
El Huesca es un equipo demasiado normalucho como para ser tenido en cuenta a la hora de analizar las exageraciones. Poco a poco, el equipo, agarrado al clavo de su propia condición, va solventando momentos y encontrando sensanciones mientras se espera a sí mismo. Seis puntos consecutivos, el paraguas sobre la cabeza y el peligro de una tormenta perfecta acechando sobre la cabeza.
No se rendirán tan fácilmente. Podrán perder, porque el enemigo es bravo y talentoso, pero no les verán doblar la cerviz, porque este equipo ha aprendido a encontrar el cáliz escarbando en la montaña. Paso a paso, crampón mediante, va superando piedras y va buscando su cima. El mal juego, las dudas, los goles en contra, los pases sin sentido. Todo son esquirlas que dificultan el camino. Los que seguimos teniendo fe seguimos dando la cara, aun sabiendo que en tres días nos la pueden partir por la mitad.