martes, 31 de enero de 2012

Los deberes

El Atleti ganó como debía, celebró como debía, no jugó como debía, pero solventó la faena con una buena dosis de tensión e intensidad; dos factores que, a falta de fútbol, al menos aportan credibilidad. En el antiguo Sádar (nombre que evoca batallas bajo la lluvia, barro hasta en las cejas y tacos de alumino sobre espinilleras de corcho) no se gana con exquisiteces. Osasuna, que con Mendilíbar es menos práctico y más convincente, planteó una batalla en el centro del campo y allí saltaron chispas y algún que otro codazo. No podía ser de otra manera que con un rebote. Supimos todos entonces porque Koke sacaba todos los córners al primer palo. Estaba estudiado; Adrían debía prolongar y Falcao debía matar. En la fiesta se coló Godín que, balón suelto mediante, alojó en la red una pelota que significó oro puro.

La imagen del final del partido, con todos los jugadores haciendo piña en el centro del campo es la de un equipo que ha recuperado la fé. No voy a dejar de obviar los atropellos a los que nos vemos sometidos por parte de los amos del corral, pero hoy toca hablar de fútbol. Toca fútbol porque son tres victorias consecutivas, porque son cuatro partidos sin encajar un gol, porque parece ser que sí, que era cierto aquello de que Manzano no daba con la tecla moral de unos jugadores capacitados para algo más.

El puente está tendido y ahora hace falta vencer al vértigo para cruzar el precipicio. Es posible que los resultados ofrezcan moral y con la moral regrese el fútbol. Diego, Koke, Arda, y esta versión de Tiago, pueden dar para mucho. Es posible que un traspié haga tambalear los cimientos y el equipo caiga donde siempre. El partido de ayer era clave. Esta victoria permite mirar al Valencia a la cara; una situación idónea, la situación que todos pedíamos. El Atleti hizo los deberes. Como el estudiante vago, a última hora, pero los va haciendo y, después del suspenso, va camino de redimirse con un suficiente. Queremos más, sí, pero despacito y buena letra porque este estudiante ya ha repetido curso demasiadas veces como para dejar a un lado la desconfianza.

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