jueves, 12 de diciembre de 2019

Vestigios

El equipo dio vestigios de que puede ser un grupo sólido. Presionó en conjunto, no cometió estupideces y, sobre todo, remó hacia adelante desde el primer minuto. En un intento de regresar al pasado en este continuo viaje hacia el futuro, el Atleti, antes que el juego, necesita recuperar el espíritu. Equipo canalla, equipo solidario, equipo sacrificado. Y, después, si se sigue creyendo, si no se sigue cayendo, llegará el juego. Para eso sirve el vestigio.

Joao Félix dio vestigios de que puede ser un gran jugador. Por primera vez desde que llegó al equipo, jugó a echarse el juego de ataque a las espaldas, dejó de buscar el espacio para buscar la combinación y dibujó unas conducciones tan asombrosas que invitan a soñar. El chico siempre intenta algo; ya sea un sombrero, un caño, un pase profundo o un disparo. No se le puede achacar ni falta de decisión ni falta de personalidad. Se marchó cabizbajo porque, como diría el gran Guille Giménez, estaba sintiendo el picorcito y cuando un tipo se siente bien no sabe entender que le aparten del espectáculo.

Y la afición dio vestigios de unión al menos mientras se unió en cánticos y apoyó unánimemente a su entrenador. Eso sí, cuando los repartidores de carnets pasaron factura al resto, el silencio cómplice señaló a todos aquellos que creen que su razón pesa y al final termina pesando en negativo. De poco sirven los vestigios y acabamos tirándonos piedras los unos a los otros. Yo soy del Cholo, de Koke y Trippier. Pero, ante todo, y sobre todo, soy del Atleti. El Atleti somos todos.

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