
No se piensen que soy yo el tonto porque lo sepa desde marzo, porque le haya fastidiado la exclusiva a ese francés que ustedes tanto odian y al que yo puse una cláusula accesible. No soy yo el tonto, desde luego, y mientras hemos guardado silencio, aún sabiendo que el tipo se iría a uno de nuestros rivales en la liga, hemos inclinado la cerviz e interpretado el papel de vícitimas, porque, aunque lo sabíamos desde marzo, para qué vamos a andar con guerras que no nos interesan si nuestro papel es el conseguir que la ira vaya siempre dirigida al jugador y nunca hacia el palco.
Que no, que no soy soy el tonto, que son ustedes los que están enfrascados en guerras perdidas como la revindicación a un escudo que no vamos a reestablecer, como la petición de una estatua que no vamos a poner o como la apelación a unos nombres en el paseo de las leyendas que no vamos a quitar. Mientras tanto, nosotros vamos desmantelando al equipo que tanto esfuerzo le costó al Cholo hacer creer en la victoria y, mientras vamos perdiendo calidad y compromiso, ustedes siguen sin mirarnos, porque no somos nosotros los tontos. Nosotros somos los que salimos en las listas Forbes y ustedes los que se pegan entre sí por ver quien entra o deja de entrar en un barco de sentimientos.
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