viernes, 8 de julio de 2022

Diez años tarde

Axel Witsel es un futbolista que, por su perfil definido, claramente sí necesitamos, el problema es que, como tantos otros, llega con diez años de retraso. Porque está muy bien cubrir posiciones, pero no es lo más conveniente el ponerse a parchear con futbolistas libres de edad tardía sabiendo que, tarde o temprano, tendrá que empezar de nuevo la maquinaria de búsqueda y que no está el Atleti para presentarse al mercado ni con fortaleza ni con credenciales.

Porque también abrazamos a Suárez y su voracidad hace dos temporadas y aquí estamos, dos años después, compuestos y sin nueve, sabiendo que el mercado no nos ofrece oportunidades y que tenemos que rezar para que Cunha explote o para que Morata deje de ser un pesimista del gol. Por ello, además de Witsel, o más allá de Witsel, debería buscarse un tipo sobre el que proyectar el futuro del equipo porque sólo con futbolistas prometedores de forjan unos cimientos de cara al futuro.

Cómo ya se hizo con Giménez, Correa o incluso Saúl, el equipo necesita tipos que aprendan el oficio de jugar en el Atleti, que se empapen, que crezcan y que, cuando den el salto, estén preparados no sólo para jugar sino para ser maestros de los que vienen por detrás. Witsel vendrá un año, dos a lo sumo, quizá lo haga bien y, cuando se marche, volveremos a quedar huérfanos de mediocentro porque en este club gustan más los bandazos y los chollos del mercado que los scoutings y las planificaciones serias.

martes, 5 de julio de 2022

Civitas

El Atleti recibe ciento cincuenta millones de un fondo gestionado por LaLiga con el fin de mejorar sus estructuras e invertir en sus categorías inferiores, con ellos, proyecta la construcción de la futura ciudad deportiva, todo muy idílico, junto al estadio Metropolitano y de repente, oh, sorpresa, encuentra a una inmobiliaria, en busca de activos, como patrocinadora y prestataria del nombre del recinto a pocos meses de iniciar la construcción. Y a mí que me acusan siempre de ser malpensado.

La mafia es una estructura delictiva que actúa en torno al concepto de familia. Tras el capo, siempre hay un comandante dispuesto a ocupar el trono y continuar con la política continuista. En el Atleti, muerto el capo no se acabó la rabia sino que fue el Consegliere Calam el encargado de tomar las riendas y jugar al Monopoly con el sentimiento de miles de aficionados que soñaban con un equipo mejor mientras él cumplía sus sueños de escalar puestos en la lista Forbes.

Escudado por el Cholo y sus magníficos resultados, ha podido sobrevivir en lo alto mientras prometía fuegos artificiales que explotaban antes de ser lanzados. Los globos sonda, como las promesas, están cargados de vacío y finalmente ha quedado constatado que es más importante el chanchullo propio que el beneficio del equipo. Venderán a alguien importante, recuerden, y cuando fichen un sucedáneo los periodistas que celebran barbacoas con él volverán a decir que el Atleti tiene la mejor plantilla de la historia y que un nuevo fracaso irá, de nuevo, en el debe del Cholo y nunca, jamás, en el del que juega al Monopoly con nuestros sentimientos.