jueves, 26 de abril de 2018

Irregularidad

Resulta curioso como los duelos, según la época en la que se den, tienen implícitos unos distintos matices en cuanto a la variabilidad. Durante años, el Atleti de Simeone fue el equipo más fiable del mundo más allá de los logros obtenidos. Todos sabían que su defensa era una roca, que su centro del campo era un campo de minas y que su delantera era una máquina de penalizar errores. Mientras duró la fiesta duró la alegría. Cuando los años pusieron clavos en las botas y una mochila de esfuerzo en los hombros, el equipo se cayó de arriba y, poco a poco, perdió la fiabilidad para convertirse en un tiro al aire.

Pero si existe un equipo acuciado por la irregularidad durante los últimos años, es el Arsenal. Wenger, quien en su día construyó una de las más bellas obras de arte futbolísticas, apura sus últimos partidos como entrenador gunner agarrado a una promesa que, en cierta manera, nunca dejó de cumplir. Amante de las transiciones rápidas, las diagonales y el fútbol de combinación, ha dejado, en cada temporada, media docena de grandes partidos salpicados, eso, sí con fiascos tan monumentales que han terminado por ponerle de cara a la pared.

No sabemos que partidos veremos esta noche porque no sabemos qué versiones veremos durante el transcurso del mismo. Al Arsenal inseguro atrás al Atleti le vendrá como anillo al dedo porque podrá explotar la espalda de la defensa y la debilidad de sus mediocentros. Eso sí, si el Atleti pretende vivir noventa minutos en su área, lo va a pasar francamente mal porque este Arsenal, debilidades aparte, tiene un talento descumunal de tres cuartos para arriba. Y no es buena idea llamar al lobo en mitad del monte.

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