lunes, 5 de diciembre de 2022

Un fracaso de todos

El fracaso, normalmente, suele escribirse con letras mayúsculas porque denota estrépito y desilusión, porque es como una bomba que estalla cuando no lo esperamos y porque deja en paños menores a todo aquel implicado que en el concurso con el escarnio y la vergüenza que supone tener que reconocer los deméritos y dar la cara ante quien pide cuentas pagadas de antemano. El devenir de Joao Félix en el Atleti ha sido todo un fracaso y todas las partes han tenido su granito de culpa ya que no es normal que un tipo que atesora toda la calidad técnica del mundo haya sido incapaz de hacerse con el mando en plaza de un equipo que lleva años luchando entre la nobleza del fútbol europeo.

El primer fracaso es, principalmente, del jugador, a quien nunca se le ha visto con el suficiente carisma y, sobre todo, con la suficiente actitud como para querer comerse el escudo, el estadio y a los equipos rivales. El pretexto de que el sistema del entrenador no está hecho para él es tan manido que, de recurrente, se ha convertido en excusa de mal pagador. Futbolistas de fútbol de salón tuvo el Atleti varios y todos crecieron en torno a Simeone: Diego, Arda, Griezmann, Saúl o Correa. El principal problema reside cuando quieres que la pelota te llegue siempre a los pies y eres incapaz de bajar al barro para salpicarte en cada lance comprometido.

No se puede exculpar tampoco al entrenador, artífice directo de las aspavientos e incomodidades del jugador. A medida que han ido pasando las temporadas, Simeone ha ido aceptando retos con la convicción de que cada riesgo tomado terminaría siendo una apuesta ganadora. De esta manera convirtió a Koke en magnífico interior, a Raúl García en un punta inapelable, a Griezmann en balón de bronce o a Llorente en un todoterreno difícil de aplacar. Muy pocos futbolistas se han marchado rindiendo menos que cuando llegaron y muy pocos han vuelto a alcanzar, fuera del Atleti, el cénit que consiguieron bajo las órdenes de Simeone. Si con Joao no ha conseguido más allá de un par de partidos excitantes y varios momentos puntuales, es porque no ha sabido transmitirle su verbo y, sobre todo, ha conseguido hartarle con su palabra.

Y luego está el club, quien va a devaluar a su mejor activo con una venta improvisada en un mercado de urgencias. Esta venta, en verano, con todos los grandes al acecho de cara a reforzar sus plantillas y planificar sus temporadas, sería una tajada importante, pero en enero no será más que un dame lo que puedas y yo me quito el problema. El mensaje, a todos los jóvenes que puedan estar en el radar del club es que, con la venta de Joao y Cunha, sus dos más firmes promesas, el Atleti no está dispuesto a esperar a nadie y no es un lugar para progresar. Por ello, el equipo no sólo será más viejo y más pesado sino que tendrá menos talento y menos recursos para ganar. Vienen días tristes y este fracaso los representará dentro de poco tiempo.

sábado, 3 de diciembre de 2022

Escombros

El mundial ha dejado en evidencia a los jugadores del Atlético de Madrid, más cercanos a ser un escombro físico que a ser auténticos valladares de importancia en sus selecciones. Al principio de la concentración se habló mucho de lo mal que Luis Enrique había visto a Morata en el aspecto físico; un tipo que juega con la ventaja de su cuerpo y su velocidad se estaba viendo superado en los entrenamientos. Pues bien, esto es así durante el último año, o incluso durante los últimos dos.

Al menos, más allá del juego, Morata está respondiendo con goles, pero los minutos de Koke, al que quiero tanto, han dado pena y Llorente, igual que Correa en Argentina, ni siquiera van a contar para su seleccionador. Punto y aparte son Witsel y Carrasco, dos verdaderas rémoras y, volviendo a Argentina, De Paul y Molina son una serie de catastróficas desdichas. Salvo Griezmann, el mejor del Atleti en lo que va de año y algún destello de Joao Félix, tampoco vayamos a exagerar, el resto han dado más pena que otra cosa.

Y el responsable de todo, mientras tanto, junto a Giménez rumiando la eliminación de una Uruguay que no ha sabido encontrarse hasta el último partido. Después de su gran trabajo regresará para que nuestros futbolistas sigan arrastrándose y jugando, en cada partido, con la lengua fuera y corriendo detrás de unos rivales que siempre van a una velocidad o dos más que ellos. Y es que lo que eran futbolistas fiables, ahora son solo un puñado de escombros.

lunes, 21 de noviembre de 2022

El mejor gestor

El mejor gestor del mundo según la empresa financiada por su amigo Mendes tiene una capacidad inversamente proporcional entre gestionar con eficiencia un club de fútbol y escalar posiciones en la lista Forbes de los más ricos del país, porque cuánto más dinero gana a lomos de Gilmar, más pequeñito se hace el Atleti y con menos capacidad para competir año tras año tras haberse establecido en la élite y ser, supuestamente, un club que debería ser un gran generador de ingresos.

Ni contratos televisivos, ni patrocinios, ni diez años seguidos en Champions, ni merchandising. El Atleti es un club que sobrevive a base de deudas y costalazos. En 2022, según datos de Rubén Uría para Goal, la deuda con terceros aumentó en setenta millones, ascendiendo hasta los quinientos noventa y dos. Una salvajada. Pero ahí no queda la cosa. A día de hoy, el club adeuda un montante de noventa y dos millones de euros en fichas a los jugadores de la plantilla. Luego nos extrañaremos de que se toquen los huevos.

Porque no podemos dar por hecho que los futbolistas son ecos de sentimiento. Casi ninguno, salvo Koke y Saúl, ha mamado el Atleti desde niño y los pocos que quizá sientan la camiseta también saben que tienen un deber con la vida y un propósito de enmienda con el lujo que les invita a seguir viviendo sea de rojiblanco o sea de otro color. Ellos son mercenarios, mal que nos pese e igual que les adoramos cuando lo hacen bien, no está mal comprenderlos cuando lo hacen mal y el motivo es económico. Yo los odio un poco, no lo voy a negar, pero cuando hay un problema es bueno ir siempre a la raiz para extirpar las malas hierbas y allí, asentados desde hace cuarenta años, hay un hombre con la cara torcida y otro con un pelo peluca. Ellos son el mal. Que nadie nos engañe.

martes, 8 de noviembre de 2022

Guerra civil

Resulta que ahora a todos les gusta ganar. Hombre, pues claro. Pero todos ellos, o muchos, al menos, han olvidado gracias a quien hemos ganado más que antes durante esta última década y, sobre todo, olvidan que cuantos mejores jugadores se han tenido, más se ha ganado y que los milagros, aparte de los muchos que ya hizo, alguno no muy lejano, están en la biblia y que el césped, ese maldito juez que dictamina quien realmente está capacitado para triunfar, está dictando una dura sentencia contra nosotros.

Todo esto en una época en la que el vecino gana mucho y, claro, eso jode todavía más porque hay que aguantarles en la calle, en la oficina, en el portal, en el bar o en las emisoras de radio. Y eso cuesta mucho. Y les gustaría ser como ellos, claro, pero no tienen en cuenta que si el Atleti hubiese tenido a Modric o a Benzema durante un tiempo, no hubiesen aguantado más de dos temporadas en el equipo porque los hubiesen vendido como ya hicieron con Torres, con Agüero, con Falcao, con Filipe, con Diego Costa, con Arda, con Rodri, con Griezmann o con Thomas.

Porque en el Atleti, la estabilidad, sólo cuenta si está en la cuenta corriente de los que mandan. Ambos han subido posiciones en la lista Forbes mientras el club se desangra sin un sólo jugador con la mínima personalidad para tirar del equipo hacia arriba. El equipo cada vez en peor y al final, el pato lo paga el entrenador, ese mismo que, sin sus mejores futbolistas, año tras año, ha conseguido meter al equipo entre los tres primeros. "Necesitamos una estabilidad de diez años jugando Champions" ¿Recuerdan? Pues otra gran mentira. Y mientras tanto, nosotros en guerra civil interna porque el entrenador no pone al delantero portugués.

martes, 25 de octubre de 2022

Montaña rusa

La montaña rusa en la que nos ha montado el Atleti durante esta temporada nos tiene aturdidos, con miedo en instantes previos, con euforia en algunos descensos y con furia desmedida al final de algunos giros, porque el Atleti se ha empeñado en hacer de un tobogán su temporada, de un doble loop sus partidos y de un final inesperado sus pronósticos.

Porque igual se puede ganar en Valencia y Sevilla que no ser capaz de hacerle un gol al Brujas en dos partidos, porque se puede ser un titán en Bilbao y, a los tres días, ser un gatito inofensivo contra un Rayo capaz de ponerte contra la cuerdas y ser merecedor de llevarse el partido, porque hemos jugado en liga en campos infernales y no hemos perdido ninguno mientras no hemos sido capaz de ganar en los campos del decimocuarto de la Bundesliga y el tercero de la liga belga.

Por eso estamos expectantes, y muertos de miedo también, ante el crucial choque del miércoles ante el Bayer Leverkusen. Porque después de ganar en el Villamarín mostrando solidez y contundencia durante tres cuartos del partido, lo lógico sería pensar que vamos a ganar a los alemanes y poner la vista en el definitivo duelo de Oporto, pero, amigo, lo mismo sale el Atleti apático de tantas tardes, se cae por el pozo de la desidia y la frustración y caemos en picado a la eliminación de la Champions. Porque en esta montaña rusa, todo es posible.

lunes, 17 de octubre de 2022

Cuando el Atleti se parece al Atleti

Cuando el Atleti se parece al Atleti, los rivales ponen cara de mascar chapa, se encuentran con un muro constante, han de dar el doble de lo que necesitan, corren sin conocimiento y muchas veces ven sus frustraciones estrelladas contra un muro. Las ocasiones son cuentagotas, el balón encuentra un pulpo de ocho piernas y un coloso de diez brazos, las carreras son resuellos y los duelos son combates. Los finales son agonías y los principios son desganas.

Cuando el Atleti se parece al Atleti, nuestros jugadores son titanes, ídolos de acero, dioses en pantalón corto a los que sabemos adorar. Los robos son un ejercicio de fe y las llegadas un programa de finalización exacta. Las combinaciones se hacen con la cabeza levantada y los hombros firmes, los controles se orientan hacia adelante y cuando se pierde un balón, el equipo va en bloque a defender a su compañero.

Cuando el Atleti se parece al Atleti, nosotros somos las personas más orgullosas del mundo, se nos escapan los piropos, los gritos se convierten en canciones de alegría, el bufandeo, siempre sincero, se convierte en coreografía, los pulmones se hinchan, las manos se calientan, la garganta se enciende, los ojos se humedecen y dormimos a pierna suelta porque sabemos que somos hinchas del mejor equipo del mundo.

Ojalá el Atleti se pareciese más veces al Atleti.

lunes, 10 de octubre de 2022

Jugamos muy mal

Jugamos muy mal. Porque el equipo no termina de encontrar el esquema de juego, porque Witsel aún no se ha acoplado al mediocentro, porque los laterales son carrileros y no ayudan en la iniciación, porque Koke se encuentra solo en tres cuartos y porque, como cada año, falta calidad al tiempo que sobran excusas.

Jugamos muy mal. Porque la jerarquía, a un equipo, se la dan tres posiciones; el cuatro, el cinco y el nuevo y nosotros ahí tenemos a un cojo (que me perdone Giménez), a un viejo (que me perdone Witsel) y a un inútil (que me perdone Morata), y sin mimbres es difícil hacer un cesto y sin cesto es muy difícil recoger una cosecha medianamente provechosa.

Jugamos muy mal. Porque no sabemos presionar la salida de balón del equipo contrario y sus mediapuntas encuentran siempre un océano entre líneas, porque cuando recuperamos, si lo hacemos, existe todo un mundo por recorrer entre el delantero que conduce y los apoyos que siempre llegan desde atrás. De esta manera cualquier contragolpe se difumina, cualquier pelota termina atrás y cualquier falta de ideas termina en un pelotazo arriba. Y de nuevo, vuelta a empezar y vuelta a sufrir, porque jugamos rematadamente mal.

lunes, 26 de septiembre de 2022

Dos semanas sin Atleti

Tradicionalmente, los parones de selecciones me han dado mucha rabia, porque generalmente, en este país, no nos interesa el equipo nacional si no juega una fase final y porque, generalmente, siendo este un país de clubes, estamos deseosos de una nueva jornada de liga antes que un partido contra Suiza en un torneo random ideado por la UEFA.

Y como ello nos impide disfrutar de nuestro equipo, frucimos el ceño cada vez que hay un parón de estos y rezamos al cielo para que ninguno de nuestros futbolistas vuelva lesionado, algo que, estando el Atleti por medio es prácticamente imposible. Sin embargo, este último parón lo he disfrutado con la calma de quien sabe que no se va a llevar ningún berrinche, con la tranquilidad de quien sabe que, durante una semana, no estará rumiando una puta derrota en un partido que volvió a salir rana.

Y es que esto es el Atleti de hoy; un equipo que no apetece ver, que nos tortura y que, cuando no juega, en lugar de provocarnos abstinencia, nos provoca tranquilidad. Dos semanas sin Atleti, qué alivio y qué bien hemos dormido. Tan sólo quedan cinco días para volver a sufrir.

viernes, 16 de septiembre de 2022

Miedo

Por primera vez en mucho tiempo siento auténtico pavor ante un partido de fútbol, y es porque, por primera vez en mucho tiempo el equipo vuelve a recordarme al de los años de plomo: inseguro, frágil y con una falta de carácter tan grande que le impide dominar el juego y fortalecerse en defensa. Al primer golpe, como ya se vio en Leverkusen, el equipo se marcha al suelo y es incapaz de levantarse.

Y si te pasa eso contra un peso medio vulgar, imagina si tienes que enfrentarte al campeón del mundo de los pesos pesados y no tú no pasas de peso mosca con complejos. Hubo un tiempo, hace mucho, en el que los derbis se perdían antes de jugar porque éramos un equipo acomplejado y falto de talento. Y hubo un tiempo, no hace tanto, en el que los derbis eran un dolor de muelas para el Madrid porque íbamos con pierna fuerte, cabeza alta y pecho erguido. Y ahora mismo, estamos más cerca de aquello que de esto.

La derrota ante el penúltimo clasificado de la Bundesliga no hizo sino ponernos de cara contra la realidad y es que este equipo no tiene los recursos suficientes para imponerse en ninguno de los partidos. Puede ganar por talento ofensivo algún partido como hizo ante el Celta, pero no tiene jugadores de jerarquía en el medio y, sobre todo, no tiene una buena pareja de centrales porque los dos titulares están más tiempo en la enfermería que en el campo y los dos suplentes son un esperpento digno de espectáculo circense.

Y el lunes a volver a aguantarlos en la oficina, la obra, el bar, el tren, la fábrica y la universidad.

Como para no tener miedo. 

viernes, 9 de septiembre de 2022

Un mal equipo de fútbol

Hay victorias que sanan, sobre todo porque otorgan moral y cierta dosis de optimismo, pero también, al mismo tiempo, son tramposas porque esconden, tras el resultado, el devenir de unos minutos caóticos y el desempeño de un equipo falto de fuerzas y carente de ideas. Si algo deberíamos aprender del partido ante el Oporto es que se puede ganar siendo inferior pero que siendo inferior lo normal no es ganar.

Porque el equipo no logró superar al rival en ninguno de los aspectos del juego. Salvo unos primeros minutos en los que el Oporto anduvo situándose en el campo, el resto del partido fue un dolor de muelas porque ni supimos manejar los repliegues, ni supimos saltar su presión con balón, ni fuimos capaces de imponernos en el medio a pesar de jugar con tres centrocampistas físicos y dos laterales metidos en la línea media.

Pero lo realmente preocupante es que no es un problema puntual sino una constante en lo que hemos visto, ya no sólo esta temporada, sino en buena parte de la temporada anterior. Sin un Trippier que potenciase a Llorente, el equipo perdió su capacidad para sorprender y parece que, con ello, perdió su capacidad para jugar. Y es que ahora mismo ni somos capaces de hacer circular el balón, ni somos capaces de robar una pelota al equipo rival, ni somos capaces de dar, que menos, un buen pase a más de tres metros. Porque en lo que se ha convertido el Atleti, ahora mismo, es en un mal equipo de fútbol.

lunes, 5 de septiembre de 2022

Sin análisis

No se puede hacer un análisis futbolístico del partido en cuanto el mismo estuvo marcado, desde el minuto uno, por la nefasta actuación arbitral por parte de Soto Grado. Un concierto que pitidos y no pitidos que terminó por desquiciar a los nuestros y lograr que la Real no sólo se impusiese por fútbol sino también por permisividad.

Porque la Real Sociedad hizo su partido; pierna fuerte, cortar cualquier conato de contra del Atleti e intentar acogotarnos con juego entre líneas y pases directos a sus extremos. No le salió mal en plan, en gran parte, porque el árbitro dejó de pitar faltas clamorosas al tiempo que repartía las tarjetas en un sólo lado y dejaba ver que, en cualquier momento, nos iba a liar una grande.

Resulta que este año, además, es mucho más barato equivocarse porque las retransmisiones televisivas se han convertido en cómplices del árbitro ¿Que le hacen un penalti a Giménez y otro a Morata? Pasamos a publicidad ¿Que la Real marca con la mano? Esperen sentados ¿Que el árbitro omite la ley de la ventaja en una ocasión clara de gol? Conectamos con nuestros estudios. Y así con todo; faltas flagrantes a Morata, golpes en el tobillo de Joao y agarrones en el área por doquier ¿Ustedes lo han visto? Pues nosotros tampoco. Que pase el siguiente.

miércoles, 31 de agosto de 2022

Reguilón

Ya no es sólo que el tipo tenga el mismo sentimiento atlético que una ameba, que también cuenta, y mucho, es que, principalmente no es un jugador que necesitemos, no mejora a Lodi, no se entiende el movimiento con Manu Sánchez en Osasuna y no sabemos qué va a pasar con Carrasco siempre y cuando esa posición es puramente suya y el equipo donde de verdad cojea es en el lateral derecho.

No es sólo que no sea un jugador que no necesitemos, es que además viene del ostracismo, lesionado y con una mala perspectiva en cuanto a su acople al equipo ya que en cuanto se vista de corto va a ser recibido de uñas por la afición lo que habrá que ver si le afecta o, por el contrario le motiva como ya les pudo ocurrir a Llorente y Morata. Es que el equipo se desangra por el medio y nosotros sólo reforzamos los costados.

Y no es sólo uno más, es que ya son demasiados. Porque da la sensación de que no somos capaces de dar oportunidades a jugadores de nuestra cantera y, sin embargo, estamos deseando ver como un canterano del Madrid se aleja de la Castellana para echarle el guante y hacerle creer que toda su religión ha sido apócrifa. Está bien lo de poner de ejemplo a Juanfran o a Filipe, incluso a Llorente chirriándonos más, pero es que aquellos, al menos, eran jugadores extraordinarios y todos tenemos la impresión de que con Reguilón hemos fichado a un futbolista más bien mediocre.

jueves, 25 de agosto de 2022

Bien y mal

Imaginen la siguiente escena:

- Ante el lanzamiento de un objeto contundente a la cabeza del jugador Antoine Griezmann ¿Qué tiene que alegar el acusado en su defensa?

- Es que, mire usted, resulta que jugaba con nosotros y en el mejor momento de su carrera decidió irse al Barcelona por dinero.

- No diga más, agresión justificada, caso cerrado.


Esto, que parece burdo, algunos lo encuentran hasta justificado.

Y es que la vida, simplificando el análisis y relativizando la conciencia, las cosas tan sólo pueden dividirse en dos categorías: las que están bien y las que están mal.

Yo tengo muy claro en qué lado estoy y en qué lado no quiero estar.

jueves, 18 de agosto de 2022

La vieja aristocracia

La vieja aristocracia jamás se llevó bien con la nueva burguesía. En una época en la que los rentistas dejaron de tener todo el poder, vieron con recelo como los nuevos ricos, descendientes de artesanos y labriegos que habían sabido hacer del comercio su modus vivendis, iban ocupando su lugar en lo alto del escalafón social. Eran nuevos tiempos y nuevas maneras de generar influencias, los diezmos se apagaban y los nuevos ricos se negaban a rendir pleitesía.

Hace poco más de diez años, el Atleti era un aspirante a burgués con más deudas que realidades y más remiendos que esperanzas en el corazón. El pastel del fútbol se lo seguían repartiendo los viejos aristócratas mientras que los nuevo burgueses, apoyados económicamente por el dinero del petróleo, amenazaban con ocupar su lugar en el escalafón social al tiempo que irrumpían en la fiesta como un elefante en una cacharrería. Fueron ellos los que se llevaron a Agüero, a Falcao y a Costa y nos dejaron sin gol al tiempo que aprendíamos a soñar gracias a la labor de nuestro maestro artesano.

Porque Simeone iba cincelando un equipo con remiendos al tiempo que perdía sus mejores materiales. Sabiendo la fortaleza está en el grupo, se acostumbró a dominar las fieras y hacerles saber que siendo un equipo jamás saldrían derrotados. Por ello hoy el Atleti es un miembro más de la alta burguesía y cuando la vieja aristocracia cree haber perdido su lugar, se revuelve en su trono y sale, espada en mano, a reclamar lo que es suyo. Lo hace en forma de oferta sobre Cunha y sobre Joao. Si la decisión correspondiese al maestro artesano, dormiríamos tranquilos, pero sabiendo que la última palabras es del tipo que robó el club y jugó con él al Monopoly, pues la verdad es que es fácil volver a sentirse un miembro del vulgo e intuir que te van a robar las ilusiones con una puñalada trapera en la espalda.

viernes, 5 de agosto de 2022

La Champions del verano

Se lo comentaba el otro día a un amigo mientras él me dedicaba una sonrisa de complicidad. Sé que suena a exagerada la comparación, pero durante nuestra infancia, el Carranza era algo así como la Champions del verano. Por eso, cuando el Atleti jugaba el torneo, todos lo mirábamos con curiosidad y pasión sabiendo que aquel era un escaparate inigualable y que el nivel del Carranza era un buen termómetro para medir la temperatura del equipo de cara a la temporada.

En aquellos Carranzas de antaño despedimos sin saberlo a Gárate, supimos que Ayala era un puñal, descubrimos a Dirceu primero para hacer lo mismo con Kiko más tarde, entre medias, Rubén Cano se hizo carne en forma de gol, supimos que Pantic no era una milonga, creímos ciegamente en Juninho, nos agarramos a un clavo en los años de plomo, conocimos el potencial de los bisoños Saúl y Giménez y supimos que Correa era un chico diferente.

Lo de anoche no tuvo mucha historia y no tiene mucho que destacar aparte de que Witsel va a ser central en muchos partidos y que, si lo hace como ayer, va a ser un jugador muy importante y más que solvente. Anotaron los malditos de Simeone, Morata y Saúl y Griezmann se desquitó con un gol en un partido que ya estaba finiquitado. Vamos rodando poco a poco en espera de enfrentarnos a la Juve y empezar con truenos en Getafe. Ya tengo miedo. Lo siento, soy así. Mientras tanto me consuelo pensando que hemos levantado la Champions del verano.

lunes, 1 de agosto de 2022

Reinildo y diez más

Ya ocurrió con Pantic. Aquel desconocido llegó al Atleti, todos torcimos el hocico y dijimos "Menudo pufo nos va a enchufar aquí el Yugoslavo este". De Antic desconfiábamos porque no hacía mucho se había declarado madridista y porque, pese a ser despedido de malas maneras como primer entrenador, incluso yendo primero, terminó la temporada 1991-92 como secretario técnico blanco en muy buena sintonía con el presidente Mendoza. Por ello mirábamos con recelo al entrenador y mirábamos con recelo al tipo enclenque que se presentó en el Carranza con unos pantalones que le venían grandes.

Porque el tipo tenía casi treinta años y nosotros nos preguntábamos que hacía un tipo con treinta años en un equipo de media tabla de la liga griega. No puede ser tan bueno como dicen. Imposible. Y resulta que el tipo en el primer balón que toca clava una falta directa por la misma escuadra. Sonreímos. Esto ha sido potra, parece que la pega bien, pero no puede ser tan bueno. Y, joder, era bueno. Era muy bueno. Tan bueno que gracias a su pie derecho cabalgamos durante la temporada en el caballo ganador y nos apuntamos un doblete histórico que aún resuena en nuestra memoria. Fue el año de Molina, Geli, Solozábal, Santi, Toni, Vizcaíno, Caminero, Simeone, Kiko y Penev, pero sobre todo fue el año de Milinko Pantic, el tipo que llegó de la nada para ocupar un lugar privilegiado en nuestros corazones, y el año de Radomir Antic, el tipo que se redimió de su pasado y se hizo dueño de nuestros mejores sueños.

Algo muy parecido ocurrió durante el pasado invierno cuando llegó al Atleti Reinildo Mandava. Fuimos muchos los que desconfiamos. Si este tipo, con veintiocho años, no ha pasado del Lille, tan bueno no será. Para más inri, durante sus dos primeros partidos cometió dos errores que significaron goles en contra y nos echamos las manos a la cabeza. Hemos salido de Málaga y nos hemos metido en Malagón. Pero resultó que no, que íbamos camino del paraíso defensivo gracias a su lectura, su colocación y su capacidad para competir. Hasta tal punto que ahora mismo el Atleti, mientras busca un esquema e intenta acoplar de la mejor manera posible a sus mejores futbolistas, tiene un precepto claro y conciso: Somos Reinildo y diez más.

viernes, 8 de julio de 2022

Diez años tarde

Axel Witsel es un futbolista que, por su perfil definido, claramente sí necesitamos, el problema es que, como tantos otros, llega con diez años de retraso. Porque está muy bien cubrir posiciones, pero no es lo más conveniente el ponerse a parchear con futbolistas libres de edad tardía sabiendo que, tarde o temprano, tendrá que empezar de nuevo la maquinaria de búsqueda y que no está el Atleti para presentarse al mercado ni con fortaleza ni con credenciales.

Porque también abrazamos a Suárez y su voracidad hace dos temporadas y aquí estamos, dos años después, compuestos y sin nueve, sabiendo que el mercado no nos ofrece oportunidades y que tenemos que rezar para que Cunha explote o para que Morata deje de ser un pesimista del gol. Por ello, además de Witsel, o más allá de Witsel, debería buscarse un tipo sobre el que proyectar el futuro del equipo porque sólo con futbolistas prometedores de forjan unos cimientos de cara al futuro.

Cómo ya se hizo con Giménez, Correa o incluso Saúl, el equipo necesita tipos que aprendan el oficio de jugar en el Atleti, que se empapen, que crezcan y que, cuando den el salto, estén preparados no sólo para jugar sino para ser maestros de los que vienen por detrás. Witsel vendrá un año, dos a lo sumo, quizá lo haga bien y, cuando se marche, volveremos a quedar huérfanos de mediocentro porque en este club gustan más los bandazos y los chollos del mercado que los scoutings y las planificaciones serias.

martes, 5 de julio de 2022

Civitas

El Atleti recibe ciento cincuenta millones de un fondo gestionado por LaLiga con el fin de mejorar sus estructuras e invertir en sus categorías inferiores, con ellos, proyecta la construcción de la futura ciudad deportiva, todo muy idílico, junto al estadio Metropolitano y de repente, oh, sorpresa, encuentra a una inmobiliaria, en busca de activos, como patrocinadora y prestataria del nombre del recinto a pocos meses de iniciar la construcción. Y a mí que me acusan siempre de ser malpensado.

La mafia es una estructura delictiva que actúa en torno al concepto de familia. Tras el capo, siempre hay un comandante dispuesto a ocupar el trono y continuar con la política continuista. En el Atleti, muerto el capo no se acabó la rabia sino que fue el Consegliere Calam el encargado de tomar las riendas y jugar al Monopoly con el sentimiento de miles de aficionados que soñaban con un equipo mejor mientras él cumplía sus sueños de escalar puestos en la lista Forbes.

Escudado por el Cholo y sus magníficos resultados, ha podido sobrevivir en lo alto mientras prometía fuegos artificiales que explotaban antes de ser lanzados. Los globos sonda, como las promesas, están cargados de vacío y finalmente ha quedado constatado que es más importante el chanchullo propio que el beneficio del equipo. Venderán a alguien importante, recuerden, y cuando fichen un sucedáneo los periodistas que celebran barbacoas con él volverán a decir que el Atleti tiene la mejor plantilla de la historia y que un nuevo fracaso irá, de nuevo, en el debe del Cholo y nunca, jamás, en el del que juega al Monopoly con nuestros sentimientos.

lunes, 6 de junio de 2022

La venta de humo de cada verano

Primero hay que cobrar los abonos porque para que haya un engaño siempre ha de haber un incauto. Y estos somos todos lo que, año tras año, dejamos parte de nuestros ahorros en el Atleti por tradición, amor y esperanza. Una vez trincado el dinero vendrá la realidad, pero, mientras tanto, tendremos entretenido al personal con la particular venta de humo de cada verano para, así, poder tenerlos alerta e ilusionados ante un proyecto que terminará salvando la mano milagrosa del entrenador.

Por eso es importante filtrar nombres; ya sean Darwin Núñez, Carlos Soler, Nahuel Molina o incluso Gundogan. Porque para que los peces piquen, necesitan siempre un cebo. Y cuando el pez esté en el anzuelo, lo manejaremos a nuestros gusto y diremos que la economía no es la más voluble, que en tiempos de vacas flacas hay que guardar y que, si queremos que alguien entre, otros tendrán que salir.

Y entonces perpetrarán la venta de Carrasco, o la de Correa, o la de Oblak, y volverá Morata, o vendrá Raúl de Tomás y el equipo será un poquito peor, como cada año, y le tirarán a Simeone el fracaso a la cara y los que están en la lista Forbes se irán de rositas y uno de ellos callará y el otro saldrá de un bar, con los mofletes colorados, diciendo que tenemos un equipo extraordinario y que los futbolistas juegan donde quieren. Me lo conozco todo de memoria ya.

lunes, 23 de mayo de 2022

Aprobado

Si hace doce, trece o catorce años, nos dicen que hemos quedado terceros en la clasificación final, todos nos daríamos abrazos, nos repartiríamos albricias y nos daríamos por satisfechos viendo como nuestros pequeños sueños de ínfima grandeza se hacían un poquito realidad. Porque hace doce, trece o catorce años, cuando no le ganábamos al vecino ni a las chapas y cuando ser sexto era poco más que un logro, no podíamos imaginar terminar en el podio de la liga y creer que podríamos aspirar aún a más.

Pero este equipo ha crecido. Hasta el punto de que nuestras expectativas se han superado y nuestras exigencias se han puesto en el listón histórico de la institución. Simeone ha hecho un trabajo extraordinario llevando su vehículo a meta mientras sus propios dirigentes le ponen palos en las ruedas y el ruido mediático trata de desconcentrarle sin demasiado éxito. No tenemos la mejor plantilla de nuestra historia y por ello no podemos exigir todo, pero venimos de ser campeones y ha resultado demasiado frustrante verse fuera de casi todo a varios meses del final de la temporada.

Por eso la nota no puede pasar del aprobado. Aprobado porque se ha conseguido el objetivo mínimo y se ha competido bien en Champions pese a caer en cuartos de final, pero no más de un aprobado porque hemos perdido contra los tres equipos descendidos, porque no le hemos sacado ningún punto al Mallorca, porque nunca estuvimos cerca de competir la liga, porque otro año más, no avanzamos apenas en la Copa del Rey y porque de cinco partidos en Champions como local, no se ganó ninguno. Así que vamos a ser sensatos y exigentes y vamos a aprobar al equipo, pero sólo por los pelos. Suficiente, sí, pero queremos volver a rozar el sobresaliente o al menos volver a tener un notable.

lunes, 9 de mayo de 2022

A tres puntos

Con la victoria de ayer, el Atleti se situó a tan sólo tres puntos del objetivo. Siempre y cuando Betis o, en su caso, Real Sociedad ganen todos sus partido, al Atleti le bastará una victoria para poner en liza su próximo proyecto con la seguridad de que seguirá en la élite y la economía, supuestamente, más reforzada, aunque este Atleti de giles nunca sepamos dónde y en qué se invierte verdaderamente el dinero.

Si soy sincero, confío más en los pinchazos ajenos que en los aciertos propios. Lo digo porque, cuando no hay partido de máxima exigencia como el de anoche, el equipo tiende a la inoperancia, la dejadez y la inacción como ya hizo en estadios de más baja estopa como fueron Mendizorroza, Los Cármenes o Son Moix. Jugamos contra el Elche al que, al igual que nosotros, solo le faltan tres puntos para cerrar su objetivo y, sinceramente, veo más cerca que ellos consigan el suyo por su propia actitud a que lo hagamos nosotros después de dejarnos el pellejo en un derbi que terminó con todos exhaustos.

Porque ayer el Atleti hizo lo que debía hacer. Hay veces que, como contra el City, el balón no entra y, aún así, no puedes reprochar nada a tus jugadores porque sabes que lo han dejado todo en el terreno de juego. El Atleti salió a por el Madrid y si no ganó de manera más holgada es porque falta gol y falta cierta categoría en los metros finales, por ello, la victoria estuvo a punto de irse al traste en los minutos finales, pero, de haber sido así, sólo podíamos haber aplaudido a los nuestros, porque hicieron, simplemente, lo que tantas veces les hemos pedido y tan pocas veces nos ha ofrecido: dejarse el alma por la camiseta del Atleti.

martes, 3 de mayo de 2022

El pasillo

El primer pasillo dentro de la competición española data de 1970 y se lo hicieron al Atlético de Madrid. Antes de que el Athletic nos eliminara de la Copa y después de haber quedado segundos en liga a tan sólo un punto, los bilbaínos, en buena lid y cargados de respeto y honor, se cuadraron ante los nuestros y honraron un campeonato que costó mucho sudor y esfuerzo. Porque ese es el principal motivo que debe tener el tan citado pasillo: el de honrar al campeón, aplaudirle, reconocerle su logro y, después, ponerse a jugar al fútbol como siempre se ha hecho.

El Madrid y por ende, el madridismo, tiene un problema endémico y es que necesita ser alabado hasta cuando no lo merece. Un narcisismo exacerbado que ha cruzado generaciones. Es como ese niño abusón del patio del colegio al que todos rinden pleitesía pero que, cuando sale un niño que no le tiene miedo y le replica, su respuesta es patalear y chivarse al profesor quien, como además le tiene por su alumno preferido, termina por defenderle y castigar al valiente que se ha atrevido a replicarle.

Tras aquel primer pasillo, era tan sólo cuestión de tiempo que ellos también tuviesen el suyo. Y como ganaban más que nadie, se sentían colmados de felicidad y de honores al verse casi siempre en el centro de atención. Tan plácidamente se encontraban en el halago contínuo que, una vez que siguieron ganando, pasaron de obtener un pasillo siempre improvisado a exigirlo como cuota a pagar por su abono a la victoria. De esta manera sacaron portadas y exigieron escarnio público a sus rivales quienes ya no debían honrarle sino humillarse y postrarse ante su majestad.

Todo el cuento de la pleitesía ante el rey cambió el día en el que a ellos les tocó hacer pasillo al Barcelona. Estaba claro que había un problema de celos, de envidia y de rabia y el alumno abusón se chivó al profesor y el circo mediático montó un debate insustancial donde simplemente debería haber habido una tradición que respetar. Salió el entrenador y el capitán a decir que eso del pasillo nada, que ellos pueden humillar pero que nunca pueden ser humillados, faltaría más. Y ahora, después de dejar esos polvos en el camino, se encuentran con un fango en el que quieren que se revuelquen los demás y piden, por lo civil y lo criminal que el Atleti pague las deudas adquiridas y se humille ante ellos para poder presumir de foto y de unos valores que ellos mismos perdieron el día que pisotearon la tradición.

Así que, resumiendo el comunicado del Atleti de ayer: Ahora les va a hacer el pasillo su puñetera madre.

miércoles, 20 de abril de 2022

Boli Bic

Soy consciente de lo que conlleva este texto que, más allá de una opinión, es una declaración de principios porque aparte de Atlético me gusta ser una persona consecuente con mis pensamientos y antes que seguidor, hincha y apasionado, que lo soy, me gusta ser una persona acorde a los principios que me inculcaron desde niño basados en el respeto, la libre interpretación y, sobre todo, la conciencia social por encima de cualquier populismo.

Tengo muchos motivos para sentirme orgulloso por formar parte de la familia de aficionados del Atlético de Madrid y como cada muestra representa un botón, nada mejor que retroceder una semana en el tiempo y disfrutar con lo ocurrió en la grada nada más el árbitro señaló el final del partido contra el City y nos vimos eliminados de la competición; una hinchada en comunión con un equipo, olvidando el lado oscuro de la derrota y entregándose al lado pasional del amor incondicional, porque nosotros, ya lo saben, queremos que nuestro equipo gane, faltaría más, pero no queremos a nuestro equipo porque gane.

Pero sería de necios obviar que hay una parte de nuestra afición que lleva años empeñada en mantenernos en una caverna de indecencia mientras se dedican a repartir carnets, censurar opiniones y, sobre todo, practicar el matonismo en las redes. Son los mismos que, en la grada del estadio del City, levantaban el brazo para honrar a sus ídolos caídos, los mismos que promulgaron la pitada al gesto contra el racismo y aquellos que iniciaron el cántico de "Pep Guardiola hijo de puta" cuando muy pocos entrenadores han sido tan respetuosos con el Atleti como el catalán.

Ya sé que me vendrán con discursos de doble moral, falsa modestia e hipocresía para utilizarlos como coartada, pero lo cierto es que hemos dado ante el mundo una imagen penosa rayando el paletismo por encima de la pasión. Y me entristece que sea así, porque si somos la mejor afición del mundo no es precisamente porque pongamos la política, las ideas y la rabia por encima del sentimiento sino porque el sentimiento y el amor incondicional siempre ha estado por encima de cualquier condicionante. Por ello me molestan estos comportamientos rayanos en la estupidez, igual que me molesta ver como nos burlamos de la afición del Barça por su ridículo en las gradas ante la afición del Eintracht y mientras nos dedicamos a dar moralinas, llenamos las páginas de compra venta de internet con anuncios vendiendo boli Bic incluyendo, como regalo, una entrada para el derbi.

A ver si, por ser tan listos, vamos a ver nosotros también nuestra grada teñida de blanco.

lunes, 4 de abril de 2022

Matheus Cunha

El tipo llega como segunda opción y aún así mantiene la sonrisa; en su presentación promete compromiso y se muestra agradecido y afortunado. Sabe, como todos, que no será opción preferente y habrá de ganarse el lugar, amén de que le han fichado como nueve cuando él nunca ha desempeñado ese rol y aún así se esfuerza en reconvertirse y se muestra confiado en cada lance.

No llevaba ni dos semanas en el equipo cuando la directiva le consigue al entrenador su capricho personal y Griezmann regresa al club, con lo que tiene que restar un lugar en la escala de preferencias. Lo que para otro jugador hubiese significado un duro golpe, para Cunha fue una motivación extra. Y se vio enseguida que el hambre y las ganas de ser importante no están reñidas con la humildad y con la alegría. Empezó a sumar minutos, empezó a ser cada vez más diferencial y empezó a ganar titularidades como quien gana duelos al sol.

Y aquí está, recién salido de una lesión, sin derramar un lágrima, sin conceder un reproche, jugando pachangas con chavales en la plaza de un pueblo, volviendo a sonreír y volviendo a decirnos que quiere ser el tipo que cambie nuestra historia. Después de dos meses largos sin jugar, salió contra el Alavés cuando el equipo más apático estaba y en dos minutos ya lo había puesto directo a la victoria, porque comenzó a moverse, a disputar balones, a jugar al fútbol y provocar peligro. Participó en los tres goles que anotó el equipo desde su salida y dejó la impresión de que es uno de esos futbolistas a los que habremos e querer, sí o sí, durante los próximos años. Porque tiene fútbol, energía y mucho flow.

martes, 29 de marzo de 2022

Todos sanos

Los fines de semana sin partido del Atleti se hacen largos y tediosos. Desde el primer momento sabes que te falta algo; o la emoción duradera, acompañada de ese manojo de nervios que te agarrota el estómago, en las horas previas, o la sensación, bien depresiva, bien eufórica, tras haberse jugado el partido. Así que, cuando no tenemos sentimientos a los que recurrir, ni pensamientos que fabricar, nos vamos poniendo al día, poco a poco, del goteo de noticias que ya por escasas, no suelen ser siempre de carácter positivo.

Y sin embargo, ayer ocurrió lo inesperado y pudimos leer que, después de meses, el equipo entrenó al completo con la enfermería completamente vacía. Eso quiere decir que, sancionados aparte, Simeone podrá dibujar, por fin, su alineación ideal sin tener que recurrir a parches ni inventos, por más que muchos de ellos nos hayan salvado el culo durante los últimos partidos.

Y es importante esto porque nos encontramos, ahora sí, en el tramo más trascendental de la temporada. Atrás deben quedar los lamentos por los errores del pasado y es obligatorio enfrentarse, mirándole a los ojos, a los retos del presente. Porque una vez establecidos en la cuarta plaza, no queda otra que afianzar el lugar y jugarse los cuartos contra el City con la única obligación moral de competir y ver lo que puede pasar. La obligación es estar allí, de nuevo, la próxima temporada, lo otro sería un premio e, incluso, un milagro. Pero aquí estamos, con todos sanos y con un manojo de nervios, ahora sí, agarrotados en el estómago.

martes, 15 de marzo de 2022

Sin carácter

Probablemente, Cristiano no ha jugado nunca un partido de eliminatorias de Champions contra un equipo que defienda tan mal los centros laterales. El otro día, viendo rematar a Negredo cómodamente en el borde del área pequeña, me empezaron a temblar las piernas en previsión de lo que nos va a venir, que no es sino un acogotamiento por balones divididos con dirección al corazón del área que nos va a tener intentando despejar balones durante todo el partido.

Con Godín, con Lucas, con Gabi o con Tiago, este tipo de partidos se jugaban con un valium en las venas porque se sabía no dejar jugar y se gobernaba el área con majestuosidad, pero este equipo sin carácter que hoy tenemos, mucho me temo que se pasará el partido temblando y enviando balones a ninguna parte para que los centrocampistas del United, una y otra vez, vuelvan a percutir.

Es por ello que no soy nada optimista de cara al partido de esta noche. Y mira que de todos los rivales posibles que había, no nos ha tocado el más complicado, pero no es el Atleti, ahora mismo, uno de los ocho mejores equipos de Europa y me cuesta verle luchando más allá en la competición. Estamos plagados de bajas, los que juegan están mucho peor que el año pasado y, además, no les veo con el cuajo suficiente como para salir al campo y decir, chicos, somos el Atlético de Madrid. Este equipo, mal que nos pese, no tiene mucho carácter.

jueves, 3 de marzo de 2022

Asombro

Asombro por encontrarme en la tele, en directo, un partido de juveniles en el que el equipo visitante juega como si fuera local, empujado por los suyos, conducido en volandas por el espíritu de una camiseta que les insufla energía y valor, coraje y corazón, escudo y orgullo. El Atleti no sólo ganó al campeón del torneo sino que lo hizo a domicilio y defendiendo como si fueran soldados del ejército más disciplinado del mundo.

Asombro por ver jugar a Pablo Barrios, un compendio de técnica y energía al servicio de un equipo en busca de un líder. Un futbolista capaz de defender un ataque rival y, un pestañeo más tarde, estar conduciendo un contraataque junto a sus compañeros, un tipo que marcó dos goles sublimes, que se puso el mundo por montera y nos dijo a los atléticos que quizá, si se apuesta fuerte por él, tengamos centrocampista durante unos años.

Y asombro por ver que los de siempre han vuelto a hacer el ridículo de la peor manera. Estamos en el año 2022 y algunos creen que siguen viviendo cuarenta años por detrás; no bastó con ir a insultar a un equipo de juveniles sino que se recrearon de la peor manera vejando de manera racista a un chaval por el hecho de tener un color de piel más oscuro y una camiseta más clara. La realidad es que aquí, el asombro se convierte en vergüenza.

jueves, 24 de febrero de 2022

Volvió el Atleti

Hay mucha diferencia entre irte triste o enfadado a la cama, porque la causa que media entre ambos sentimientos suele ser el orgullo. El enfado se asocia a la dejadez, a la humillación propia, a la desgana, al arrastre del escudo por el césped sin un atisbo de rabia que les haga levantar la cabeza. La tristeza, sin embargo, suele llegar después de un traspiés inmerecido, como el de anoche, cuando el Atleti regresó de su tumba y se propuso hacer de nosotros los aficionados más orgullosos del mundo.

Porque el Atleti compitió con fiereza y, sobre todo, se pareció a sí mismo. El Atleti del Cholo había sido pulso constante, pierna fuerte, defensa certera y cabeza para aprovechar el momento. Y lo hizo apenas se abrió el partido, cuando un magnífico centro de Lodi habilitó un extraordinario cabezazo de Joao. Hecho lo fácil llegaba lo difícil que era el guardar la ropa después de haberse dado el chapuzón.

El Atleti defendió muy bien su ventaja, jugando en campo contrario, minimizando al rival y provocando pérdidas absurdas en sus mejores centrocampistas. Si no logró ganar fue porque se ha perdido calidad en todas las líneas y porque los errores humanos están lejos del control del entrenador. Una ocasión te la puede hacer cualquier equipo en cualquier momento; el partido es largo y se dan mil situaciones, por ellos es fácil que al menos, una vez por partido, cada uno de los equipos tengan la oportunidad de sumar un gol en su marcador. El Manchester aprovechó la suya y se marchó con un resultado que no mereció, pero a estas alturas ya no quedan rastar vestiduras sino levantar la cabeza y apostarlo todo a la competitividad, porque si realmente anoche volvió el Atleti, podemos caminar por la calle pensando que sí, que igual tenemos esperanzas reales.

martes, 8 de febrero de 2022

De locos

Hacía tanto tiempo que no veíamos al Atleti tan mal que nos hemos convertido en una casa de locos donde cada uno dispara su munición y su palabra hacia el lado que considera correcto. Seguramente todos estemos equivocados, yo el primero, más loco que nadie por ver a mi equipo deambular en el campo y caer en picado en la clasificación.

Hay una cosa muy clara en todo este sindiós en el que se ha convertido el Atleti y es que si el equipo no ataca bien, no defiende bien, no sabe cerrar un centro lateral, no sabe presionar la salida del equipo rival, no sabe sacar el balón jugado, no sabe tirar una contra y es un desastre a balón parado, el entrenador tiene una responsabilidad muy grande puesto que todos estos conceptos, más allá del talento de cada futbolista, se entrenan.

Otra cosa es que los futbolistas tengan un pobre nivel y que, mentalmente, estén bloqueados. A este segundo ápice, basta con ver las pésimas ayudas a Mario Hermoso en cada internada con Adama y el recital de pases al contrario de los tres medios, para darse cuenta de que el balón quema y la responsabilidad también. A la primera afirmación también hay respuesta y es que si el equipo es cada vez peor y los fichajes cada año empeoran a las ventas es porque estamos dirigidos por un par de golfos que utilizan al Atleti para su enriquecimiento personal en lugar de para hacerlo grande deportivamente. Y es que el Cholo tiene su culpa, no lo vamos a negar, pero no entiendo como nadie le pide responsabilidades a quien realmente las tiene.

martes, 1 de febrero de 2022

Sobre todo y sobre todos

Esta semana sin fútbol y, sobre todo, sin Atleti, ha servido para indagar en la figura del Cholo y, sobre todo, para reforzarla. Porque más allá del entrenador hemos visto una persona y dentro de la persona hemos visto un corazón que, aunque de puertas hacia fuera, le cuesta mostrarse afable, es cierto que tiene un punto de ternura que nos ha terminado de conquistar. Porque la fuerza de su poder no reside ciento por ciento en su pasión sino que deriva, en gran parte, de su mal contemplada sensibilidad.

Esa mesa chica en la que imperan las verdades, las certezas, las lágrimas y los reproches, es un refleja de la vida de cada uno, porque por más que idolatremos a nuestros padres o adoremos a nuestros hijos, nuestro camino junto a ellos estará salpicado de momentos en los que escondemos un reproche o días en los que echemos en falta su presencia. Y en todo ese camino personal, dejando atrás hijos, proyectos e incluso abrazos, Simeone interpuso su bienestar para venir a entrenar al Atlético de Madrid. Porque el Cholo es hincha del equipo y jamás estaremos lo suficientemente agradecidos a lo que ha hecho por nosotros.

Ahora que hemos comprobado como los jefes del club, después de que el entrenador llevase diez años haciendo los deberes, siguen sin tener las cuentas claras y sí tienen las ideas espesas, fichando a dos tipos de dudosa reputación mientras venden al lateral derecho titular, es cuando nos damos cuenta de la dimensión de un tipo que, de no haber venido, no habría obrado el milagro de los panes y los peces. Porque sin Simeone no sólo estaríamos fichando Gaitanes, Hermosos o Mandavas, sino que ninguno de ellos hubiese tenido ni un sólo segundo de gloria y seguiríamos tirándonos de los pelos pensando que, quizá, algún día, algún salvador llegara a nuestro puerto para situarse sobre todo y por encima de todos.

Gracias, Cholo.

lunes, 24 de enero de 2022

Locura

Bajar al fondo del pozo solo tiene una ventaja, saber que que no hay nada más abajo y solamente tienes la opción de subir. Cuando llegó el descanso del partido ante el Valencia, el Atleti estaba en la más absoluta mierda; no sólo estaba perdiendo un partido en casa ante un rival que estaba haciendo lo justo por ganar, sino que venía de una de travesía durísima por un desierto que parecía no tener fin y aquella parecía su manera definitiva de dejarse morir rodilla en tierra y orgullo inmaculado.

Las derrotas ante Athletic y Real Sociedad habían sido duras por el cómo más que por el qué. Naturalmente se puede perder un partido, e incluso dos, y más si es ante rivales que ponen mil voltios en cada lance y saben interpretar su juego a la perfección, ante eso poco se puede añadir. El problema es perder con los brazos caídos, con el alma apagada y mirando el balón con el temor de quien sabe que lo va a perder en el siguiente choque. Un equipo sin corazón es un equipo abocado a la muerte y así estábamos todos, muertos de pena, cuando llegó el descanso del partido ante el Valencia y veíamos a nuestro equipo caer al pozo de la inmundicia.

Sin embargo, cuando todos creíamos ver un encefalograma plano, la maquinita empezó a emitir señales de un equipo vivo. No se jugó un buen fútbol, pero se echó aquello que tanto estábamos echando de menos durante los últimos meses; aquello que los más clásicos bautizaron como las tres "bes": Balor, Boluntad y Buevos. Porque nada enciende más al aficionado que ver a su equipo en combustión, verle pelear cada pelota, intentar ganar un partido por lo civil o lo criminal, sentir que el escudo que llevaban en el pecho, el de verdad, les quemaba el corazón como a nosotros nos quemaba el ansia. Y sí, llegó la remontada y llegó la locura y durante unas horas se lo perdonamos todo y ahora en plena resaca, nos miramos a los ojos y les decimos: "Este es el camino, Atleti". "Por favor, no nos hagáis volver a pasar vergüenza".

lunes, 10 de enero de 2022

Todo mal

Cuando todo está mal, nada sale bien. Cuando todo viene de espaldas es muy difícil asumirlo de frente y más difícil aún contrarrestar los errores porque en el vicio de no encontrar la solución no aparece la virtud de hacer frente al problema. El portero ha perdido su aurea, los centrales titulares se citan en la enfermería dejando a los suplentes un espectáculo circense rayano en el ridículo, los centrocampistas se pierden en los lugares sin espacios y los delanteros han de buscarse las habichuelas en los dos o tres balones francos que reciben por partido.

Así llegó el primer gol, más motivado por una genialidad espontánea que por un lance del juego, porque hasta que Correa interceptó el balón en el círculo central, el equipo no había sobrepasado esa línea y se mostraba incapaz de dar dos pases ante un Villarreal que circulaba con soltura y acogotaba al Atleti a base de centros abiertos y robos inmediatos. Luego llega Correa y marca el gol de su vida, sí, pero si no aparece el juego, las genialidades, al final, solamente quedan en anécdota.

Porque el equipo no tiene patrón ni está estructurado para nada. Es increíble como en el transcurso de medio año, un equipo campeón se ha convertido en una medianía, en un rival sin alma, espíritu ni combatividad. El arreón final, más provocado por el orgullo que por el juego, permitió sacar un empate que no merecimos pero que al menos nos pone de frente a nuestros pecados. Seguimos en posición para luchar de nuevo por entrar en Champions y nos hemos quitado de encima un campo que sigue siendo una pesadilla. Ahora toca reiniciar y pensar en el Supercopa que, aunque no sé si lo han llegado a sopesar, no deja de ser un título y no estamos ahora para despreciar nada.