martes, 25 de noviembre de 2014

La gran mentira

Nada mejor para mantenerse en la cima del éxito que hacer las cosas bien y ser más productivo que nadie. Para los que carecen de vergüenza, conciencia y valor útil, el camino más corto hacia la cima se basa en dos premisas: genera una mentira y rodeate de palmeros que convenzan al mundo que tu mentira es una verdad irrefutable. Durante años, las páginas de los periódicos, las tertulias de radio y las noticias de televisión nos han hecho creer que los dirigentes del Atleti son los héroes que salvaron al club, obviando, por interés propio, que fueron ellos quienes lo sumieron en una ruína casi caótica.

Durante años nos han hecho creer que nos construirán el estadio más maravilloso del mundo. Jugar con las ilusiones de la gente es fácil; basta pregonar una mentira y conseguir con la propaganda la convierta en verdad. Aunque el tiempo y el espacio nos devuelvan a la puta realidad. Nos dijeron que para 2012 y ya vamos por 2018 y sumando. Las obras de nunca acabar en realidad nunca se iniciaron y si lo hicieron, fue para permitir un puñado de instantáneas y conseguir que uno de los diarios de cabecera lo publicase en la primera de su página web. De estómagos agradecidos vive el mentiroso.

Más allá de que el equipo siga en casa y que el eco del Calderón siga siendo el alma que empuje al equipo en su cruzada particular contra el poder, queda el asco que produce la mentira interesada. Quizá haya gente que se crea a pies juntillas todo lo que se dice y a esos pobres ignorantes les están clavando un puñal en su ilusión porque creen que algún día su equipo será lo que algunos pintan con tinta invisible. No habrá Peineta. Igual que no habrá grandeza hasta que el club deje de pertenecer a quien lo utiliza con fines propios antes de con fines ajenos. El club, como los sueños, pertenecen a los aficionados. Ellos no merecen esta gran mentira.

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