miércoles, 18 de marzo de 2015

El fatalismo

El fatalismo era un gol de Schwarzenbeck en el último minuto, una remontada del Ajax tras los fallos de Rodri, un penalti al larguero de Salcedo en la final del setenta y cinco, el empate a cero en el Calderón que le dio el título al Valencia, Álvarez Margüenda, el Dínamo de Kiev o Arconada frustrando la presentación de Futre con una tanda heroica en La Romareda.

El fatalismo fue el gilismo en vena, las peripecias de un hombre que sólo se quería a sí mismo, las atrocidades sobre una plantilla que nunca encontró un lugar en el mundo, la denuncia de Arteche, el adiós de Futre, los insultos al Tren Valencia. El fatalismo fue el delito que nos hundió en el infierno, el fatalismo fue el infierno, fue el enésimo adiós de Luis dando un portazo por la parte de atrás, el deambular en zona de nadie, los chistes malos de Cerezo y las mentiras sin riesgo de Gil Marín.

Decían que el Atleti nunca había salido victorioso en una tanda de penaltis en competición europea. Decían que los alemanes nunca pierden a penaltis. Decían que tras el gol postrero en Lisboa nos íbamos a hundir sumidos en leyendas de pupas. Decían que si jugábamos sin nuestros dos capitanes no tendríamos la jerarquía suficiente para remontar la eliminatoria. Yo era el primer pesimista, lo reconozco. Prometo no volver a pecar. Parece que el Cholo ha terminado con el fatalismo.

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