miércoles, 31 de agosto de 2022

Reguilón

Ya no es sólo que el tipo tenga el mismo sentimiento atlético que una ameba, que también cuenta, y mucho, es que, principalmente no es un jugador que necesitemos, no mejora a Lodi, no se entiende el movimiento con Manu Sánchez en Osasuna y no sabemos qué va a pasar con Carrasco siempre y cuando esa posición es puramente suya y el equipo donde de verdad cojea es en el lateral derecho.

No es sólo que no sea un jugador que no necesitemos, es que además viene del ostracismo, lesionado y con una mala perspectiva en cuanto a su acople al equipo ya que en cuanto se vista de corto va a ser recibido de uñas por la afición lo que habrá que ver si le afecta o, por el contrario le motiva como ya les pudo ocurrir a Llorente y Morata. Es que el equipo se desangra por el medio y nosotros sólo reforzamos los costados.

Y no es sólo uno más, es que ya son demasiados. Porque da la sensación de que no somos capaces de dar oportunidades a jugadores de nuestra cantera y, sin embargo, estamos deseando ver como un canterano del Madrid se aleja de la Castellana para echarle el guante y hacerle creer que toda su religión ha sido apócrifa. Está bien lo de poner de ejemplo a Juanfran o a Filipe, incluso a Llorente chirriándonos más, pero es que aquellos, al menos, eran jugadores extraordinarios y todos tenemos la impresión de que con Reguilón hemos fichado a un futbolista más bien mediocre.

jueves, 25 de agosto de 2022

Bien y mal

Imaginen la siguiente escena:

- Ante el lanzamiento de un objeto contundente a la cabeza del jugador Antoine Griezmann ¿Qué tiene que alegar el acusado en su defensa?

- Es que, mire usted, resulta que jugaba con nosotros y en el mejor momento de su carrera decidió irse al Barcelona por dinero.

- No diga más, agresión justificada, caso cerrado.


Esto, que parece burdo, algunos lo encuentran hasta justificado.

Y es que la vida, simplificando el análisis y relativizando la conciencia, las cosas tan sólo pueden dividirse en dos categorías: las que están bien y las que están mal.

Yo tengo muy claro en qué lado estoy y en qué lado no quiero estar.

jueves, 18 de agosto de 2022

La vieja aristocracia

La vieja aristocracia jamás se llevó bien con la nueva burguesía. En una época en la que los rentistas dejaron de tener todo el poder, vieron con recelo como los nuevos ricos, descendientes de artesanos y labriegos que habían sabido hacer del comercio su modus vivendis, iban ocupando su lugar en lo alto del escalafón social. Eran nuevos tiempos y nuevas maneras de generar influencias, los diezmos se apagaban y los nuevos ricos se negaban a rendir pleitesía.

Hace poco más de diez años, el Atleti era un aspirante a burgués con más deudas que realidades y más remiendos que esperanzas en el corazón. El pastel del fútbol se lo seguían repartiendo los viejos aristócratas mientras que los nuevo burgueses, apoyados económicamente por el dinero del petróleo, amenazaban con ocupar su lugar en el escalafón social al tiempo que irrumpían en la fiesta como un elefante en una cacharrería. Fueron ellos los que se llevaron a Agüero, a Falcao y a Costa y nos dejaron sin gol al tiempo que aprendíamos a soñar gracias a la labor de nuestro maestro artesano.

Porque Simeone iba cincelando un equipo con remiendos al tiempo que perdía sus mejores materiales. Sabiendo la fortaleza está en el grupo, se acostumbró a dominar las fieras y hacerles saber que siendo un equipo jamás saldrían derrotados. Por ello hoy el Atleti es un miembro más de la alta burguesía y cuando la vieja aristocracia cree haber perdido su lugar, se revuelve en su trono y sale, espada en mano, a reclamar lo que es suyo. Lo hace en forma de oferta sobre Cunha y sobre Joao. Si la decisión correspondiese al maestro artesano, dormiríamos tranquilos, pero sabiendo que la última palabras es del tipo que robó el club y jugó con él al Monopoly, pues la verdad es que es fácil volver a sentirse un miembro del vulgo e intuir que te van a robar las ilusiones con una puñalada trapera en la espalda.

viernes, 5 de agosto de 2022

La Champions del verano

Se lo comentaba el otro día a un amigo mientras él me dedicaba una sonrisa de complicidad. Sé que suena a exagerada la comparación, pero durante nuestra infancia, el Carranza era algo así como la Champions del verano. Por eso, cuando el Atleti jugaba el torneo, todos lo mirábamos con curiosidad y pasión sabiendo que aquel era un escaparate inigualable y que el nivel del Carranza era un buen termómetro para medir la temperatura del equipo de cara a la temporada.

En aquellos Carranzas de antaño despedimos sin saberlo a Gárate, supimos que Ayala era un puñal, descubrimos a Dirceu primero para hacer lo mismo con Kiko más tarde, entre medias, Rubén Cano se hizo carne en forma de gol, supimos que Pantic no era una milonga, creímos ciegamente en Juninho, nos agarramos a un clavo en los años de plomo, conocimos el potencial de los bisoños Saúl y Giménez y supimos que Correa era un chico diferente.

Lo de anoche no tuvo mucha historia y no tiene mucho que destacar aparte de que Witsel va a ser central en muchos partidos y que, si lo hace como ayer, va a ser un jugador muy importante y más que solvente. Anotaron los malditos de Simeone, Morata y Saúl y Griezmann se desquitó con un gol en un partido que ya estaba finiquitado. Vamos rodando poco a poco en espera de enfrentarnos a la Juve y empezar con truenos en Getafe. Ya tengo miedo. Lo siento, soy así. Mientras tanto me consuelo pensando que hemos levantado la Champions del verano.

lunes, 1 de agosto de 2022

Reinildo y diez más

Ya ocurrió con Pantic. Aquel desconocido llegó al Atleti, todos torcimos el hocico y dijimos "Menudo pufo nos va a enchufar aquí el Yugoslavo este". De Antic desconfiábamos porque no hacía mucho se había declarado madridista y porque, pese a ser despedido de malas maneras como primer entrenador, incluso yendo primero, terminó la temporada 1991-92 como secretario técnico blanco en muy buena sintonía con el presidente Mendoza. Por ello mirábamos con recelo al entrenador y mirábamos con recelo al tipo enclenque que se presentó en el Carranza con unos pantalones que le venían grandes.

Porque el tipo tenía casi treinta años y nosotros nos preguntábamos que hacía un tipo con treinta años en un equipo de media tabla de la liga griega. No puede ser tan bueno como dicen. Imposible. Y resulta que el tipo en el primer balón que toca clava una falta directa por la misma escuadra. Sonreímos. Esto ha sido potra, parece que la pega bien, pero no puede ser tan bueno. Y, joder, era bueno. Era muy bueno. Tan bueno que gracias a su pie derecho cabalgamos durante la temporada en el caballo ganador y nos apuntamos un doblete histórico que aún resuena en nuestra memoria. Fue el año de Molina, Geli, Solozábal, Santi, Toni, Vizcaíno, Caminero, Simeone, Kiko y Penev, pero sobre todo fue el año de Milinko Pantic, el tipo que llegó de la nada para ocupar un lugar privilegiado en nuestros corazones, y el año de Radomir Antic, el tipo que se redimió de su pasado y se hizo dueño de nuestros mejores sueños.

Algo muy parecido ocurrió durante el pasado invierno cuando llegó al Atleti Reinildo Mandava. Fuimos muchos los que desconfiamos. Si este tipo, con veintiocho años, no ha pasado del Lille, tan bueno no será. Para más inri, durante sus dos primeros partidos cometió dos errores que significaron goles en contra y nos echamos las manos a la cabeza. Hemos salido de Málaga y nos hemos metido en Malagón. Pero resultó que no, que íbamos camino del paraíso defensivo gracias a su lectura, su colocación y su capacidad para competir. Hasta tal punto que ahora mismo el Atleti, mientras busca un esquema e intenta acoplar de la mejor manera posible a sus mejores futbolistas, tiene un precepto claro y conciso: Somos Reinildo y diez más.