lunes, 21 de noviembre de 2022

El mejor gestor

El mejor gestor del mundo según la empresa financiada por su amigo Mendes tiene una capacidad inversamente proporcional entre gestionar con eficiencia un club de fútbol y escalar posiciones en la lista Forbes de los más ricos del país, porque cuánto más dinero gana a lomos de Gilmar, más pequeñito se hace el Atleti y con menos capacidad para competir año tras año tras haberse establecido en la élite y ser, supuestamente, un club que debería ser un gran generador de ingresos.

Ni contratos televisivos, ni patrocinios, ni diez años seguidos en Champions, ni merchandising. El Atleti es un club que sobrevive a base de deudas y costalazos. En 2022, según datos de Rubén Uría para Goal, la deuda con terceros aumentó en setenta millones, ascendiendo hasta los quinientos noventa y dos. Una salvajada. Pero ahí no queda la cosa. A día de hoy, el club adeuda un montante de noventa y dos millones de euros en fichas a los jugadores de la plantilla. Luego nos extrañaremos de que se toquen los huevos.

Porque no podemos dar por hecho que los futbolistas son ecos de sentimiento. Casi ninguno, salvo Koke y Saúl, ha mamado el Atleti desde niño y los pocos que quizá sientan la camiseta también saben que tienen un deber con la vida y un propósito de enmienda con el lujo que les invita a seguir viviendo sea de rojiblanco o sea de otro color. Ellos son mercenarios, mal que nos pese e igual que les adoramos cuando lo hacen bien, no está mal comprenderlos cuando lo hacen mal y el motivo es económico. Yo los odio un poco, no lo voy a negar, pero cuando hay un problema es bueno ir siempre a la raiz para extirpar las malas hierbas y allí, asentados desde hace cuarenta años, hay un hombre con la cara torcida y otro con un pelo peluca. Ellos son el mal. Que nadie nos engañe.

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