jueves, 20 de septiembre de 2018

La mesa

La mesa de Griezmann es la mesa de la ambición, de la alternativa, del querer, del querer poder, del querer ser. La mesa de Griezmann, más allá de la ignorancia acusatoria, es la mesa de un tipo que cree haberse ganado el derecho a la consideración. Es la mesa de un tipo que ganó la Europa League con dos goles en la final, que marcó en las fases decisivas de un mundial en el que salió campeón, que empezó el verano derrotando al mejor equipo del mundo.

La mesa de Griezmann es una mesa ficticia porque en la mesa de Messi no se sienta nadie, porque el argentino come aparte y los demás miran y, con un poco de suerte, aprenden. La mesa de Griezmann debería ser el aprendizaje constante, la obsesión desmedida por mejorar y la fe abyecta a los preceptos del cholismo. La mesa de Griezmann debe llenarse de copas y las copas deben llenar nuestras satisfacciones.

Para que Griezmann pueda comer en la mesa que dice es necesario que mejore con el equipo, que lidere el proyecto, que sepa que sus compañeros tienen que mejorar y él con ellos. Para que Griezmann se siente en la mesa de los mejores es necesario que el puñetazo en la mesa no se de frente a los micrófonos sino con el balón de por medio. El Atleti hace tiempo que come en la mesa de los mejores, tal y como ha empezado la temporada, habría que decirle que levantarse antes del postre debería ser de mala educación.

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