viernes, 20 de abril de 2018

Dimisión

Tengo un amigo demasiado crítico con el Barça. Como uno de esos apasionados del juego que se dan cuenta de que el corazón no siempre elige bien a la primera, cambió de bando en edad adulta y se lanzó a los brazos de un tipo pequeño y arrollador con el diez en la espalda. Más allá de Messi, ha ido desgranando cada uno de los partidos del Barça hasta convertirse en el mayor adulador de sus victorias. Pero tras cada derrota, le queda una mueca de insatisfacción y siempre suele responderme con el mismo mensaje. "Cuando este equipo dimite, lo hace como nadie".

Yo le quiero hacer saber que no es cierto. Primero porque el fútbol es un compedio de circunstacias donde, siempre, hay dos equipos en liza de los cuales uno siempre lo hace mejor que el otro. Y lo segundo, que es dónde quiero llegar, que no hay equipo que dimita cuando lo hace como lo hace el Atleti.

Lo de anoche en Anoeta no es sino la reedición de ese clásico de los partidos de fuera de casa a los que nos hemos acostumbrado durante los últimos tiempos. El problema de adular victorias como la de Balaídos o el Villamarín es que, más allá del resultado, nos olvidamos del análisis. El Atleti ha hecho, esta temporada, una docena de partidos tan vergonzosos como el de ayer, la diferencia es que ayer el rival anotó las que tuvo y otros días fue nuestro portero el que nos evitó ese sentimiento tan incómodo que todos llamamos bochorno.

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