Liverpool, por saber que si no tiro a puerta fue por mérito de mi equipo y por demérito de un equipo que, durante muchos minutos, nos acogotó en el área porque son muy buenos. Porque siguen siendo el mejor equipo del mundo y por ello estamos contentos, porque ganar a los mejores siempre da satisfacción, porque ganar a los mejores siempre es motivo de orgullo.

Pido perdón por ser un perdedor sin Champions en mi palmarés, por no querer a un equipo por el hecho exclusivo de que gane, por ser consciente de que el Liverpool nos puede pintar la cara en el partido de vuelta, por organizar un viaje a Anfield aun sabiendo que nos pueden remontar porque mi dinero lo gasto en el Atleti y no en el resultado. Pido perdón por sentir. Pido perdón por no ser un puñetero superficial.

martes, 18 de febrero de 2020

Volvemos a ser David

Recuerdo la primera vez que nos clasificamos para disputar la Champions League tras aquella del doblete y el gol de Dani que me hizo estampar un walkman contra el suelo. Recuerdo estar en el Calderón escuchando la sintonía de la Champions por vez primera después de una tarde de cervezas y risas con varios aficionados españoles del Liverpool. Recuerdo que aquel día nos enfrentábamos a un equipo que había jugado dos finales de la competición y que partían como favorito en las apuestas como posible ganador. Aquel día, ellos eran Goliath y nosotros David. Doce años después, volvemos a serlo.

Aquel era el Liverpool de Benítez; sobrio, directo, sin resquicios, sin concesiones. El nuestro era el Atleti de Aguirre; dudoso, timorato, acomplejado, lleno de defectos. Esto es el Liverpool de Klopp; espectacular, veloz, concreto, casi invencible. Y el nuestro es el Atleti de Simeone; antaño un dechado de virtudes y ahora un equipo a medio camino entre lo que fue y lo que quiere llegar a ser. Y hay dudas, hay temor, hay complejos y hay defectos. Y eso nos puede matar. Eso nos puede hacer claudicar.

Pero si hay algo que tiene este Atleti del Cholo que no tenía el de Aguirre, es orgullo. Y también vergüenza. Y sabe que puede ser David, pero que tiene la honda en la mano y va a tirar a matar. Nos pueden ganar, incluso masacrar, pero somos el Atlético de Madrid, una familia que ya no sabe rendirse, una pasión que ya no sabe dejar de creer. Nos enfrentamos a Goliath y no sabemos como vencerle, pero sí sabemos cómo intentarlo.

jueves, 13 de febrero de 2020

No quiero dudar

Quisiera no dudar porque el equipo, generalmente, y desde que está El Cholo, ha dado la cara. Muchas veces se la ha partido y otras tantas ha salido airoso de envites que parecían imposibles. Quisiera no dudar porque, como dijo un día el míster "Los míos, a morir mueren", porque aquel ejército de Pancho Villa que intentaba luchar contra el mundo fue un ejemplo de sincera pasión y hoy son los rescoldos de aquello los que deben alimentar el espíritu de lucha de una plantilla que se ha quedado a medio camino entre la fuerza y la estética.

Quisiera no dudar porque hay un capitán en la nave que tiene carácter y conoce el mar de fondo, quisiera no dudar porque otras veces que he dudado me ha tapado la boca, porque otras veces que he sido pesimista he terminado sonriendo, porque se ha empeñado en que enterremos el pasado por más que el pasado regrese una y otra vez a nuestras conciencias cada vez que un reto importante se cruza en nuestro camino.

Pero dudo. Lo siento pero dudo. Dudo porque ya no veo al equipo morder, porque ya no veo al equipo marcar, porque ya no veo al equipo sacar adelante partidos importantes. Porque cada vez que un futbolista del equipo rival tiene la pelota cuenta con cinco metros de libertad para pensar el pase, porque corremos detrás del balón como pollos sin cabeza, porque no ganamos ni un rechace, porque no dominamos las segundas jugadas, porque nos hemos convertido en una pantomima en el juego aéreo. No quiero dudar y dudo. Dudo porque vamos a Mestalla y dudo porque después viene el Liverpool, porque el drama de hoy puede ser la tragedia de mañana. Dudo porque no quiero dudar y porque quiero que me vuelvan a callar la boca. Y dudo que lo consigan.

jueves, 6 de febrero de 2020

Así no se puede

Se puede tener toda la ilusión del mundo, se puede trabajar con ímpetu, con ganas, con esperanza de alcanzar la gloria. Puedes reforzar tu disgusto y decir que quieres ir partido a partido, victoria a victoria, final a final, puedes reforzar tus teorías e intentar llevar tu sistema a la práctica, pero si cada vez que tienes una ocasión clara de gol, tus delanteros la fallan, pues claro, así no se puede.

Puedes intentar reforzar tu plantilla, establecer un orden jerárquico, mirar hacia adelante con tipos que compran tu discurso y lo venden, al mismo tiempo, a los demás, ir a la guerra con un ejército de indios convencidos de que la misión es morir matando, recuperar el espíritu del escudo a base de coraje y corazón, pero si cada año se te va un capitán o te venden a tus mejores jugadores, pues claro, así no se puede.

Puedes diseñar una pretemporada perfecta, con dobles sesiones, ejercicios de refuerzo y tonificaciones musculares, puedes dosificar a los jugadores después de viajes interminables, preparar al equipo para la exigencia, saber en qué tramos te vas a jugar las lentejas y a partir de qué momento has de tener a todos enchufados, pero si cada semana, si cada puñetero día, uno de tus jugadores se lesiona, pues claro que no; así no se puede.

domingo, 2 de febrero de 2020

Como antiguamente

Cuando empecé este blog, hace ya nueve años, el equipo iba en picado y sin paracaídas. Entonces, ilusionado por el futuro, aunque devastado por el presente, decidí titularlo "Volveremos" porque tenía la esperanza de que el equipo, alguna vez, volviese a estar de acuerdo con su historia y con su exigencia y regresase a la élite. Y regresó. Vaya si regresó.

Aquel equipo no tenía juego ni personalidad, en cada derbi se bajaba los pantalones y dejaba que le ultrajasen, no tenía objetivos más allá de ahogarse en su propia ignominia y daba cuatro de arena por cada una de cal. Fue entonces cuando llegó nuestro mesías y le dijo a ese grupo de chavales que eran mejores de lo que creían, que podían competir de tú a tú con los mejores y que dejasen a un lado la vergüenza para abrazarse a la exigencia. Hace ocho años nació uno de los equipos más competitivos de la historia.

Pero ahora estamos regresando, poco a poco, a aquellos tiempos en los que nos atacaba la desidia y nos acompañaba el desencanto. Como antiguamente, hay jugadores que no dan el tipo. Como antiguamente, hay un equipo plagado de nombres sin capacidad para ser un hombre. Como antiguamente, la plantilla se queda corta e incapaz. Como antiguamente, las dudas son más asfixiantes que las certezas. Y, como antiguamente, el Madrid nos ha vuelto a ganar un derbi en su campo. Mucho tiene que espabilar el equipo para que esto no se convierta en un constante "como antiguamente".