jueves, 13 de agosto de 2020

Llegó la hora

Ya está aquí el día. Parecía que no iba a llegar, parecía que los días pasaban despacio mientras mirábamos

aquel horizonte lejano y nos veíamos jugando en la ciudad sin nombre, sin un aficionado en las gradas pero con millones de corazones palpitando al mismo son. Ha llegado el día de la tormenta y todos estamos dispuestos a entregarnos, suicidas, a esta borrasca de sentimientos que nos invade el alma cada mañana cuando sabemos que es día de partido y que el Atleti nos invadirá de lleno la mente y la memoria.

Y, como era de esperar, nada ha sido fácil. Como era de esperar, tenían que llegar los sustos, las preocupaciones, las ansiedades, el miedo, la solicitud de piedad a un ser que no existe pero al que nos remitimos siempre que necesitamos encontrar un agujero por el que sacar la cabeza. Al final los positivos fueron dos y los negativos, puestos a positivizar las ausencias, han de confabularse para darlo todo en el campo porque, por fin, llegó la hora.

Llegó la hora y no existe otra cosa, hoy, que no sea el Atleti, que no sea ese partido en esa competición que tantas grandes noches nos dio y tantos llantos finales nos perpetró. Llegó la hora y todos vemos al equipo luchando, quizá ganando, pero siempre peleando como el mejor, porque siempre la afición se estremece con pasión cuando queda entre todos campeón. Y si no lo consigue, seguiremos estremeciéndonos como pasión, porque, por más que lo repita el Cholo, ganar no es lo único importante.

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