viernes, 3 de abril de 2020

La primera exhibición

El nuevo Atleti, personificado en la persona de Diego Simeone, aquel que recuperó el espíritu de la osa y el madroño, aquel que nos hizo volver a saber el valor de la camiseta, empezó a cuajar mediada la temporada 2011-2012 después de un comienzo horrible y unas primeras bases esperanzadoras. Alcanzado el final del invierno, el Atleti empezó a caer, pero ya había hecho lo más importante: uno, hacer creer a su hinchada que allí había un comienzo; dos, hacer creer a los jugadores que allí había un proyecto.

Llegada la primavera, el equipo tenía alguna opción de alcanzar el cuarto lugar y, sobre todo, estaba más que vivo en la Europa League, competición en la que había puesto todas sus esperanzas. Todo había sido bonito hasta entonces en la competición europea y, de repente, como en 2010 nos volvió a tocar el Valencia, esta vez en semifinales.

Lo que vino fue un partido tan espectacular como inolvidable. Diego Ribas en plan mandón, Arda Turan en plan reivindicativo, Gabi como un líder insondable y Adrián López como un genio en ciernes. El gol del Asturiano, mediado el segundo tiempo, fue la consagración de un tipo que, en su año de gracia, supo poner en pie el Calderón como hacía tiempo que nadie lo hacía. Aquello era el principio de un sueño, el principio de una época que situó al club en lo más alto del escalafón continental. Después vinieron más noches grandes, tantas que hasta nos terminamos acostumbrando.


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