viernes, 16 de enero de 2015

El problema de Miranda

Durante las últimas temporadas el Atleti ha contado con una bendición en forma de pareja de centrales. El problema más grave que acecha a la mayoría de grandes clubes del continente, el Atleti lo solventaba gracias a dos tipos que se complementaban a la perfección. Un uruguayo audaz, incipiente y generoso en el esfuerzo y un brasileño listo, canchero y limpio en el cruce. Godín representa la garra del Río de la Plata, la fe convertida en futbolista en un potrero de Rosario. Miranda, al contrario, es otra cosa. Poderío aéreo, velocidad sorprendete y salida aseada del balón. Escuela brasileña desde el centro de la defensa.

Hasta la temporada pasada, Miranda me había parecido el mejor central del equipo en los últimos treinta años. No es que no me lo siga pareciendo, sigo viéndole como un portento en la lectura del juego y un titán cuando se trata de gobernar las áreas. El problema tiene dos vertientes; una, su coqueteo veraniego con ofertas mareantes. Es posible que al haberse visto fuera del equipo no tenga la cabeza al cien por cien en la competición. Sus despistes, aunque pocos, nos remiten al Miranda de los primeros meses. Al chico tímido y asustado que no tenía ninguna confianza cuando se trataba de jugar la pelota. El otro problema, más grave para él pero mucho más fructífero para el equipo, ha sido la aparición en la élite de José María Giménez.

Giménez es más Godín que Miranda. Es más de potrero, más canchero y mucho más joven, por lo que tiene mucho que aprender. Fueron sabias las palabras del Cholo deshaciéndose en halagos hacia Giménez pero dando suprema importancia a la presencia de Miranda en el equipo. Uno es el jefe y el otro un aspirante a jefe. Un problema para él, sí, pero un bendito problema para el equipo. Cuando llegue el verano y vuelvan las ofertas mareantes, estaremos seguros que, al menos, hay un tipo que ha aprendido a competir y lo hace bastante bien.

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