
Dicen que la historia siempre está condenada a repetirse. La mayoría de las veces para mal, porque el ser humano es ese ente estúpido que se condena a repetir errores una y otra vez, dando muestras de su inmortal estupidez. Pero existen ocasiones en que la historia se reedita de manera positiva para bien de los nostálgicos. Muchos de aquellos que hoy ven jugar a Griezmann, Gameiro y Carrasco, saben cerrar los ojos para evocar años de gloria. Década de los setenta, un contragolpe letal y tres tipos apodados los tres puñales.
Estos puñales de hoy son distintos a los de ayer en cuanto a los conceptos que la modernidad le ha añadido al fútbol. Aquella garra de Ayala, la elegancia de Gárate y el desborde loco de Becerra se han convertido en vértigo y precisión. Griezmann es el genio que flota en la media punta, Gameiro el suicida que vive al borde del fuera de juego y Carrasco el esprinter que siempre busca la línea de fondo. Con el concepto del contraataque como punto de partida, ambas delanteras se componen de elementos de leyenda. Aquella hizo carrera gloriosa en el nuevo estadio del Manzanares. Esta quiere despedir a lo grande nuestro viejo y glorioso estadio.
Estos puñales de hoy son distintos a los de ayer en cuanto a los conceptos que la modernidad le ha añadido al fútbol. Aquella garra de Ayala, la elegancia de Gárate y el desborde loco de Becerra se han convertido en vértigo y precisión. Griezmann es el genio que flota en la media punta, Gameiro el suicida que vive al borde del fuera de juego y Carrasco el esprinter que siempre busca la línea de fondo. Con el concepto del contraataque como punto de partida, ambas delanteras se componen de elementos de leyenda. Aquella hizo carrera gloriosa en el nuevo estadio del Manzanares. Esta quiere despedir a lo grande nuestro viejo y glorioso estadio.