miércoles, 1 de diciembre de 2021

Me gustaría ser optimista

Me gustaría ser optimista, pensar que en la segunda parte de Cádiz comenzó la revolución, que ese cambio en el esquema con De Paul en el eje y Koke y Lemar cayendo a la derecha para potenciar a Llorente fue el principio de una buena racha, que cuatro goles, todos exquisitos, van a convertir al equipo en un cohete moral y va a despegar hasta conseguir alcanzar el cielo y llevarnos a todos hasta el éxtasis. Pero no puedo.

Mis reticencias comienzan en el propio Cádiz, un equipo de poca enmienda que atraviesa su peor etapa desde que regresó a Primera. Ha perdido su énfasis defensivo y con él ha perdido casi toda su capacidad para competir. Digamos, pues, que se trataba del rival idóneo para olvidar las penas y aún así jugamos contra ellos una de esas primeras partes tan insípidas a las que estamos acostumbrados y que tanta desolación nos dejan en el corazón.

Y las reticencias continúan y terminan en lo que nos espera más allá del Mallorca que, no por parecer fácil dejará de costar, porque el Atleti no está hoy ni para flores ni para cardos. Los esperan el Oporto, el Madrid y el Sevilla, los tres de manera consecutiva, sin dar lugar a tregua, cada tres días, a domicilio y jugándonos, en una semana, toda la temporada cuando ni siquiera hemos llegado al ecuador de la misma. Y yo repito que me gustaría ser optimista, pero no puedo.

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