
Después del dolor vienen los cuentos vendidos como antídoto. El equipo campeón que Simeone ha cincelado a golpe de martillo y ha diseñado a su forma, terminará deshaciéndose por una cuestión de ingratitud con el colectivo. Importa lo que importa; la comisión, la sonrisa falsa y la venta de humo. Y no interesará nunca reconocer que quién provocó toda esta deuda abismal son los dos que se sentaban a la derecha del padre. Se buscarán culpables y excusas de mal pagador, se dirá que si Mendes, que si Costa, que si Mourinho o que si cada jugador juega donde quiere. Pero el humo de la mentira no nos ciega a los que tenemos llaga en el corazón; no busquen culpables más allá del palco, el camino correcto conducirá hacia los dos de siempre. Uno hace de bufón durante la semana, el otro da vueltas con el coche durante los partidos.
Resulta difícil imaginar el futuro después de un pasado reciente tan cruel. Aquel gol en aquel exgerado descuento ha terminado por ahogarnos en un mar de lágrimas. Nada nos puede impedir ver que la temporada, con derrota incluida en la final, ha sido la mejor en muchísimos años. Muchos no recordaban un Atleti así, otros ni siquiera han llegado a verlo. Por ello, duele sobremanera ver como cada mañana el café viene acompañado de una subasta pública a la que nadie en el club pone fin. El Consejero Delegado se remite a las cláusulas y se lava las manos como un Poncio Pilatos de baja estirpe. Si volvemos a indultar a Barrabás terminaremos viendo como nuestro Mesías termina en el patíbulo. No conviene enfadar al Cholo y hasta ahora no le están dando motivos para la alegría. Será difícil mantener un equipo en la cumbre porque será muy difícil encontrar sustitutos de nivel para los jugadores que se terminen marchando. Y es que este Atleti, como un mal Quinto Servilio Cepión, no es capaz de pagar ni a traidores.