jueves, 30 de abril de 2020

Semana de cumpleaños

Primero fue el cumpleaños del equipo y después le tocó al entrenador. Son cincuenta, medio siglo, los que ya contemplan los ojos de Diego Simeone, lo que quiere decir que llegó aquí con cuarenta y uno siendo más joven de lo que soy yo ahora y produciéndome un vértigo semejante al de un partido de vuelta en Anfield.

Cumple cincuenta el tipo que nos sacó del hoyo y nos faltarían palabras para agradecer aunque tenemos alguna para felicitar, nos faltan momentos para olvidar y nos sobran los que podemos recordar, porque, aún con todos los fracasos en bote de cristal, no son nada comparados con el de vivir en la mediocridad donde estábamos situados justo cuando este señor llegó para rescatarnos. Fracasar, ahora, para el Atleti es lo que hace diez años se hubiese considerado como un éxito.

Felicidades, Cholo. Y aunque no vayas a estar otros cincuenta años con nosotros, todos sabemos ya que la importancia vive en el legado y que lo que tú nos has enseñado es que competir es la vida, que el esfuerzo no se negocia y que lo más importante de todo es poder vestir la camiseta del Atleti con orgullo. Hasta lo que no te quieren saben que eres uno de los nuestros. Feliz cumpleaños, míster.

lunes, 27 de abril de 2020

117 años

Has vivido mil historias, decenas de miles de momentos, resultados, alientos, ilusiones, esperanzas, concreciones, decepciones, reflexiones. Te han vilipendiado, te han vendido, te han descendido a los infiernos y han jugado con tu idiosincrasia, te convirtieron en sociedad anónima y dejaste de ser club pero seguiste siendo el equipo de todos aquellos que sentíamos que el alma no nos inundaba el corazón si no estabas tú presente cada domingo.

Te pilla el cumpleaños en pleno confinamiento. No es la primera vez que te encuentras huérfano de juego, huérfano de aliento presencial. Has vivido guerras, huelgas y alguna que otra injusticia, pero aún así nunca has dejado de hacernos vivir, de hacernos sentir esa ilusión que sólo aparece cuando llega un partido y sabemos que, pase lo que pase, vamos a seguir queriéndote más allá del minuto noventa.

Porque cuando alguien elige estar a tu lado sabe que es para siempre y sabes tú también que, con tus devenires y tus excentricidades, tus imprevisibilidades, tus maneras de vivir, has conseguido una legión de fieles curados de espanto, precavidos, alentosos y, sobre todo, fieles a tu causa. Te lo terminamos perdonando todo porque donde hay amor no vemos los defectos.

Feliz cumpleaños, Atleti.

lunes, 20 de abril de 2020

La primera gesta en Anfield

Aquella vez también ganamos, aunque perdiésemos el partido. Aquella vez ganamos porque alcanzamos una final, porque dejamos atrás mil fantasmas y porque nos entregamos a un tipo después de que, durante años, cientos de mercenarios manchasen la camiseta durante temporadas deplorables y míseros partidos de resultado atroz.

Aquel gol de Forlán, a pase de Reyes, tras prolongación de Raúl García, fue un apoteosis que habíamos dejado de sentir desde que el gilismo había matado al equipo. Era volver a creer, volver a nacer, volver a ser. Aquel cántico en la grada; "Volveremos", que dio pie a la creación de este blog, nos hizo sentir vivos. De nuevo, presentes. De nuevo, orgullosos.

Fue un partido sufrido, fiel a nuestra historia, pero con uno de esos finales felices de los que nos habían hablado nuestros padres, como aquellas noches de juventud en las que nos convertíamos en héroes de nuestra propia constancia. El Liverpool de Benítez vivía de sus vicisitudes y el Atleti de Quique buscaba una reconstrucción. Forlán nos dio el suspiro de alivio y Quique ganó su final, ganó su título, pero no ganó su continuidad. La reconstrucción tardó unos años, pero allí se puso la primera piedra.


martes, 14 de abril de 2020

Mitos

La pandemia, como concepto letal, está terminando con la vida de miles de personas, de tal manera que, cuando todo esto termine, seremos muchos los que habremos dejado por el camino la vida de alguien conocido. Más allá de la afectividad, existen sentimientos tan tangibles como el amor y el cariño y que van ligados a nuestro ciclo vital en forma de afición, pasión y deseo. De esta forma, cualquier baja en el firmamento rojiblanco la consideramos como nuestra porque no son jugadores y entrenadores los que se van, sino, siempre, uno de los nuestros.

Peiró fue un interior izquierda de gran precisión y una calidad fuera de órbita. Le apodaron el galgo porque, flacucho y veloz, era capaz de desactivar cualquier defensa con su habilidad, suyos fueron los goles que derrotaron al Madrid en las primeras Copas de España ganada por el Atleti y suyo fue el primer gran traspaso mediático de un club que, durante muchas etapas de su vida, se vio obligado a echar el cierre a su ilusión para poder mantener el pie el chiringuito.

Capón fue un lateral izquierdo de gran coraje y corazón, símbolo de himno y escudo, le tocó la difícil papeleta de suplir al gran Isacio Calleja y cumplió con los honores que su ímpetu prometía. Su carácter y su empeño le llevaron a cumplir con solvencia en otros puestos de riesgo, como el centro de la defensa y el medio del campo. Jugó nueve temporadas en el Atleti, coincidiendo con los gloriosos años setenta en la que se ganaron tres ligas y dos copas, amén de la Intercontinental. Un tipo que se ganó un homenaje y se ganó el corazón de toda una hinchada.

Miguel Jones fue un extremo derecho con tendencia al regate y al rococó, discutido muchas veces, indiscutible otras tantas, formó parte de un equipo que ganó una liga, tres copas y la Recopa con alineaciones de carrerilla que incluían a Jones y Collar en los extremos. El negrito del que hablaba Luis era un tipo peculiar, flacucho y hábil, que buscaba el regate y el centro y encontraba el aplauso y el remiendo. Decían que se regateaba a sí mismo y escuchaba silbidos. Después, regateaba al rival y encontraba al Metropolitano puesto en pie. Así como los buenos toreros.

Radomir Antic fue el tipo que nos devolvió la felicidad. Durante los años oscuros del gilismo, cuando los proyectos se fundían y Koseckis y Rochas ocupaban fichas de extranjero al tiempo que los nacionales pasaban de largo sin capacidad para ganarse una parcela de cariño, el tipo serbio, con pasado madridista, llegó para enseñar a muchos a jugar al fútbol y para enseñar a otros a ganar. Se trajo a Pantic y con él llegó el milagro de los panes y los peces. Se labró el fútbol, se hilvanó la estrategia y se ganó un doblete. Imposible olvidar la felicidad del año en el vivimos peligrosamente.

Se marcharon cuatro personas que, rojiblanco mediante, se convirtieron en mitos. La pandemia está haciendo estragos en las familias y nos está permitiendo conocernos a nosotros mismos y a conocer la historia de nuestros antepasados. El Atleti ha perdido a cuatro leyendas, cuatro referentes de épocas pasadas que nos pusieron en lo más alto del pedestal. Aprender de ellos es aprender a defender unos colores que, como dijo el genio, son nuestra forma de ser.

viernes, 3 de abril de 2020

La primera exhibición

El nuevo Atleti, personificado en la persona de Diego Simeone, aquel que recuperó el espíritu de la osa y el madroño, aquel que nos hizo volver a saber el valor de la camiseta, empezó a cuajar mediada la temporada 2011-2012 después de un comienzo horrible y unas primeras bases esperanzadoras. Alcanzado el final del invierno, el Atleti empezó a caer, pero ya había hecho lo más importante: uno, hacer creer a su hinchada que allí había un comienzo; dos, hacer creer a los jugadores que allí había un proyecto.

Llegada la primavera, el equipo tenía alguna opción de alcanzar el cuarto lugar y, sobre todo, estaba más que vivo en la Europa League, competición en la que había puesto todas sus esperanzas. Todo había sido bonito hasta entonces en la competición europea y, de repente, como en 2010 nos volvió a tocar el Valencia, esta vez en semifinales.

Lo que vino fue un partido tan espectacular como inolvidable. Diego Ribas en plan mandón, Arda Turan en plan reivindicativo, Gabi como un líder insondable y Adrián López como un genio en ciernes. El gol del Asturiano, mediado el segundo tiempo, fue la consagración de un tipo que, en su año de gracia, supo poner en pie el Calderón como hacía tiempo que nadie lo hacía. Aquello era el principio de un sueño, el principio de una época que situó al club en lo más alto del escalafón continental. Después vinieron más noches grandes, tantas que hasta nos terminamos acostumbrando.