
Resulta curiosa la medida de medir las oportunidades que tienen algunos. Bastaron un par de malos ratos ante Barcelona y Celta para aprimar la caída y seducir a la audiencia con premisas que ligan al equipo a la intensidad por encima del juego; el eslógan ya había catalogado al chaval antes de que el chaval supiera cuál era su lugar en esta película de acción. Decían que Oliver no había aprovechado sus oportunidades.
¿Cómo se miden las oportunidades? ¿Cuál ha sido la oportunidad? Releía las previas y pestañeaba para cerciorarme de que la realidad y la opinión confrontaban en el mismo punto; era la primera vez que el chico jugaba como titular en el Atlético de Madrid. Ahí sí estaba la oportunidad. Más allá del rendimiento, se le medirían las aptitudes y, sobre todo, las actitudes. En ambos casos estuvo sobrado. Jugó al fútbol y cubrió muy bien su zona. Arrancó desde la izquierda y todos vimos que Filipe hizo el mejor partido del año. Colaboracionismo. Eso que tanto gusta al Cholo. Eso que tanto aprecia el aficionado. Oportunidad aprovechada y, de nuevo, la lupa sobre el chico enclenque que nació con ese estigma que señala a los que saben qué hacer con la pelota. No tardarán en decir que es irregular. Aunque tenga aptitud, aunque le sobre actitud. La oportunidad será un examen de evaluación contínua durante varios partidos más. Le exigirán sobresaliente. Aunque siga aprobando con notable.