lunes, 17 de septiembre de 2018

Regreso a la duda

El Atleti siempre fue un compendio de complejidades. Un atisbo de clara grandeza en el que las exigencias quedaron siempre por encima de los objetivo y, muchas veces, fueron los objetivos los que marcaron las exigencias. Durante años, cuando el equipo se vio abocado a la nada, la gente callaba y reía chascarrillos. Ahora que el equipo lucha por todo, los que callaban hablan y los que hablaban piden que callen. No hay consenso porque no hay asimilación. Aunque, realmente, no hay consenso porque no hay juego.

No hay juego porque el equipo no consigue enganchar con el aficionado. Son muchos los que dicen que el Atleti de Simeone nunca ha jugado a nada. Los mantras, como las mentiras, son conatos de verdad que tornan en espejismos de tanto repetirse. Ni el Atleti de Simeone siempre ha jugado mal ni, desde luego, nunca ha dejado de ser competitivo.

Por eso extraña ver al equipo bascular sin sentido, dejar que el equipo rival toque y toque sin sentir el agobio de la presión, no ver prietas las filas ni toques de rebato. Extraña esta indolencia y extraña, por poco común, esta falta de identidad. El equipo ha regresado a la duda y el aficionado no sabe si callar y esperar o hablar y pedir que todo cambie. Difícil tesitura. Porque la espera es agónica y porque la agonía limita nuestros instintos.

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