
Primero cayó Godín, luego Savic y, durante el partido ante el Dortmund, fueron cayendo, para completar el efecto dominó, Giménez y Lucas. Todos esclavos del límite físico en el que se les exige, al mismo tiempo, la misma dosis de esfuerzo y precisión. Un problema grave, el de jugar sin centrales, si tenemos en cuenta que, en un par de días, nos visitaran dos bestias del juego aéreo como Adúriz y Raúl García.
Son las vicisitudes de la élite. Querer una plantilla talentosa conlleva tener jugadores que lo juegan todo; Liga, Copa, Champions y partidos de selección. Claro queda que cobran en función de lo que generan e incluso, en la mayoría de las ocasiones, mucho más de lo que merecerían en función a la banalidad que representa su profesión, pero entre todos hemos generado este circo y entre todos lo queremos mantener. Por ello, es importante asumir el agotamiento físico y la lesión muscular frecuente en cada uno de nuestros jugadores porque están sometidos a un esfuerzo que, inducido por la exigencia, les hace ir al límite de sus probabilidades.
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