jueves, 27 de septiembre de 2012

El Atleti se hace mayor

Como ese adolescente retraído que ha crecido entre collejas y bromas, entre aguadillas y soledades, a quien robaban el bocadillo en el recreo y las zapatillas de marca en el descampado, como ese chaval con la cara llena de granos y el pelo lacio recién peinado por mamá que aún no se atreve a cruzar sólo la calle pero que un día se va de cañas con su padre y este le hace ver que la vida no es así, que él es mucho más fuerte de lo que los demás imaginan y que aún tiene la opción de volver el lunes al instituto con chupa de cuero, pelo engominado y bigotillo a medio afeitar. Como ese remozado jovenzuelo que impone su venganza a base de puñetazos y se termina llevándose el beso de la más guapa de la clase, el Atleti tiró a u lado sus complejos y se dio cuenta que sí, que se había hecho mayor y que esos partidos que antes perdía por inercia ahora se pueden pelear y, lo que es más admirable, también ganar.

El Atleti hace meses que perdió el acné y maduró hacia una mayoría de edad por todos esperada. Ya no es el niño pardillo que pierde partidos regulares y sale goleado en los malos, ya no sabe que es eso de esconder la pierna y levantar la mano, ya no sabe qué son las mofas de las aficiones rivales cada vez que once espectros rojiblancos pisaban el césped a modo de visita. Aún recuerda el runrrún de la desconfianza, el dolor de la derrota y la vergüenza del ridículo, pero encontró a un padre que le dijo que aún tenía la opción de regresar un domingo al campo con el pecho erguido, la cabeza levantada y los dientes apretados. Simeone, el padre de la criatura, celebra goles con rabia y mira a los suyos con orgullo. Su Atleti se está haciendo mayor.

Hubo día en los que partidos como el de ayer se perdían por mera condición gravitatoria. En caso de duda, el balón siempre caía en la portería del Atleti y, a más duda, menos capacidad de regeneración y los cuentos del Atleti nunca terminaban como aquellos que nos contaban de pequeños porque en estos, nosotros nunca terminábamos comiendo perdices. Pero las tendencias cambian y las mentalidades también, el Cholo ha obrado el milagro y el Atleti, que hasta hace dos días no sabía tirar un contraataque, remontó un partido difícil en el Villamarín. No es que el rival acuciara con esmero, es que fue el propio el Atleti el que se empeñó en darle vida por momentos. Recordemos que ha crecido, sí, pero que aún es un jovenzuelo inocente y tiene cosas por aprender. Para eso está Simeone; para hacer de padre y para hacerles creer que sí, que la palabra "equipo" tiene cabida como concepto en el ideario del Atleti.

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