miércoles, 25 de febrero de 2015

Las noches por las que suspirábamos

Hubo un tiempo, no muy lejano, en el que soñábamos noches de miércoles mientras mascullábamos el
desencanto del fracaso. Hubo un tiempo en el que el objetivo más factible era la clasificación para la Copa Intertoto. Hubo un tiempo de piel arrancada, palabra maldita y mirada desarraigada. Hubo un tiempo de lágrimas, un mar de incertidumbre, un océano de nada. Hubo un tiempo en el que la Champions sonaba a música ajena y a sueño lejano.

Aquellas noches con las que soñábamos despierto han regresado para hacernos saber que si algún día nos rebozamos en el fango fue porque fuimos un gigante caído con pies de plomo y cabeza de arcilla. Aquel gigante, despierto y en forma gracias al milagro argentino de Simeone, ha regresado a la élite para hacernos saber que los sueños pueden cumplirse y que si se cree y se trabaja, se puede.

Alemania no es el lugar más idóneo para recrearse en soberbia alguna. Allí, donde las piernas son fuertes y los estadios calderas, no regalan caramelos y el pan hay que ganarlo pulgada a pulgada. Menos aún cuando no te sobra nada. Nuestro Atleti de hoy es grande y sueña como tal, pero es consciente de que los logros los ha conseguido con esfuerzo, con dedicación y con mucha fe en sí mismo. Nuestros centrocampistas no son virtuosos de salón y nuestros delanteros no son balones de oro. Para seguir disfrutando de estas noches con las que tanto soñamos hace falta seguir siendo el equipo del milagro. Creer, trabajar y poder.

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