miércoles, 23 de octubre de 2019

División

Divide et impera. Lo aplicaron los césares como máxima, como estrategia prebélica antes de acosar terreno conquistable. Se trataba de meter una mosca en el enemigo y esperar a que entre ellos discutiesen si era mejor matarla o dejarla vivir. Una cizaña, una duda, una muesca. Si el enemigo está dividido, si no cuenta con todas sus fuerzas activas, será mucho más fácil vencerle. La inteligencia por delante de la fuerza.

El problema de ponerse un listón es que, como un Sergei Bubka de la vida, te ves obligado a superarlo día a día, temporada a temporada. Antes de Simeone, y tras el doblete del noventa y seis, el Atleti sólo había sido cuarto dos veces. Dos veces en tres lustros. Desde entonces, jugamos la Champions año sí y año también. Cuando acostumbras al comensal a tener pan en la mesa a diario, te pide salsa para mojarlo, cuando se acostumbra a la salsa, ya sólo te exige alta cocina.

El Atleti está jugando mal, eso nadie lo esconde. El Atleti está tercero en liga y primero en su grupo de Champions, algo que no ocurría ni con Aguirre, ni con Ferrando, ni con Manzano. Simeone tiene mejores jugadores que aquellos, vale, pero el estatus que tiene el equipo lo ha logrado él solito con su fe y su trabajo. Debe resultar molesto, para la artillería enemiga, tener un fuego inesperado en su batalla por la conquista perenne. Como aquellos romanos estrategas, mandaron a sus huestes para filtrar un mensaje entre la colchonería. Debéis estar hartos de Simeone. Los que compraron el mensaje se encargaron de dividir, los que detestaron a los compradores, se encargaron de dar cuerpo a la estrategia. Y así estamos, divididos y a punto de ser vencidos. Y eso que nos declarábamos orgullosos de no ser como ellos.

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